- 11 de junio de 2025
A un año del Mundial 2026, la CDMX llega con retrasos en el Estadio Azteca y en medio de una relación tensa con Estados Unidos.

La cuenta regresiva ha comenzado. En junio de 2026, el Estadio Azteca—Estadio Ciudad de México— debe recibir el partido inaugural del Mundial. Pero a 12 meses del evento, la capital mexicana enfrenta un panorama complejo: remodelaciones inconclusas, proyectos de transporte que apenas arrancan y una creciente tensión el Gobierno de México y el de Estados Unidos.
Centrobús: el nuevo eje de movilidad para el Centro Histórico
Uno de los anuncios más recientes del gobierno capitalino es el Centrobús, una línea de transporte que conectará los puntos clave del Centro Histórico para facilitar la movilidad durante el Mundial. Aunque podría parecer un sistema turístico, Clara Brugada, jefa de Gobierno de la CDMX, fue clara al decir que su función también es servir a los residentes:
"No solo turístico, sino que va a servir para que la población pueda llegar a los lugares de mayor interés comercial. Eso es para el Mundial".
La ruta contará con conexión a la Tarjeta de Movilidad Integrada y se sumará a otros esfuerzos como el nuevo Trolebús, la ampliación del Metrobús, ciclovías y la renovación del Metro. Sin embargo, no hay fecha de inicio confirmada, y especialistas advierten que los tiempos ya están justos.

Estadio Azteca: cambios de nombre, vestidores y butacas LED
El Azteca está cerrado desde mayo de 2024. Su reapertura está prevista para el 28 de marzo de 2026, a poco más de dos meses del Mundial.
El estadio será rebautizado como "Estadio Banorte" en eventos regulares, mientras que durante el torneo se llamará Estadio Ciudad de México, como parte de un acuerdo financiero por un préstamo de 2,100 millones de pesos.
Por petición de la FIFA, los vestidores fueron reubicados al centro del campo, lo que implicó demoler parte de la grada. También se instalarán nuevas butacas, luces LED en todas las columnas, un palco de prensa renovado y zonas exclusivas para aficionados. Pero muchos de estos trabajos aún están en proceso.
El partido inaugural está asignado al Estadio Azteca para el 11 de junio de 2026, pero algunas fuentes del Gobierno Federal admiten que podría estar en riesgo, dado que es uno de los eventos más vistos a nivel global. Aunque FIFA asegura que no existe un "Plan B", la presión por cumplir los estándares internacionales es evidente.

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Tensión en el AICM: taxistas contra apps y contra FIFA
Uno de los conflictos más visibles está en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Taxistas concesionados denuncian presiones de FIFA para desplazar sus servicios en favor de plataformas digitales como Uber o Didi. En una carta dirigida al Legislativo y a la presidenta Sheinbaum, afirman:
"La FIFA ha impuesto una serie de condiciones al gobierno de México, relacionadas con los estadios, trámites migratorios, seguridad pública, y también transporte".
La respuesta oficial no se hizo esperar. En conferencia matutina, Claudia Sheinbaum declaró que el gobierno busca garantizar un servicio eficiente sin desplazar a los concesionarios, mientras que la Secretaría de Marina, encargada de la seguridad en el AICM, señaló que algunos permisos están vencidos, pero que se mantiene el diálogo.
Además del transporte, preocupa la ausencia de información sobre otros aspectos críticos. La infraestructura tecnológica necesaria para transmisiones internacionales, los sistemas de respaldo eléctrico, e incluso las canchas de entrenamiento para las selecciones visitantes aún no están definidos o en obra.
Otro frente de conflicto se da con los dueños de palcos del Estadio Azteca, quienes preparan una acción colectiva para exigir su derecho a usar las instalaciones durante el Mundial. Aunque no se ha confirmado si FIFA limitará el acceso, la fricción jurídica puede escalar en los próximos meses.

Tensión diplomática podría empañar el Mundial 2026
Mientras las obras en el Estadio Azteca y la infraestructura de Ciudad de México avanzan contra reloj, un nuevo foco de incertidumbre se suma al panorama: la creciente tensión entre México y Estados Unidos, ambos coanfitriones del Mundial 2026 junto con Canadá.
En días recientes, Los Ángeles se convirtió en epicentro de protestas masivas luego de una ola de redadas migratorias encabezadas por ICE.
Las movilizaciones, que iniciaron de forma pacífica, derivaron en enfrentamientos violentos, incendios de vehículos y un despliegue sin precedentes de la Guardia Nacional ordenado por el presidente Donald Trump bajo el Título 10. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, condenó la violencia y exigió respeto al debido proceso para los al menos 42 connacionales detenidos, reiterando que "los migrantes no son criminales".

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La tensión escaló aún más tras las declaraciones de la secretaria de Seguridad Interior de EE.UU., Kristi Noem, quien acusó a Sheinbaum de incitar las protestas. La mandataria mexicana negó rotundamente las acusaciones y sostuvo una reunión urgente con Christopher Landau, subsecretario de Estado estadounidense, para intentar enfriar el conflicto.
Estas fricciones diplomáticas llegan en un momento delicado. Con miles de personas proyectadas para cruzar las fronteras entre sedes mundialistas, el riesgo de que la crisis migratoria contamine la cooperación binacional rumbo al torneo es latente. La FIFA no ha emitido postura, pero las tensiones ya plantean preguntas incómodas sobre la viabilidad política y logística de un evento de esta magnitud en un contexto de polarización creciente.
¿México está preparado?
Con más de 5 millones de turistas esperados, una red aérea ya saturada y sistemas de transporte que operan por debajo de su capacidad, México enfrenta un desafío monumental. Desde el Tren Ligero hasta los sistemas de alumbrado público, pasando por el corredor turístico Tlatelolco-Cuicuilco, las obras deben acelerarse sin margen de error.
Queda un año. El reloj avanza. Y la pregunta no es si habrá Mundial en México, sino a qué costo llegará a tiempo.
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