- 25 de marzo de 2025
Los médicos del papa Francisco tuvieron que elegir entre dejarlo ir o probar todos los tratamientos posibles.

Se sabía que el papa Francisco, durante su hospitalización, estuvo entre la vida y la muerte. Pero qué tan cerca estuvo de fallecer lo ha confiado su médico de cabecera, Sergio Alfieri. El Pontífice, de 88 años de edad, fue ingresado en el Hospital Gemelli el 14 de febrero con problemas respiratorios que se complicaron aún más.
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Desde el comienzo el equipo médico habló de un pronóstico reservado. Pero es ahora, cuando Francisco ya fue dado de alta, que se van conociendo las condiciones críticas que afrontó el líder de la Iglesia católica durante casi 40 días internado.
"Parar y dejarlo ir"
En una entrevista con el diario italiano Corriere della Sera, el doctor Alfieri, responsable del equipo médico del Papa en el hospital Gemelli, aseguró que hubo un momento en el que "se tuvo que decidir entre parar y dejarlo ir o probar con todos los medicamentos y terapias posibles, corriendo un riesgo muy alto". Incluso, llegó a pensar "que no lo lograríamos".
Como lo narró Alfieri, el peor momento fue el 28 de febrero, cuando sufrió un broncoespasmo: "Por primera vez vi lágrimas en los ojos de algunas personas a su alrededor. Personas que, según pude entender durante este periodo de hospitalización, lo quieren sinceramente, como a un padre. Todos sabíamos que la situación había empeorado aún más, y que existía el riesgo de que no lo lográramos".
El equipo médico se encontró en una disyuntiva: "Tuvimos que elegir entre parar y dejarlo ir, o forzarlo y probar todos los medicamentos y terapias posibles, corriendo el riesgo muy alto de dañar otros órganos. Y al final tomamos este camino".
Fluyen los recuerdos amargos. "Aquella noche fue terrible. Él sabía, como nosotros, que quizá no sobreviviera a aquella noche. Vimos al hombre que estaba sufriendo. Pero desde el primer día nos pidió que le dijéramos la verdad sobre sus condiciones", comentó el experto. El médico personal del Pontífice, Massimiliano Strappetti, interpeló al paciente: "Inténtalo todo, no te rindas. Eso es lo que todos pensábamos también. Y nadie se rindió".
La segunda crisis
El tratamiento usado para rescatar a Francisco tenía efectos secundarios. "Durante días corrimos el riesgo de dañar los riñones y la médula ósea, pero seguimos adelante. Luego el organismo respondió a los tratamientos y la infección pulmonar mejoró", admitió Alfieri.
Pero el equipo pasó otro susto. "Estábamos saliendo del momento más duro, mientras el Papa comía, vomitó y aspiró. Fue el segundo momento verdaderamente crítico porque en estos casos, si no se rescata con prontitud, existe el riesgo de muerte súbita además de complicaciones en los pulmones que ya eran los órganos más comprometidos. Fue terrible. Realmente pensamos que no lo lograríamos".
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Sin embargo, con el tratamiento, las oraciones y la voluntad personal, el jefe de la Iglesia logró salir y recuperarse. "Cuando se fue, conversamos y prometimos no desperdiciar el esfuerzo que habíamos realizado. Pero él es el Papa, no somos nosotros los que podemos dictar el comportamiento", enfatizó Alfieri.
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