Aprender matemáticas representa para un buen número de niñas y niños situaciones de miedo y tensión.

La ansiedad matemática no es un problema individual.
La ansiedad matemática no es un problema individual. Créditos: CANVA.

Aprender matemáticas representa para un buen número de niñas y niños situaciones de miedo y tensión. La ansiedad matemática es un fenómeno que provoca bloqueos y actitudes negativas hacia esta materia afectando tanto el desempeño escolar como la vida cotidiana. Las niñas la experimentan con más frecuencia, lo que limita sus oportunidades a futuro. Fortalecer las habilidades emocionales y creencias desde pequeñas, puede marcar la diferencia.


Imagina a una niña de ocho años enfrentando una operación matemática sencilla, como puede ser una multiplicación o una resta. De pronto, sus manos sudan, su estómago se revuelve, y en su mente aparece una única idea: "No soy buena para esto." 

Esta escena, lejos de ser aislada, se repite en muchas aulas de México y del mundo. La ansiedad matemática –una sensación de tensión, bloqueo o miedo al enfrentarse a contenidos numéricos o evaluaciones en matemáticas– afecta a miles de estudiantes y tiene consecuencias directas sobre su desempeño. Y aunque la padecen tanto niños como niñas, las niñas reportan niveles significativamente mayores, lo que revela desigualdades invisibles dentro del aula. 

La ansiedad matemática no equivale a simplemente "no gustar" las matemáticas. Es una experiencia emocional compleja, asociada con déficits en la memoria de trabajo, que interfiere con la concentración y la resolución de problemas. Puede manifestarse con síntomas físicos (dolor de estómago, sudoración, taquicardia), conductas de evitación (no participar, pedir ayuda excesiva, borrar respuestas del pizarrón) o pensamientos automáticos negativos como "no puedo", "les tengo miedo" o "soy mala en esto." No es solo una cuestión de rendimiento: también es un problema de percepción, de creencias y de identidad.

Como parte de mi tesis doctoral, llevé a cabo una investigación en México con más de 1,300 estudiantes de 3º y 4º de primaria, de escuelas de diferentes regiones del país, y encontré que, en promedio, el 18.3% del total presenta ansiedad matemática, es decir, casi uno de cada cinco alumnos y alumnas. 

Al analizar por género, los datos son más reveladores: el 19.9% de las niñas muestra signos de ansiedad matemática, frente al 16.6% de los niños. Y no solo eso, los niños obtienen mejores resultados promedio en el rendimiento matemático (6.1 frente a 5.6 en niñas, en una escala de 0 a 10).

Por otro lado, las y los docentes que participaron en el estudio comentan que no están familiarizados con el término "ansiedad matemática", pero observan conductas de evasión como pausas frecuentes para ir al baño o peticiones del estudiantado para estudiar otras materias. 

Utilizan estrategias divertidas e ideas positivas para motivar y brindar confianza al alumnado. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, reconocen que con frecuencia las y los estudiantes temen las matemáticas, no les gustan, y enfrentan desafíos que no experimentan en otras materias.

¿Por qué ocurre esto?

Una variable clave que influye en la presencia de ansiedad es la autoeficacia percibida, es decir, la creencia que una persona tiene sobre su propia capacidad para resolver tareas, en este caso de matemáticas

En el estudio realizado en México, comprobé una correlación negativa significativa entre ansiedad matemática y autoeficacia, así como entre ansiedad y habilidades emocionales. Es decir, las y los estudiantes que se sienten emocionalmente más competentes y confían en sus capacidades tienden a experimentar menos ansiedad

Este patrón fue aún más marcado en las niñas, quienes reportaron menor autoeficacia y mayores niveles de ansiedad, lo que contribuyó a un menor rendimiento matemático.

La evidencia empírica sugiere que la ansiedad matemática desarrollada en los primeros años de estudio de un niño o una niña afecta la posibilidad de éxito, no solo en el aprendizaje del área de matemáticas, sino en todo su desempeño escolar. De aquí la importancia de aprender matemáticas sin miedo, de sentirse competente para rendir en otras áreas de conocimiento.

Más aún, la presencia de ansiedad matemática influye también en las decisiones académicas y vocacionales. Muchas niñas, aunque en la infancia expresan interés por las materias STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas por sus siglas en inglés), abandonan esa idea en la adolescencia. 

Una encuesta realizada por la UNESCO en Asia-Pacífico mostró que, aunque más del 50% de las adolescentes consideraban seguir una carrera STEM, solo el 12% lo hizo. 

