Además de ser una delicia, un solo kiwi posee más del 110 por ciento de vitamina C y antioxidantes necesarios en un día, estos te ayudan a mantener el sistema inmune alerta para protegernos contra enfermedades crónico-degenerativas como el cáncer.
Mejora los procesos de coagulación y la salud de los huesos gracias a su aporte de vitamina K.
También son una fuente de potasio superior al plátano y de ácido fólico, necesarios para prevenir malformaciones del feto durante el embarazo y la formación de glóbulos rojos.
¿Sabías que puedes comerlos con todo y cáscara?
Al igual que muchas frutas, la concentración de vitaminas se concentra en las capas superiores de la fruta; sólo tienes que lavarlos con un cepillo para retirar la pelusa que los cubre y aprovecharás mejor sus beneficios.
Al ser rico en agua y fibra soluble e insoluble, es un excelente aliado contra el estreñimiento y ayuda al tránsito intestinal.
Consumir uno o dos kiwis al día vuelve más fluida la sangre y reduce la agregación plaquetaria causada por el colesterol.
Si lo comes como postre, después de una comida pesada, la actinidina contenida en el kiwi ayuda a digerir las proteínas, evita la acidez y la formación de gases.
Se han registrado casos de alergia al kiwi; entre los síntomas más comunes están la urticaria e inflamación de las mucosas de la boca.
Las personas con tendencia a la formación de cálculos renales deberán evitarlo debido a que esta fruta contiene oxalato de calcio.