- 10 de octubre de 2024
Este 9 de octubre se cumplió un mes de los enfrentamientos entre ´Los Chapitos´ y la gente de Ismael ´El Mayo´ Zambada, después de que el 25 de julio fue detenido el cofundador del Cártel de Sinaloa
Ha pasado un mes desde que la guerra entre las dos facciones del Cártel de Sinaloa, Los Chapitos y Los Mayitos, comenzó a arrasar con Culiacán, dejando a su paso una estela de muerte, desplazamientos y pérdidas económicas. La violencia desatada desde el 9 de septiembre tras la captura de Ismael "El Mayo" Zambada, ha cobrado al menos 192 vidas y ha sumido a la capital sinaloense en un clima de terror.
El impacto de estos enfrentamientos es palpable no solo en la cantidad de víctimas, sino también en la alteración de la vida cotidiana. Apenas ayer, se registró el último hallazgo de un cuerpo en avanzado estado de descomposición en el camino de Costa Rica, muy cerca de donde ocurrió un ataque armado el pasado lunes, en la zona de El Trébol, que dejó un fallecido y una mujer herida. Este tipo de descubrimientos se ha vuelto una constante en las últimas semanas, reflejando la brutalidad y el alcance de la lucha por el control de Sinaloa.
Violencia y crisis económica paralizan a Sinaloa
Las cifras del Consejo Estatal de Seguridad Pública (CESP) son escalofriantes: más de 200 familias han sido desplazadas, 224 personas desaparecidas y un total de mil 500 negocios han reducido sus horarios o cerrado sus puertas definitivamente.
La afectación económica es evidente, cerca de 2 mil empleos formales perdidos durante el mes de septiembre. Esta realidad no solo ha afectado a empresarios y trabajadores, sino también a toda la estructura social, que se ve cada vez más fracturada. Los comercios vacíos, las calles desiertas y la cancelación de eventos importantes, como el Grito de Independencia, son reflejos de esta crisis en curso.
Mientras tanto, el gobierno federal ha respondido con el aumento en la presencia de la Guardia Nacional y fuerzas especiales del Ejército Mexicano. El 7 de octubre, el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, presentó un plan de seguridad que contempla el despliegue de más efectivos en la región.
Por su parte, el gobernador Rubén Rocha Moya, quien ha sido señalado por diversos medios de comunicación por su presunta cercanía con Los Chapitos, aseguró que se están fortaleciendo las labores de inteligencia y cooperación con las fuerzas federales. Sin embargo, la situación continúa siendo crítica, y los recursos parecen no ser suficientes para frenar la escalada de violencia.
El futuro incierto de Sinaloa
Uno de los momentos más simbólicos que se registró este mes fue la cancelación de las festividades del Grito de Independencia en Culiacán. La tradicional celebración, que en años anteriores había reunido a miles de personas, fue suspendida debido a la creciente inseguridad.
La cancelación de eventos masivos como este no solo refleja la situación de emergencia, sino también el miedo generalizado que se apodera de la población. A esto se suma, la renuncia de la fiscal estatal, Sara Bruna Quiñónez Estrada, tras las incongruencias en la investigación del asesinato de Héctor Melesio Cuén, exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, lo que agrava aún más el clima de desconfianza en las instituciones.
La relación entre el gobierno de Sinaloa y la administración federal ha sido un tema recurrente en los últimos días. Algunos medios de comunicación han señalado posibles vínculos entre el gobernador Rocha Moya y Los Chapitos, lo que ha generado sospechas sobre la capacidad del gobierno local para controlar la situación.
A pesar de las acusaciones en su contra, Rocha Moya ha contado con el respaldo tanto del expresidente Andrés Manuel López Obrador como de la actual presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, y ha rechazado las críticas, alegando que detrás de las denuncias existen intereses ocultos. Este escenario ha sembrado dudas sobre la efectividad de las estrategias implementadas y sobre si realmente el gobierno local está dispuesto a confrontar el poder de los cárteles en Sinaloa.
El futuro de Culiacán y Sinaloa es incierto. Aunque el gobierno federal ha intensificado su presencia en la región, la violencia continúa sin dar señales de remitir. Los Chapitos y los Mayitos siguen en guerra, y la población se enfrenta a un panorama cada vez más desolador.
Mientras las calles de Culiacán siguen siendo escenario de balaceras y muertes, la pregunta que resuena en el aire es si alguna vez se logrará devolver la paz a una tierra marcada por la violencia del crimen organizado. Sin respuestas claras y con una guerra que parece no tener fin.