- 06 de diciembre de 2024
Los cárteles mexicanos adoptan estrategias de guerra modernas con drones y exmilitares colombianos
En el mundo del crimen organizado, las alianzas estratégicas no son novedad, pero algunas destacan por su complejidad y repercusiones. Tal es el caso de la colaboración entre los cárteles mexicanos, como el Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el de Sinaloa, con exmilitares y exguerrilleros colombianos. Este vínculo está transformando la forma en que operan estas organizaciones, llevándolas a un nivel de sofisticación sin precedentes.
Exmilitares colombianos: el nuevo recurso del narco mexicano
Los cárteles mexicanos han encontrado en los exmilitares y exintegrantes de las FARC colombianas un recurso invaluable para fortalecer sus filas. Estos hombres traen consigo una experiencia única en el uso y fabricación de explosivos, así como en tácticas de combate. Este conocimiento se convierte en una herramienta clave en la lucha por el control de territorios y en su guerra contra las fuerzas de seguridad.
De acuerdo con información de El Universal, en Michoacán, particularmente en la región de Tierra Caliente, el CJNG ha instalado campos de adiestramiento donde estos expertos colombianos capacitan a sus sicarios en el manejo de drones cargados de explosivos y la colocación de minas.
No es casualidad que Michoacán sea identificado como el epicentro de estas actividades: la región ha sido escenario de intensos enfrentamientos armados donde las nuevas tácticas hacen toda la diferencia.
La tecnología como arma: drones y explosivos caseros
El uso de drones cargados de explosivos es una de las "importaciones" más impactantes de la colaboración entre colombianos y cárteles mexicanos. Esta estrategia, vista por primera vez en Colombia en 2019, se replicó rápidamente en México. Desde 2020, los ataques con drones se han convertido en una herramienta táctica habitual, especialmente en Michoacán, donde el CJNG los ha utilizado contra rivales y fuerzas de seguridad.
La facilidad de operar estos dispositivos a distancia permite que los grupos delictivos ataquen sin exponerse directamente, marcando un cambio drástico en la forma de librar sus guerras. La fabricación de estos explosivos ocurre en talleres clandestinos, como los descubiertos recientemente en municipios como Buenavista Tomatlán y La Huacana, ambos vinculados al CJNG y a sus aliados.
Aunque llegan a México bajo promesas de trabajo lucrativo, la realidad para muchos de estos excombatientes colombianos es muy diferente. Una vez que su conocimiento deja de ser útil, algunos son abandonados, desaparecidos o se convierten en fugitivos que terminan pidiendo ayuda en consulados colombianos.
La introducción de estas tácticas y tecnologías ha obligado a las autoridades mexicanas a tomar medidas. La Secretaría de la Defensa Nacional ha incautado cerca de 1,000 explosivos improvisados y está invirtiendo en sistemas antidrones para contrarrestar esta amenaza creciente. Pero mientras las autoridades luchan por adaptarse, los cárteles continúan innovando, demostrando una vez más cómo la globalización también alcanza al crimen organizado.
Drones en el narcotráfico: herramientas de cuarta generación
Las nuevas modalidades delictivas, como el uso de drones, están desafiando a las autoridades encargadas de combatir el narcotráfico. En estados como Sonora, se han detectado casos donde estos vehículos no tripulados son utilizados para mover estupefacientes y realizar tareas de vigilancia. Esta tendencia ha llamado la atención de organizaciones internacionales como el Centro Internacional de Investigación y Análisis contra el Narcotráfico Marítimo (CIMCON), con sede en Cartagena, Colombia.
Según el informe más reciente del CIMCON, las incautaciones de drogas vinculadas al uso de drones suelen ocurrir en zonas costeras y fronterizas, áreas difíciles de controlar para las fuerzas de seguridad. Estos vehículos son atractivos para los grupos criminales debido a su control remoto, que permite operar desde lugares seguros. Sin embargo, una de sus limitaciones es la capacidad de carga, que varía según el modelo.
El director del CIMCON, Glehiston Hernández, destaca que estas estrategias forman parte de las llamadas "guerras de cuarta generación", donde las tácticas no convencionales toman protagonismo. No solo se utilizan drones aéreos, también se han identificado embarcaciones no tripuladas, tanto de superficie como subacuáticas, para transportar drogas a través del mar. Estas embarcaciones pueden ser programadas para seguir rutas específicas, aumentando su efectividad.
En Ecuador, por ejemplo, se incautaron drones capaces de volar hasta cinco kilómetros y transportar cinco kilogramos de droga. Este tipo de tecnología muestra cómo los grupos criminales están constantemente innovando para mantener su ventaja en el trasiego de narcóticos.
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