- 17 de noviembre de 2025
La marcha de la llamada Generación Z derivó en uno de los choques más graves en el Zócalo capitalino en los últimos años.

La marcha de la llamada Generación Z que estalló en violencia en el Zócalo capitalino el sábado pasado dejó de ser un tema juvenil para convertirse en un campo de batalla político.
En la Ciudad de México, el Gobierno capitalino, la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la propia presidencia coincidieron en una misma línea narrativa: la movilización no fue espontánea, fue orquestada, contó con financiamiento y estuvo acompañada por grupos preparados para la confrontación.
Durante una conferencia de prensa, la jefa de Gobierno, Clara Brugada, rompió la versión de que se trataba de una protesta genuinamente juvenil. Con documentos, videos y capturas de pantalla, apuntó hacia un solo responsable:
"La marcha del sábado estuvo impulsada por grupos de oposición... la convocatoria fue hecha por los grupos de oposición, los mismos de siempre".
Según la mandataria, la movilización arrancó con contingentes pacíficos, pero su estructura revelaba otra intención: grupos coordinados, presencia del bloque negro y objetivos claros orientados a generar imágenes de represión.
Brugada lo sintetizó en dos propósitos:
"El primero es dar a conocer que estas movilizaciones eran un gran movimiento en contra de la 4T... El segundo objetivo fue tener una narrativa de represión".
Y remató:
"Es falso que haya un gran movimiento de la generación Z en contra de la 4T, es la oposición encubierta, no vimos un movimiento de jóvenes".

Salinas Pliego en el centro de la acusación: "convocó a la violencia"
El punto más fuerte de la conferencia llegó cuando Brugada señaló directamente a Ricardo Salinas Pliego como operador mediático y financiero detrás de la convocatoria.
La jefa de Gobierno lo describió sin nombrarlo al principio:
"multimillonario molesto porque ahora tiene que pagar impuestos", dueño de una de las televisoras más grandes del país.
Y enseguida lo confirmó:
"Tenemos que recalcar que atrás de esta convocatoria estuvo un multimillonario... Y claro que ha convocado a la violencia, desde días anteriores, aquí hay unos tuits".
Brugada incluso citó uno de esos mensajes, que a su juicio resume la intencionalidad del empresario:
cuando le preguntaron si convocaría una marcha pacífica, respondió: "¿pacífica para qué?".
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SSC revela operación coordinada: herramientas, cuerdas industriales y tres frentes para derribar la valla
El titular de la SSC, Pablo Vázquez Camacho, ofreció una radiografía detallada de lo que ocurrió el 15 de noviembre. Su explicación desmonta la idea de un grupo improvisado.
Vázquez relató que, mientras los primeros contingentes avanzaban sin incidentes, otros grupos se reunían en el Zócalo para planear acciones específicas. Según su reporte:
- Un primer grupo escaló las vallas para derribarlas desde arriba.
- Un segundo grupo utilizó esmeriles, cizallas y sierras eléctricas para cortar cadenas y soldaduras.
- Un tercer grupo, integrado por 50 o 60 personas, amarró cuerdas de uso industrial para jalar las barreras.

Todo ello acompañado por el bloque negro, que lanzó cohetones, bombas molotov, piedras, adoquines y otros objetos a los policías.
"Los policías repelieron las agresiones usando polvo químico de extintor e intentando cortar la cuerda", explicó el jefe de la SSC.
Según el informe, la policía resistió casi dos horas una ofensiva continua. Algunas escenas muestran intentos de ingreso al edificio de la Suprema Corte y el acceso momentáneo de un manifestante a la Puerta Mariana.
El saldo lo confirma:
- 60 policías lesionados,
- 40 trasladados a hospitales,
- 20 civiles atendidos,
- 29 detenidos,
- saqueos y nuevos intentos de derribo de vallas en otros puntos de la ciudad.
Sheinbaum da un giro más amplio: financiamiento, influencia extranjera y posible presencia del crimen organizado
Desde Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum elevó aún más las implicaciones de la marcha. Señaló que, según reportes previos, detrás de la convocatoria hubo un impulso de alrededor de 90 millones de pesos, apoyado por "un empresario" (Ricardo Salinas Pliego) y cuentas extranjeras.
Señaló además que las televisoras del empresario cubrieron la protesta con un guion ya listo: "En efecto, se promovió la movilización contra el gobierno... de que el gobierno es represor y los jóvenes no están de acuerdo".

Sheinbaum afirmó que la mayoría de los participantes no eran jóvenes y que varios de los rostros coincidían con movilizaciones opositoras previas. Lo que más le preocupó, sin embargo, fue el nivel de violencia dirigido a la policía:
"El objetivo que se ve, no era ni siquiera llegar a Palacio... sino irse contra la policía".
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Como ejemplo, mencionó a un hombre tatuado que gritaba: "van a morir, traemos armas".
Por ello, instruyó una investigación más amplia:
"Tiene que investigarse... porque sí es importante saber por qué se da esta violencia y quién la promueve, qué grupos participaron, porque no eran jóvenes".
La presidenta no descartó una posibilidad que, si se confirma, modificaría por completo el análisis público: la infiltración del crimen organizado.
Narrativa internacional y cierre del cerco político
Sheinbaum también denunció que, tras los hechos, cuentas de España, Estados Unidos y Latinoamérica impulsaron una campaña digital para instalar la narrativa de represión a jóvenes.
Su lectura final apuntó que el objetivo central de los grupos violentos fue fabricar imágenes y una historia prefabricada:
"El objetivo era golpearlos para que respondieran... para mostrar esta idea de que en México hay represión a los jóvenes y no hay represión".
Y advirtió que el gobierno no caerá en provocaciones: "Por más compleja que sea la situación, no debemos caer en la provocación y mucho menos en la violencia".
Una marcha que ya no es una marcha: ahora es un conflicto de Estado
Lo que comenzó como una movilización juvenil se transformó en un expediente político de alto voltaje: acusaciones directas contra un empresario, investigación federal por posible intervención del crimen organizado, presencia de grupos de choque y una narrativa internacional en disputa.
La Generación Z fue el nombre, pero no el centro. En el fondo, el choque es entre el gobierno y sus opositores, y la calle volvió a ser el escenario donde se define la disputa por la narrativa pública.
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