- 23 de julio de 2025
Washington advierte que los cárteles mexicanos ya utilizan drones para transportar droga, vigilar a las autoridades e incluso lanzar explosivos.

La guerra contra el narco ya no solo se libra en tierra: también se está peleando desde el cielo. Drones cargados con fentanilo, artefactos explosivos y cámaras de vigilancia cruzan cada noche la frontera entre México y Estados Unidos, según autoridades del gobierno de Donald Trump. Para Washington, el uso de estas aeronaves por parte del crimen organizado mexicano representa una amenaza directa e inminente.
Steven Willoughby, alto funcionario del Departamento de Seguridad Nacional, aseguró que los cárteles mexicanos no solo vigilan y trafican con drones, sino que podrían estar a un paso de utilizarlos para atacar directamente a ciudadanos o fuerzas del orden estadounidenses.
"Es solo cuestión de tiempo antes de que estadounidenses o las fuerzas del orden sean blanco de ataques en la región fronteriza", sentenció Willoughby, director del programa antidrones de la Oficina de Estrategia, Política y Planes. Su afirmación no es un acto de ficción distópica, sino parte de su testimonio oficial ante el Congreso.
Según el funcionario, entre julio y diciembre de 2024 se detectaron más de 27 mil drones volando a menos de 500 metros de la frontera con México, muchos operando de noche o a alturas prohibidas, lo que sugiere una clara intención de evadir la ley.
" Casi a diario, las organizaciones criminales transnacionales utilizan drones para transportar narcóticos ilícitos y contrabando a través de las fronteras estadounidenses y ejercer una vigilancia hostil contra las fuerzas del orden", afirmó.

Drones bomba, fentanilo y vigilancia hostil
En el segundo semestre de 2024, las autoridades estadounidenses decomisaron más de 545 kilos de drogas transportadas con drones. En octubre de 2023, por ejemplo, un dron cruzó la frontera cargado con 1.6 kilos de pastillas de fentanilo, "suficientes para matar a decenas de miles de estadounidenses".
Pero el narcotráfico aéreo ya no se limita al contrabando. Willoughby aseguró que los drones han sido utilizados en México para ataques armados. "Los drones han llevado a cabo ataques cinéticos con cargas explosivas, armas de fuego y armas de destrucción masiva", alertó, al referirse a los enfrentamientos internos del Cártel de Sinaloa que desde agosto del año pasado han utilizado drones para lanzar explosivos entre facciones rivales.
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El FBI entrena a México, pero México niega la amenaza
Ante esta amenaza, Estados Unidos ha intensificado la colaboración con México. Michael Torphy, jefe antidrones del FBI, afirmó que se está enviando personal para capacitar a las Fuerzas Armadas y a la policía mexicana en el uso de drones y estrategias para neutralizar su uso criminal. "Les estamos dando las mejores prácticas para mantenerlos más seguros", dijo.
Pero en México, la narrativa es otra. La presidenta Claudia Sheinbaum descartó la existencia de drones del narco en la frontera, al menos por ahora. "No hay información de nuevos drones que estén en este momento en la frontera", aseguró. Y subrayó que la frontera está resguardada con más de 10 mil elementos de la Guardia Nacional, en el marco de la Operación Frontera.
"Hay comunicación, hay coordinación. No hay nada en particular de qué alertarse en este momento", añadió la mandataria durante su conferencia matutina. El titular de Marina, Raymundo Morales Ángeles, matizó que los drones que emplea el crimen organizado son comerciales, de uso recreativo, adaptados para sus fines.
Tecnología importada y guerras de cuarta generación
El uso de drones por parte de los cárteles no es nuevo, pero su evolución ha sido rápida. El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha perfeccionado su uso como herramienta táctica, copiando modelos de grupos armados colombianos. Con explosivos caseros lanzados desde el aire, los drones han atacado helicópteros del Ejército, como ocurrió en enero, y se han usado para emboscar convoyes o proteger rutas de tráfico.
En Apatzingán, durante abril, un operativo dejó cinco civiles muertos y llevó a la incautación de 116 explosivos artesanales y 12 drones inhibidos, evidencia de la creciente profesionalización del crimen.
"Estas armas permiten a los cárteles atacar sin exponerse, alterando por completo el equilibrio de fuerzas en la región", sostiene el Centro Internacional de Investigación y Análisis contra el Narcotráfico Marítimo (CIMCON). No solo son armas: son herramientas de control social. "Las minas y drones bomba no son solo armas; son herramientas de control social y territorial", apunta uno de sus informes.

¿Y si la amenaza es mutua?
La respuesta estadounidense no ha sido exclusivamente defensiva. Desde la administración de Joe Biden y ahora con Donald Trump de regreso al poder, Estados Unidos ha desplegado drones espía como los MQ-9 Reaper sobre territorio mexicano. Aunque oficialmente no están armados, estos mismos drones se han utilizado para ataques letales en conflictos como Siria o Somalia.
En febrero, Elon Musk, que entonces aún orbitaba políticamente cerca de Trump, agitó el debate en redes al sugerir que los cárteles mexicanos —ya catalogados por el Departamento de Estado como organizaciones terroristas— podrían ser objetivos legítimos de ataques con drones.
Lo que ocurre en estados como Michoacán, Jalisco o Sonora ya no es una guerra tradicional. Es una guerra sin frentes visibles, sin enemigos uniformados, donde la tecnología permite a los cárteles mantener su anonimato y aumentar su poder de fuego. Talleres clandestinos producen explosivos, las rutas se vigilan con aeronaves no tripuladas, y la población civil queda atrapada entre cráteres y silencio.
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