- 09 de abril de 2025
Los testigos grabaron con sus celulares cómo Sara Millerey González se aferraba a una rama para no ser arrastrada por la corriente, sin embargo, nadie la ayudó.

"Ayúdenme, por favor". Con esas palabras desesperadas, Sara Millerey González, una mujer trans de 32 años, pidió auxilio mientras se aferraba a una rama en medio de la corriente del río La García, en Bello, Antioquia.
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Había sido brutalmente golpeada, sus brazos y piernas fracturados, y posteriormente arrojada al afluente por un grupo de hombres no identificados el pasado viernes 4 de abril de 2025.
Esa súplica, tan humana como desgarradora, resume no solo los últimos instantes de vida de Sara, sino la indiferencia de una sociedad que ha normalizado la violencia contra las personas trans.
El crimen de odio que terminó con la vida de Sara
Según testimonios recogidos por su familia y por la Mesa Ciudadana LGBTIQ+ de Bello, Sara fue interceptada por varios sujetos que la golpearon salvajemente, dejándola en un estado de indefensión absoluto.
Luego, la arrastraron hasta la quebrada La García y la lanzaron al agua crecida, en una zona conocida por el consumo y tráfico de estupefacientes.
Testigos afirmaron que, mientras Sara luchaba por no ser arrastrada por la corriente, gritaba pidiendo ayuda.
Sin embargo, desde un morro cercano, los agresores amenazaban a quienes intentaban socorrerla, diciéndoles que no intervinieran.
Algunos grababan con sus celulares. Nadie se atrevía a acercarse, hasta que la madre de Sara llegó al lugar y pidió apoyo a la Policía y los Bomberos, quienes finalmente la rescataron.
Pese a los esfuerzos por salvarla, Sara falleció al día siguiente, el 5 de abril, en el hospital La María de Medellín, debido a la gravedad de las heridas y las infecciones ocasionadas por el agua contaminada.
Las palabras de Sara en la quebrada no fueron solo un grito de emergencia. Fueron el reflejo de toda una vida marcada por el abandono, el rechazo y la violencia estructural.
Desde niña, Sara enfrentó el abuso sexual, el bullying escolar, el abandono familiar y la exclusión social por ser una mujer trans.
A pesar de las adversidades, logró completar su bachillerato en una institución nocturna y recientemente vivía en un cuarto que su madre le ayudó a conseguir en el barrio El Cóngolo.
Durante años luchó contra las adicciones, intentó rehabilitarse y sostuvo relaciones afectivas durante sus períodos de sobriedad. Pero la discriminación y la falta de oportunidades la empujaron nuevamente a las calles.
Esa tarde, minutos antes del ataque, Sara había visitado a un tío en busca de dinero para comprarse ropa y jabón. Nunca imaginó que serían los últimos momentos con su familia.
Un caso que conmociona y que exige justicia
Tras su muerte, organizaciones sociales y defensoras de derechos humanos han exigido una investigación rigurosa. El crimen fue calificado como un transfeminicidio, y tanto la alcaldía de Bello como la Gobernación de Antioquia ofrecieron en conjunto una recompensa de 100 millones de pesos por información que conduzca a la captura de los responsables.
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Según el colectivo Caribe Afirmativo, Sara es la víctima número 25 de violencia letal contra personas LGBTIQ+ en Colombia en lo que va del año, y la décimo quinta mujer trans asesinada. Tan solo en el Valle de Aburrá, donde se encuentra Bello, ya se han reportado nueve crímenes contra esta población.
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