Un segundo factor determinante es la presencia de estereotipos de género, que siguen permeando el entorno escolar y familiar. Comentarios como "las niñas son mejores en lenguaje" o "los hombres son más lógicos" pueden parecer inofensivos, pero consolidan desde edades tempranas una autoimagen limitante

La ansiedad matemática puede reforzarse si las propias docentes —especialmente mujeres— transmiten inseguridad en el área. La ansiedad matemática de maestras en primaria afecta directamente el desempeño matemático de sus alumnas. 

Desde la infancia, las niñas reciben mensajes que las alejan de las matemáticas: desde la escasez de modelos femeninos en libros y medios, hasta una menor retroalimentación positiva en clase.

A ello se suma un tercer factor: la percepción de que las matemáticas son inherentemente difíciles y que solo hay una única respuesta correcta. Esta visión rígida genera miedo al error y alimenta la idea de fracaso si no se llega a la solución esperada. La presión por no equivocarse o quedar en evidencia, sumada a una baja percepción de competencia, genera un terreno fértil para el desarrollo de ansiedad. 

Por ello, fomentar un ambiente en el que el error se vea como parte del proceso de aprendizaje —y no como un signo de incompetencia— es esencial. Crear espacios donde las niñas se sientan seguras para explorar, preguntar, equivocarse y construir conocimiento sin miedo al juicio puede transformar su relación con las matemáticas.

Sin embargo, también hay motivos esperanzadores. Fortalecer las habilidades socioemocionales, como la regulación emocional, la perseverancia y la confianza en sí mismas, puede reducir significativamente los niveles de ansiedad. 

En el estudio que llevé a cabo, los estudiantes que mostraron mayores habilidades emocionales (con una media de 4.1 en una escala de 1 a 5) tendieron a reportar menos ansiedad matemática (media de 1.87), y reportaron mayores niveles de autoeficacia y creencias positivas sobre sus habilidades matemáticas, diferencias estadísticamente significativas.

¿Qué podemos hacer las y los docentes y las familias?

  • Cuidar el lenguaje: evitar etiquetas o comentarios como "las niñas no somos buenas para esto."
  • Modelar confianza: mostrar seguridad al enseñar matemáticas, incluso cuando hay dudas.
  • Fomentar la autorregulación emocional: enseñar a identificar y manejar emociones antes de una evaluación o tarea matemática.
  • Valorar el proceso: destacar el esfuerzo y el camino seguido para resolver un problema, más allá de si la respuesta es correcta.
  • Reconocer el error: los errores son oportunidades para aprender.
  • Mostrar referentes femeninos: compartir historias de mujeres matemáticas o de ciencias.
CANVA
La ansiedad matemática no es un problema individual. Créditos: CANVA

También es necesario revisar los materiales didácticos y entornos escolares. ¿Las niñas aparecen resolviendo problemas? ¿Se les anima a participar en actividades STEM? ¿Se promueve una cultura que reconozca la diversidad de talentos y formas de aprender?

La ansiedad matemática no es un problema individual, sino el reflejo de estructuras educativas, culturales y emocionales que deben transformarse. No sólo se trata de que las niñas "le pierdan el miedo" a las matemáticas, sino de que nosotros dejemos de enseñarles que deben temerles.

Si queremos que más niñas participen en matemáticas, ciencia y tecnología, el primer paso no sólo es enseñar fracciones, sino fortalecer su confianza. Cuando una niña cree que puede, ya está haciendo matemáticas. A partir de ahí, todo aprendizaje es posible.

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Beatriz Ruiz Ordóñez* Integrante de MUxED. Es Ingeniera química por la Universidad Iberoamericana, con Doctorado en Educación por la Ibero sobre el estudio de la ansiedad matemática en estudiantes de primaria. Consultora en educación con más de 20 años de experiencia en los niveles de preescolar y primaria. A través de asociaciones civiles ha desarrollado proyectos educativos en escuelas, museos y comunidades indígenas.

Correo: b_ruiz_b@hotmail.com

Referencias

  • Ashcraft, M., & Krause, J. (2007). Working memory, math performance, and math anxiety. Psychonomic Bulletin & Review, 14(2), 243–248.
  • Beilock, S. L., Gunderson, E. A., Ramirez, G., & Levine, S. C. (2010). Female teachers' math anxiety affects girls' math achievement. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 107(5), 1860–1863.
  • D´Addio, A. C. (2024). Where does girls´  Maths anxiety come from? GEM Report Blog
  • Rossnan, S. (2006). Overcoming math anxiety. Mathitudes, 1, 1–4.
  • Ruiz Ordóñez, B. (2025). Ansiedad matemática: relaciones con habilidades emocionales y cognitivas y su influencia en el rendimiento matemático de niños de primaria en méxico [Tesis de doctorado no publicada]. Universidad Iberoamericana.
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