- 12 de abril de 2025
En esta película, Lozano Álvarez fusiona lo sensorial con lo poético para ofrecer una mirada distinta al conflicto armado en Colombia.

En Yo vi tres luces negras, Santiago Lozano Álvarez firma una obra que se adentra en un cine de aura ritual, donde la muerte, la tierra y los espectros se entrelazan en una poética de la resistencia.
Coescrita con Fernando del Razo y presentada en la sección Panorama de la Berlinale, la película nos conduce por un viaje espiritual encarnado en José, un curandero afrocolombiano que, advertido de su muerte, decide emprender un último tránsito hacia la selva, buscando un sitio para morir en paz.
Lejos de cualquier exotismo, Lozano Álvarez construye una experiencia inmersiva en la que el sonido, la imagen y el ritmo se funden con el paisaje y la cosmovisión de las comunidades del Pacífico colombiano.
El director de Yo vi tres luces negras quiso que la selva no fuera solo un escenario, sino un personaje más con presencia y carácter. Tomó decisiones técnicas desde una mirada cercana al lenguaje documental para lograr esa sensación de inmersión.
"Es una selva que es hipnótica, envuelve a al personaje, pero también envuelve al espectador. Es una es un personaje ambiguo o dual, porque todo el tiempo te preguntas qué es, si lo que es o no es en la realidad, como es la misma experiencia de atravesar como en un territorio simbólico, siento que eso ha llevado a que tenga un lenguaje muy propio que le permite tener esta dualidad de lo ficcional y y lo documental. Y sí, la selva definitivamente se convierte en un personaje más", dice el director en entrevista con Quinto Poder.
Espiritualidad y resistencia en un territorio marcado por el conflicto
El director explica que su trabajo en la región del Pacífico colombiano lleva dos décadas y que siempre le ha interesado cómo la espiritualidad, la ritualidad y las expresiones culturales afro están ligadas a la forma en que estas comunidades habitan y resisten en sus territorios.
La película retrata una zona marcada por una relación extractivista, tanto con sus recursos naturales como con las propias comunidades afro e indígenas. La violencia —la desaparición, el desplazamiento, los grupos paramilitares— está presente, pero no se impone como espectáculo. Aparece como un contexto necesario para narrar la vida en un territorio atravesado por el conflicto, donde la espiritualidad se convierte en una forma de resistencia.
"La película al no tener una extensión de didáctica y explicación histórica de la guerra, no identifica tampoco los nombres de estos grupos, el protagonista lo dice de una manera muy 'este revoltijo de gente', o sea, ya es una mezcla de intereses, de grupos armados, de actores de violencia en los que las comunidades quedan de alguna forma también como atrapados", dijo.
El título, Yo vi tres luces negras, proviene de un alabado, un canto funerario afrocolombiano que anuncia la muerte de manera poética. Esta elección refuerza el tono de la película: un relato sobre el duelo, la memoria y la resistencia.
En las comunidades afro del Pacífico, los muertos se siembran, no se entierran. Esa cosmovisión convierte el dolor en memoria viva. La película busca justamente eso: no presentar la violencia como espectáculo, sino como una realidad dolorosa que se narra con respeto, dignidad y profundidad simbólica

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Una mirada sin vergüenza al conflicto
Con Yo vi tres luces negras, Lozano Álvarez nos muestra que hay otras formas de narrar la lucha: desde la raíz espiritual, desde la memoria, desde la imagen que acompaña sin invadir. Una película que no sólo interpela, sino que siembra, dejando en el espectador una huella profunda, una semilla que germina en el silencio y la reflexión.
"En general, yo he sentido que ha sido una experiencia muy bonita porque ha tenido diferentes niveles de conexión y de recepción, en formas de empatía con el territorio como personaje, con el personaje principal y sobre todo como encontrando una universalidad también en el conflicto central. Y otra cosa que me ha parecido interesante en las recepciones de muchos públicos es cómo la película hace posible también que podamos abordar temas complejos temas que son duros en nuestras sociedades, como son la guerra y la violencia, poderlas abordar con dignidad, poder hablar sin vergüenza acerca de nuestros conflictos como sociedades con la frente en alto, precisamente para darle cara a esos conflictos y a esas situaciones para poder encontrar salidas a ellos. Y en ese sentido creo este manejo de la historia, la decisión de de trabajar más desde lo sensorial desde la experiencia cinematográfico ha permitido que muchos espectadores se puedan conectar desde esos niveles también con ella".
Este 17 de abril llega a salas de cine Yo vi tres luces negras.
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