- 05 de octubre de 2025
Conoce la historia de Ed Gein, "el monstruo de Plainfield", y su perturbadora vida que marcó la cultura del terror.

En noviembre de 1957, la tranquila comunidad de Plainfield, Wisconsin, se estremeció con el hallazgo más perturbador de su historia. En la granja de Ed Gein, los investigadores encontraron el cuerpo mutilado de Bernice Worden, colgado de los pies y decapitado. No fue la única revelación: dentro de la casa había restos humanos utilizados como platos, muebles, cinturones e incluso un traje confeccionado con piel humana.
A medida que los policías avanzaban por la vivienda, la escena parecía salida de una pesadilla. No solo habían resuelto la desaparición de Worden, sino también la de Mary Hogan, una camarera vista por última vez en 1954. Su cabeza apareció en la granja, confirmando lo peor. Aunque oficialmente solo se le atribuyeron dos asesinatos, la cantidad de huesos y restos humanos encontrados desató sospechas de más víctimas.

Una infancia bajo el yugo de Augusta Gein
Detrás de la figura de Ed Gein se esconde la influencia aplastante de su madre, Augusta. Religiosa fanática, controladora y dominante, inculcó en sus hijos la idea de que el mundo estaba destinado a ser castigado por la "inmoralidad" de las mujeres.
Su padre, alcohólico y ausente, dejó el terreno libre para que Augusta moldeara a Ed con mano de hierro. Lo aisló de otros niños, lo sobrecargó de tareas domésticas y le inculcó miedo al pecado. Para algunos expertos, esa crianza desembocó en un complejo de Edipo y en una obsesión enfermiza hacia su madre.
Cuando Augusta murió, Gein intentó desenterrar su cuerpo, sin éxito. Desde entonces, su fijación se trasladó hacia mujeres que le recordaban a ella. Él mismo admitió que tanto Hogan como Worden tenían rasgos similares a los de su madre.

El perfil psicológico del "monstruo de Plainfield"
Tras su captura, Ed Gein fue sometido a evaluaciones psiquiátricas que lo diagnosticaron con esquizofrenia. Nunca tuvo relaciones sentimentales, ni amistades cercanas; su vida giraba en torno a Augusta, incluso años después de su muerte.
La habitación de su madre permanecía impecable, intocada, en contraste con el caos y la suciedad del resto de la casa. Esa escena, según el psicólogo Louis Schlesinger, refleja la devoción enfermiza de Ed hacia ella.
Finalmente, Gein fue declarado culpable del asesinato de Bernice Worden, pero considerado legalmente insano. Pasó el resto de su vida internado en un hospital psiquiátrico hasta su muerte en 1984.

El eco cultural de un asesino
El caso de Ed Gein trascendió el ámbito judicial para convertirse en uno de los referentes más oscuros de la cultura popular. Su historia inspiró a icónicos personajes de terror como Norman Bates en Psycho, Leatherface en The Texas Chainsaw Massacre y Buffalo Bill en The Silence of the Lambs.
Décadas después, su figura regresa al foco mediático con Monstruo: La historia de Ed Gein, la serie de Netflix que recrea no sólo los crímenes, sino también la compleja y perturbadora relación con su madre.
Además de la ficción, la plataforma prepara un documental con acceso a archivos policiales y testimonios de los investigadores originales, prometiendo un retrato más profundo de un hombre que transformó el horror en mito.

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La sombra de Ed Gein
Más de medio siglo después, el nombre de Ed Gein sigue siendo sinónimo de horror. Su granja, convertida en símbolo del mal, dejó una huella indeleble en la criminología y en la cultura popular. Aunque oficialmente se le probaron solo dos asesinatos, el impacto de su macabro mundo lo coloca como uno de los criminales más infames del siglo XX.
Lo que lo hace inolvidable no es solo la brutalidad de sus crímenes, sino la combinación de trauma infantil, represión religiosa y obsesión materna que lo moldearon. Netflix revive esa historia, pero el eco de Gein seguirá resonando mucho más allá de las pantallas.
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