- 01 de octubre de 2024
El feminicida reveló detalles escalofriantes sobre sus acciones, presentándose ante el juez con una calma que contrastaba con la gravedad de los hechos.
Ha pasado una semana desde que el caso de María José y su madre, Casandra, se volvió uno de los temas principales en las noticias de la Ciudad de México (CDMX), no sólo por el final tan sangriento que tuvo que pasar una adolescente de 17 años, ni por el hecho tan traumático que tuvieron que vivir sus familiares y amigos cercanos, sino debido al perfil que resultó tener el presunto feminicida serial de Iztacalco que era visto como un vecino, amigo, hermano, hijo, trabajador como cualquier otro.
Fue una tarde del 16 de abril del presente año, un día más en la colonia La Cruz Coyuya, en el número 18 de la calle 16 de septiembre, cuando un vecino identificado como Miguel Cortés Miranda decidió entrar al departamento donde se encontraba María José, el sujeto esperó a que ella estuviera sola para poder abusar sexualmente de ella, al ser descubierto por la madre de la joven, decidió asesinarla para después herir de gravedad a Casandra o al menos es lo que hasta el momento ha declarado.
"No lo esperaba, en serio, porque ya había estado en todo el lugar antes y no esperaba que hubiera alguien ahí. La persona empieza a gritar: ´¿Quién eres, qué haces aquí, qué buscas?´, le dije ´cálmate, cálmate, no les he hecho nada, no les he quitado nada, no vengo a agredir´, ´Aléjate, vete´ (le contestó su víctima). Me dio la impresión de que quería gritar hacia la ventana, creo que entré en un frenesí en donde no logré pensar, razonar mis acciones y mi primer impulso fue atacar a la persona", declaró.
Cuando vecinos y las autoridades detuvieron a Miguel "N", no esperaban que este caso traería más nombres, hijas, madres y hermanas desaparecidas junto a él. Al iniciarse una investigación en el domicilio del sujeto, se pudo descubrir al menos siete cráneos, un serrucho, partes de cuerpos humanos en el refrigerador, identificaciones de mujeres, celulares e incluso un diario en el que relataba todo lo que había hecho con ellos, como detallar que utilizaba un cronómetro para saber cuánto tiempo tardaba un cuerpo en disolverse en ácido.
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En la cabeza de cada persona que ha escuchado sobre este tema, están las preguntas: ¿Cómo es qué pudo hacer todo esto? ¿Cómo nadie lo notó? ¿Cómo no se investigó desde el primer caso? ¿Cómo una sola persona puede comportarse de la manera más cruel con mujeres inocentes?
En México hay miles de casos de desapariciones, hay carpetas de investigación empolvadas en las oficinas, hay casos que no llegan a registrarse porque los familiares saben de antemano que denunciar estos hechos no es motivo para encontrar la justicia que su ser querido merece. Sin embargo, en casos como el de María José, en donde un feminicida serial sale a la luz, todo se vuelve distinto para bien y para mal.
Casos así ponen sobre la mesa las deficiencias de la justicia, pero enaltecen la ayuda de la ciudadanía; poco a poco ha salido más información sobre la identidad de las posibles víctimas de este hombre que de acuerdo con sus declaraciones y palabras en su diario, odia a las mujeres porque su madre y su hermana lo consentían mucho; basa su odio en una violación que sufrió por parte de su padre a quién quería que lo viera como un orgullo a pesar del dolor que sentía.
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Su declaración la hace con tal narrativa, como si estuviera contando un cuento, retiene muchos detalles en su mente, palabras que las víctimas le dijeron, movimientos que ellas hicieron, recuerda a la perfección el arma blanca que tomó y con la cual intentó asesinar a Casandra.
En uno de los tantos videos filtrados durante su declaración por el feminicidio de María José, habla de cómo se comporta un cuerpo humano al ser asfixiado e incluso hace mención a un detalle que olvidó para que el juez comprendiera a la perfección su culpabilidad, que hasta ese momento no había negado. En uno de sus diarios, se puede leer como aparentemente él quería o pretendía dejar de asesinar a la gente pero que sus impulsos frenéticos no lo permitían.
"Olvidé un detalle, cuando un cuerpo es asfixiado, quitas las manos y hay una respiración agónica, eso es muy normal, yo para realmente no quedarme más tiempo en la posición de ahorcamiento, cuando acomodé el cuerpo busqué en la cocina una bolsa de plástico y se la puse en la cabeza a la víctima para que, mientras yo acomodaba el cuerpo, la víctima continuara con su estado de asfixia", agregó.
El caso de Miguel "N" que hasta hoy se le ha nombrado como el feminicida serial de Iztacalco se le está comparando con el "Monstruo" o "Caníbal" de Atizapán, quien aparentemente también era un vecino tranquilo, amable con las personas y que en todo el tiempo que llevaba viviendo ahí, jamás se había comportado de manera agresiva, hasta que un día por casualidad se reveló su historia. Andrés Filomeno Mendoza Celis, un hombre de 72 años, habría comenzado su carrera delictiva de crímenes y matanzas en 1991; desde entonces y hasta su detención en 2021, se le relaciona con al menos 31 homicidios, el sujeto mataba y descuartizaba a sus víctimas para luego enterrarlas en el patio de su propio domicilio.
Hasta el momento, familiares y amigos de las víctimas exigen justicia para todas, piden que Miguel "N" pague por todo lo que hizo, para que por fin encuentren un poco de paz cada una de las personas que se ha dedicado a buscar a sus seres queridos sin resultado alguno y sin ayuda de alguna autoridad especializada. La familia de María José está esperando a que la madre de la joven se recupere para poder sepultar el cuerpo de la adolescente, ya que aún su salud se encuentra delicada.
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