- 09 de abril de 2025
La vida de Sara Millerey González no fue fácil. Durante su adolescencia y juventud abandonó la escuela debido al acoso y el abuso.

Sara Millerey González Borja, de 32 años, era una mujer trans que vivía en el municipio de Bello, Antioquia, y cuya historia personal representa la crudeza de la exclusión social, la violencia estructural y el abandono institucional que enfrentan miles de personas trans en Colombia y América Latina.
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Desde pequeña, Sara supo que su cuerpo no reflejaba quién era realmente. Amigas cercanas relataron que desde la infancia expresaba su identidad de género, lo que le costó rechazo familiar, bullying escolar, abuso sexual y finalmente el abandono del sistema educativo.
A pesar de todos estos obstáculos, se mantuvo firme en su decisión de vivir su identidad con libertad, incluso si eso la enfrentaba al estigma cotidiano.
Quienes la conocieron la recuerdan como una persona alegre, extrovertida y carismática. "La Millerey", como le decían con cariño, era conocida por lucir sus vestidos, sus pelucas y mostrarse sin miedo por las calles de su barrio.

Le encantaba que la vieran como lo que era: una mujer trans que, a pesar de todo, reclamaba su lugar en el mundo.
Era habitual verla en los alrededores de la bomba de Bellanita, la choza Marco Fidel Suárez y otros sectores de Bello.
Solía subirse a las motos que le ofrecían aventón, levantando la mano como una reina en desfile. En un entorno que muchas veces la discriminaba, también logró crear vínculos de afecto y reconocimiento.
Entre la vulnerabilidad y la resistencia
Una amiga cercana, miembro de la Mesa Ciudadana LGBTIQ+ de Bello, compartió que Sara desde muy pequeña le decía que se sentía atrapada:
"Sufrió abuso sexual por parte de un familiar. Luego se dio cuenta de que era mujer, empezó a cambiar su apariencia, pero cargaba un dolor profundo".
La vida de Sara Millerey no fue fácil. Durante su adolescencia y juventud, tras abandonar la escuela debido al acoso y el abuso, cayó en el consumo de sustancias psicoactivas.
A pesar de ello, intentó en varias ocasiones rehabilitarse, apoyada por su madre, quien nunca dejó de acompañarla.
En uno de sus periodos de sobriedad, incluso construyó una relación de pareja y retomó sus estudios, logrando graduarse como bachiller hace apenas dos años, validando en una institución educativa nocturna.
Sin embargo, las recaídas, la precariedad económica y la exclusión social la llevaron a vivir en situación de calle, una realidad que afecta a muchas personas trans que no encuentran respaldo ni oportunidades laborales.
En los últimos meses, su madre le ayudó a conseguir una habitación en el barrio El Cóngolo, donde pasaba las noches.

El crimen transfóbico que le arrebató la vida
El viernes 4 de abril de 2025, Sara fue brutalmente atacada en las calles de Bello. Personas aún no identificadas la golpearon con sevicia, fracturándole los brazos y las piernas.
En estado crítico, fue arrojada al río La García. Aún con vida, se aferró a una rama para evitar ser arrastrada por la corriente.
Testigos afirman que personas desde un morro cercano gritaban para que no la ayudaran y grababan la escena con sus teléfonos.
El miedo a represalias —incluso a ser baleados— hizo que muchos se abstuvieran de intervenir.
Finalmente, dos personas valientes la rescataron del agua. La Policía y el Cuerpo de Bomberos llegaron para trasladarla al hospital La María. Sara murió al día siguiente, el sábado 5 de abril, por la gravedad de las lesiones.

Un crimen que no puede quedar impune
Las autoridades han ofrecido una recompensa de 100 millones de pesos (50 millones de la Alcaldía de Bello y otros 50 millones de la Gobernación de Antioquia) para dar con los responsables del crimen.
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Sin embargo, para los familiares y las organizaciones de derechos humanos, la captura de los agresores no basta: se exige un cambio profundo en el trato institucional y mediático hacia las personas trans.
Durante su sepelio, realizado en el barrio La Aldea, familiares y allegados exigieron justicia y dignidad para la memoria de Sara.
"Era una persona alegre, fuerte, con carácter. Le gustaba vivir como ella era, con libertad", relató un pariente.
Su asesinato no es un hecho aislado: en lo que va de 2025 ya van 25 personas LGBTIQ+ asesinadas en Colombia, 15 de ellas mujeres trans, según el colectivo Caribe Afirmativo. De esos crímenes, 13 ocurrieron en Antioquia y tres solo en Bello.
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