- 08 de noviembre de 2024
La Fiscalía de Guerrero identificó a dos mujeres, cuatro menores de edad y cinco hombres adultos, originarios de la comunidad de Chautipan. Al menos seis integrantes de la familia de comerciantes siguen desaparecidos.
La madrugada de este viernes 8 de noviembre trajo consigo una noticia que se temía, pero que aún así devastó a quienes aún guardaban alguna esperanza: los 11 cadáveres encontrados en una camioneta en el municipio de Chilpancingo son, efectivamente, parte de los 17 miembros de una misma familia que habían desaparecido a finales de octubre en una comunidad cercana a Chilapa. La noticia, confirmada por la Fiscalía estatal, marcó el fin de semanas de angustia para los familiares y amigos de las víctimas.
La familia desaparecida era originaria de la comunidad de Chautipan, en el corazón de la región montañosa de Guerrero. Desde el 21 de octubre, se había perdido todo rastro de seis de sus miembros, quienes salieron a vender trastes de cocina, como solían hacer. El viaje no parecía nada fuera de lo común, pero después de ese día, ya no hubo señales de ellos. La desolación fue creciendo cuando, en los días siguientes, otros dos grupos salieron a buscarlos y nunca regresaron. El rastro se había perdido por completo.
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El macabro hallazgo de la familia dedicada al comercio
El hallazgo de los cuerpos ocurrió la noche del miércoles 6 de noviembre, a orillas del bulevar Vicente Guerrero, en Chilpancingo, en un tramo de la autopista México-Acapulco. La camioneta, encontrada con los cuerpos en su interior, estaba estacionada en una zona que poco tiempo atrás había sido escenario de un intenso operativo militar. Durante días, las autoridades habían desplegado fuerzas del Ejército para tratar de dar con el paradero de los comerciantes, sin saber que la tragedia ya estaba consumada.
Los cadáveres que fueron identificados eran de dos mujeres, cuatro menores de edad y cinco hombres adultos. Todos eran originarios de Chautipan y, según las primeras investigaciones, ya estaban siendo buscados activamente por la Fiscalía desde hace más de una semana. La noticia sacudió la región, pero lo que más sorprendió a todos fue la aparente implicación del grupo criminal Los Ardillos, que, según el Ejército, podría estar detrás de la desaparición de la familia.
A lo largo de octubre, las fichas de desaparición de los miembros de la familia fueron sumándose. Alfonso Francisco Cabrera, de 35 años, y su hermano José Enrique, de 26, fueron los primeros en desaparecer junto con varios menores. Apenas unos días después, otras cuatro personas más se unieron a la lista de desaparecidos, incluidos dos familiares que habían salido en su búsqueda. Entre ellos, Flor Itulia Cabrera Sánchez, de 53 años, y Clara Francisco Cabrera, de 30 años, quienes partieron con la esperanza de encontrar a sus seres queridos, pero jamás regresaron.
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Los Ardillos detrás de la tragedia
La fiscalía, que ya había abierto una carpeta de investigación, sigue buscando a los seis miembros restantes de la familia, cuyo paradero sigue siendo un misterio. La incertidumbre; sin embargo, ya no es lo único que se respira en la región.
El miedo, alimentado por la presencia de Los Ardillos, un grupo criminal señalado de tener el control de varias actividades ilegales y legales en la zona, se ha apoderado de la comunidad.
El grupo criminal, liderado por Celso Ortega, ha marcado la pauta de la violencia en el centro de Guerrero. En las últimas semanas, la región se ha convertido en un verdadero campo de batalla. Las autoridades aún no han revelado detalles sobre cómo ocurrió el crimen ni han detenido a algún responsable directo, pero la vinculación del grupo criminal con estos hechos parece clara.
Según fuentes cercanas, Ortega es una figura clave en la política local y ha mantenido estrechos lazos con varios actores del PRI y el PRD, lo que ha permitido a Los Ardillos expandir su influencia y control sobre la región.
Mientras tanto, las familias de los desaparecidos y los sobrevivientes de esta tragedia siguen buscando justicia, mientras el Estado de Guerrero se enfrenta a una realidad cada vez más difícil de ocultar: el crimen organizado ha tomado el control en muchas zonas, y la desaparición de una familia entera es solo uno más de los muchos capítulos oscuros que se escriben en la región.
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