DE MÉXICO A PARÍS
Alejandro Arredondo, el arquitecto mexicano que dejó su huella en Notre Dame
Reconstrucción, tecnología y orgullo nacional; la historia del mexicano detrás de la icónica catedral y su ayuda para su reapertura.
El incendio que devastó la catedral de Notre Dame en París en 2019 marcó un antes y un después en la historia de este emblemático lugar. Pero también cambió la vida del arquitecto mexicano, Alejandro Arredondo, quien, a pesar de su corta trayectoria en Francia, fue elegido para liderar una de las tareas más desafiantes del proyecto de reconstrucción. Su trabajo, que combinó tecnología de punta y dedicación, fue importante para devolverle la grandeza a este símbolo del patrimonio mundial.
Alejandro Arredondo, nacido en Coacalco, Estado de México, recordó ese día como un punto que cambió su vida profesional. Apenas llevaba unos meses trabajando en una firma de arquitectura en París cuando recibió una llamada que cambiaría su carrera: había sido seleccionado para liderar un equipo encargado de crear una maqueta digital detallada de la catedral.
"Fue un momento abrumador, pero sabía que era una oportunidad única. Quería demostrar que un mexicano podía estar a la altura de un desafío de esta magnitud", compartió.
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Tecnología al servicio de la historia
El proyecto encomendado al arquitecto mexicano no era sencillo. La tarea consistía en mapear cada rincón de Notre Dame, incluso aquellos de difícil acceso, para garantizar una reconstrucción fiel a la original. Para ello, Arredondo y su equipo utilizaron drones y escáneres tridimensionales avanzados. Estos dispositivos les permitieron crear una "nube de puntos", una representación digital de alta precisión que sirvió como base para recrear cada detalle de la catedral.
"Cada columna, cada arco, cada gárgola fue registrado con exactitud milimétrica. La tecnología fue nuestra gran aliada, pero también fue un trabajo que requirió muchísima coordinación y atención al detalle", explicó.
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Un reto más allá de lo técnico
El entorno laboral no estaba exento de dificultades. Tras el incendio, los niveles de toxicidad en la catedral eran alarmantes debido al plomo liberado durante el siniestro. Arredondo recordó que trabajar en esas condiciones representaba un riesgo constante para la salud del equipo.
"Aunque estábamos protegidos con equipo especializado, siempre existía el temor de estar expuestos a sustancias dañinas. Además, la presión por cumplir con los plazos también era inmensa", señaló el arquitecto, quien estudió en la Universidad de Monterrey y emigró a Francia buscando nuevas oportunidades.
El trabajo de Arredondo y su equipo concluyó en 2021, tras dos años de intensa labor. Sin embargo, su participación en la reconstrucción no terminó ahí. Continuó colaborando en otros aspectos del proyecto, que aún tiene partes pendientes, especialmente en las áreas externas.
Recientemente, Notre Dame reabrió sus puertas al público, celebrando el esfuerzo de cientos de trabajadores, incluido Alejandro, quien considera este proyecto como uno de los más significativos de su vida. "Es un orgullo haber contribuido a algo tan importante para la humanidad. Saber que mi trabajo estará presente en la historia de este monumento es indescriptible", expresó.
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Orgullo mexicano en el extranjero
El arquitecto destacó lo especial que fue representar a México y a Latinoamérica en un proyecto de tal magnitud. En medio de un equipo multicultural, su aportación no solo destacó por su conocimiento técnico, sino también por su compromiso y pasión.
La reconstrucción de Notre Dame requirió una inversión estimada de 700 millones de euros, equivalentes a unos 15 mil millones de pesos mexicanos. Este presupuesto fue destinado a asegurar que el icónico monumento volviera a brillar con todo su esplendor. Alejandro Arredondo destacó el esfuerzo colectivo de los arquitectos, ingenieros, artesanos y otros trabajadores que dedicaron años a este proyecto.
Aunque la catedral ha reabierto sus puertas, las obras de reconstrucción continuarán durante los próximos años. Alejandro confía en que el proyecto, una vez terminado en su totalidad, no solo será un símbolo de resiliencia, sino también una muestra del poder de la colaboración internacional.
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