- 01 de noviembre de 2025
La guerra entre Los Chapitos y La Mayiza ha frenado las inversiones y provocado un aumento de viviendas desocupadas en Culiacán y otras zonas del estado.

La narcoguerra que enfrenta a Los Chapitos, hijos de Joaquín "El Chapo" Guzmán, contra la facción conocida como La Mayiza, leal a Ismael "El Mayo" Zambada, no solo ha teñido de sangre las calles de Sinaloa, sino también ha dejado una profunda herida en su economía.
Uno de los sectores más golpeados por la violencia es el inmobiliario, que atraviesa una fuerte desaceleración desde que los enfrentamientos se intensificaron a principios de 2025.
Narcos cambian casas por armas
De acuerdo con el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (CANADEVI) en Sinaloa, Daniel Félix, el impacto fue inmediato.
"Desde el primer mes de enfrentamiento se notó el cambio, pues la gente dejó de salir por miedo. Si no hay visitas, no hay ventas", explicó en entrevista con Grupo Multimedios.
La violencia y los decomisos recientes también provocaron que los narcotraficantes dejaran de inyectar dinero al mercado local, que en años anteriores se mantenía parcialmente gracias a la compra de casas, terrenos y fraccionamientos por parte de integrantes del crimen organizado.
"Ahora su dinero se está yendo al armamento, no a propiedades", comentó un empresario del ramo bajo condición de anonimato.

Viviendas vacías y créditos detenidos
La inseguridad ha generado un efecto dominó: los bancos comenzaron a restringir créditos hipotecarios, mientras que los desarrolladores ofrecen bonos y facilidades de pago para tratar de atraer compradores.
Aun así, las casas permanecen vacías. En colonias del norte de Culiacán, algunas viviendas recién construidas llevan meses sin venderse, y familias desplazadas por la violencia aún esperan regresar o vender sus propiedades.
De acuerdo con la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), el valor de las viviendas adquiridas con crédito hipotecario en Sinaloa aumentó 5.4% durante el segundo trimestre de 2025, por debajo del promedio nacional (8.7%). Sin embargo, el aumento de precios no refleja bonanza, sino la escasez de operaciones y la contracción del mercado.

El miedo también cuesta
La incertidumbre se ha convertido en el principal enemigo del ladrillo. Según datos de Multimedios, 4 de cada 10 clientes han optado por mudarse fuera del estado, mientras que otros diez "se están deteniendo por miedo e incertidumbre".
Muchos tienen capital o crédito aprobado, pero no se atreven a invertir en una zona donde los tiroteos y bloqueos se han vuelto parte del paisaje.
A nivel nacional, el precio promedio de una vivienda fue de 1 millón 862 mil pesos, y el valor mediano de 1 millón 200 mil pesos, cifras que contrastan con la parálisis inmobiliaria en Sinaloa.

Una economía que se paraliza
Mientras las balas cruzan el cielo, los desarrolladores ven cómo los cimientos de su industria se agrietan. Los enfrentamientos han frenado proyectos de construcción y alejado a inversionistas, golpeando también sectores como la construcción y el comercio.
Durante este periodo, el PIB apenas creció 0.1%, los trabajadores afiliados al IMSS aumentaron 1.2%, y la tasa hipotecaria promedio se situó en 11.64%. Pero en Sinaloa, el mayor problema no es la economía nacional: es el miedo.
Un miedo que, como los muros abandonados en los fraccionamientos de Culiacán, sigue levantándose cada día más alto.
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