- 21 de abril de 2025
Falleció este lunes en el Vaticano tras meses de complicaciones de salud.

A las 7:35 de la mañana del lunes 21 de abril, el Vaticano confirmó la muerte del papa Francisco, a los 88 años. La noticia fue leída por el cardenal Kevin Farrell, en una breve pero contundente frase que sacudió al mundo católico: "Queridísimos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco".
"Con profundo dolor tengo que anunciar que el papa Francisco ha muerto a las 07:35 horas de hoy, el obispo de Roma ha vuelto a la casa del padre, su vida entera ha estado dedicada servicio del Señor y de su Iglesia y nos ha enseñado el valor del evangelio con fidelidad, valor y amor universal y en manera particular a favor de los más pobres y marginados", anunció Farrel.
Era el final de un pontificado que desde el inicio rompió moldes, y cuyo legado deja una marca indeleble en la historia de la Iglesia.
Pese a su estado de salud delicado tras una larga internación por neumonía, Jorge Mario Bergoglio, el jesuita argentino que se convirtió en el primer papa latinoamericano y no europeo en más de mil años, había reaparecido apenas un día antes desde el balcón de la basílica de San Pedro.
Fue un gesto breve, pero poderoso. Frente a miles de fieles, pronunció lo que ya es considerado su testamento espiritual: un llamado a la "libertad de pensamiento y a la tolerancia".
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Del conurbano al Vaticano
Francisco nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936. Antes de convertirse en sacerdote, fue técnico químico, docente de Literatura y Psicología, y superior provincial de los jesuitas en Argentina. Su trayectoria lo llevó desde las aulas hasta las estructuras más altas del clero porteño, hasta que Juan Pablo II lo nombró cardenal en 2001. Desde allí, su influencia dentro de la Iglesia fue en ascenso.
El 13 de marzo de 2013, en medio de una Iglesia sacudida por escándalos y crisis de legitimidad, Bergoglio fue elegido en cónclave tras la renuncia de Benedicto XVI. Eligió llamarse Francisco en honor a San Francisco de Asís, santo de los pobres y la paz. El nombre anticipaba el tono de su pontificado: humildad, justicia social y cercanía.

El papa de los márgenes
Francisco fue un papa incómodo para algunos sectores tradicionales. Habló con firmeza sobre los migrantes, defendió la inclusión de mujeres en la Iglesia, mostró una postura más abierta hacia las personas LGBT y combatió el clericalismo con gestos simbólicos potentes: se negó a vivir en el Palacio Apostólico, eligió la modesta residencia de Santa Marta y pidió una Iglesia "pobre para los pobres".
Promovió reformas internas, especialmente en la curia romana, donde impulsó transparencia financiera, racionalización de estructuras y tolerancia cero frente a los abusos sexuales. En tiempos de polarización global, insistió en el diálogo interreligioso y en un mensaje que cruzaba fronteras políticas e ideológicas.
El papa Francisco no solo fue un líder religioso: fue una figura geopolítica que ocupó espacios centrales en el debate global sobre el cambio climático, las desigualdades y el rumbo del capitalismo. Su figura atrajo elogios y críticas, pero nunca indiferencia.
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