- 18 de diciembre de 2025
La escalada de Donald Trump contra Venezuela —con bloqueos petroleros, amenazas militares y reclamos sobre recursos energéticos— encendió las alertas en América Latina.

La tensión entre Estados Unidos y Venezuela dejó de ser un intercambio retórico para convertirse en una crisis con implicaciones regionales. Bloqueos petroleros, despliegues militares, acusaciones de "robo" de recursos y la designación del gobierno de Nicolás Maduro como organización terrorista han colocado a América Latina en una posición incómoda y frágil.
En ese escenario, México, a través de la presidenta Claudia Sheinbaum, decidió asumir un papel activo: rechazar cualquier intervención armada, apelar al derecho internacional y exigir que la ONU deje de ser espectadora. Mientras Donald Trump endurece su discurso y mueve piezas militares, la región observa con preocupación una confrontación que amenaza con desbordarse.

México fija postura: no intervención y defensa constitucional
Desde Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum dejó claro que, más allá de las opiniones sobre el gobierno venezolano, existe un principio que México no está dispuesto a negociar: la no intervención. Para la mandataria, el debate no gira en torno a simpatías políticas, sino al respeto al derecho internacional y a la Constitución mexicana.
"No estamos de acuerdo con intervenciones, ni injerencias y estamos de acuerdo con soluciones pacíficas.
Creo esa debería ser la posición de todos los países del hemisferio, cada presidente, el de Chile dio otra posición, pero vamos a buscar con todos los países que sí lo deseen buscar una solución pacífica."
Sheinbaum subrayó que el riesgo no es menor y que la región no muestra una postura unificada. Al referirse a la posición del presidente electo de Chile, José Antonio Kast, marcó distancia, pero insistió en que México buscará articular esfuerzos con quienes apuesten por una salida diplomática.
Para la presidenta, el eje del conflicto no es Maduro, sino el precedente que sentaría una intervención extranjera. "El tema central es el intervencionismo, el injerencismo", remarcó, al recordar que existen mecanismos multilaterales para procesar disputas sin recurrir a la fuerza.

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ONU bajo presión: México exige que actúe
La crisis también evidenció, a juicio del gobierno mexicano, la pasividad de las Naciones Unidas. Sheinbaum cuestionó la falta de iniciativa del organismo internacional frente a un escenario que podría derivar en violencia abierta.
"No se le ha visto", dijo al referirse al papel de la ONU, al tiempo que reiteró que, incluso ante las críticas al régimen venezolano, la salida debe ser el diálogo.
"Por la declaración del presidente Trump y la situación en Venezuela, reiteramos la posición de México acorde con la Constitución de no intervención, no injerencia extranjera, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias".
La mandataria incluso planteó que México podría fungir como espacio de negociación si las partes así lo consideran:
"Nosotros podemos estar como un punto de negociación, de reunión si así lo consideran las partes".
La Organización de las Naciones Unidas rompió el silencio. El 17 de diciembre, el secretario general António Guterres hizo un llamado directo a Estados Unidos y Venezuela para reducir de inmediato la tensión y evitar un conflicto de mayores dimensiones. A través de su portavoz adjunto, Farhan Haq, el jefe del organismo advirtió que ambas naciones están obligadas a respetar el marco jurídico internacional.
Guterres pidió que los dos gobiernos "cumplan con sus obligaciones en virtud del derecho internacional, incluida la Carta de la ONU y cualquier otro marco jurídico aplicable para salvaguardar la paz en la región", subrayando la necesidad de evitar acciones unilaterales que puedan detonar un enfrentamiento armado.
Trump endurece el cerco: petróleo, bloqueo y amenaza militar
Del lado estadounidense, Donald Trump elevó la confrontación a un nuevo nivel. Primero, anunció el bloqueo total de petroleros sancionados que operan desde y hacia Venezuela, y después justificó la medida con un discurso que reivindica derechos sobre los recursos venezolanos.
"Recuerden que nos quitaron todos nuestros derechos energéticos. Nos quitaron todo nuestro petróleo no hace tanto. Lo queremos de vuelta. Nos lo quitaron ilegalmente".
Trump insistió en que Venezuela expulsó a empresas estadounidenses y reiteró su intención de recuperar esos activos. Un día antes, había advertido que el bloqueo continuaría hasta que Caracas devolviera "el petróleo, la tierra y otros activos".

En un mensaje difundido en su plataforma Truth Social, el mandatario fue más allá al describir un escenario de presión militar directa:
"Venezuela está completamente rodeada por la Armada más grande jamás reunida en la historia de Sudamérica. Solo crecerá, y la conmoción para ellos será como nunca antes la han visto, hasta que devuelvan a Estados Unidos todo el petróleo, tierra y otros activos que previamente nos robaron".
Las acusaciones incluyeron señalamientos de terrorismo, narcotráfico y crimen organizado. A esto se suma la incautación de un petrolero venezolano frente a sus costas y el despliegue de miles de soldados y buques de guerra en la región.
Meses de amenazas: la ruta hacia una posible intervención
El endurecimiento no es aislado. Según un análisis de CNN, Trump ha insinuado o prometido una acción militar terrestre contra Venezuela en al menos 17 ocasiones desde septiembre. La retórica ha sido acompañada por una demostración de fuerza que incluye alrededor de 15 mil soldados estadounidenses, múltiples buques de guerra y operaciones marítimas bajo el argumento de combatir el narcotráfico y la migración irregular.
Sin embargo, dentro de la propia administración estadounidense se reconoce otro objetivo. La secretaria general de la Casa Blanca, Susie Wiles, afirmó que la presión busca la salida de Maduro: "Quiere seguir haciendo estallar barcos hasta que Maduro se dé por vencido. Y gente mucho más inteligente que yo en ese aspecto dice que lo hará".
Entre las opciones evaluadas se mencionan ataques aéreos contra instalaciones estratégicas o un intento directo de remover al mandatario venezolano.
Caracas responde: "pretensión guerrerista y colonialista"
Desde Venezuela, Nicolás Maduro respondió acusando a Trump de exhibir sus verdaderas intenciones: un cambio de régimen acompañado del control de los recursos.
"Sencillamente es una pretensión guerrerista y colonialista, y lo hemos dicho bastante y ya todo el mundo ve la verdad. La verdad ha sido revelada".
Maduro advirtió que el objetivo sería imponer un "Gobierno títere" dispuesto a entregar la soberanía del país. "Se pretende en Venezuela un cambio de régimen para imponer un Gobierno títere que no duraría ni 47 horas... Sencillamente, eso no va a pasar nunca, jamás".
El mandatario recordó que el sector petrolero venezolano fue estatizado en la década de 1970, desmontando la narrativa de un "robo" reciente de derechos energéticos.

Rusia entra en escena y alerta por consecuencias globales
La escalada también provocó reacciones fuera del continente. Rusia expresó su preocupación por las decisiones unilaterales de Washington y advirtió sobre el impacto en el transporte marítimo internacional.
"Observamos la continua y deliberada escalada de tensiones en torno a Venezuela, un país amigo nuestro. Es especialmente preocupante el carácter unilateral de las decisiones que suponen una amenaza para el transporte marítimo internacional".
Moscú pidió moderación y llamó a evitar "un error fatal" que podría tener "consecuencias impredecibles para todo el hemisferio occidental", al tiempo que reiteró su respaldo al gobierno de Maduro.
El dilema regional: entre la presión y la diplomacia
Mientras Estados Unidos intensifica su ofensiva y Venezuela se atrinchera en un discurso de soberanía, América Latina queda atrapada entre dos fuegos. La postura de México busca marcar un contrapeso: no romper la cooperación con Washington, pero tampoco avalar una salida armada.
La pregunta ahora no es solo qué pasará entre Washington y Caracas, sino si la región y los organismos internacionales serán capaces de frenar una escalada que amenaza con convertirse en un conflicto de alcance continental.
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