Sacerdote tzotzil Marcelo Pérez Pérez es baleado al salir de misa

El violento asesinato del sacerdote Marcelo Pérez Pérez, originario de la comunidad tzotzil de Chichelalhó, ha conmocionado a San Cristóbal de las Casas y reavivado las alarmas sobre la violencia que sacude al estado de Chiapas. Pérez Pérez, quien había participado activamente en la promoción de la paz y en la defensa de los derechos humanos, fue abatido a balazos tras concluir una misa en el barrio Cuxtitali.

Un ataque sin piedad en plena luz del día

El padre Pérez Pérez, quien fue ordenado como sacerdote en la diócesis de San Cristóbal de las Casas en abril de 2002, circulaba en su camioneta blanca Nissan cuando fue sorprendido por sicarios que lo emboscaron en las calles Peras y Manzanas, en el barrio Cuxtitali. Los atacantes, que se desplazaban en una motocicleta, abrieron fuego directamente contra el vehículo del sacerdote, impactando en el parabrisas izquierdo y acabando con su vida de manera instantánea.

Los primeros en llegar al lugar fueron vecinos del barrio, quienes rápidamente se acercaron a la escena al escuchar los disparos. Al encontrar al sacerdote inconsciente dentro de la camioneta, algunos intentaron llamar a los servicios de emergencia, pero cuando los paramédicos llegaron, ya era demasiado tarde. Pérez Pérez había perdido la vida.

Las autoridades, incluyendo la Policía Municipal, la Guardia Nacional y el Ejército, acordonaron el área y esperaron la llegada de los peritos y del Ministerio Público para iniciar las investigaciones. La Fiscalía General de Chiapas anunció que se ha abierto una carpeta de investigación por homicidio y prometió llevar a los responsables ante la justicia.

Un defensor de la paz, bajo la sombra de la violencia

Desde su ordenación, se había distinguido como un ferviente defensor de la paz en Chiapas, una región marcada por años de conflicto social y violencia. Durante su labor pastoral, Pérez Pérez había encabezado peregrinaciones en contra de la violencia, el narcotráfico y el alcoholismo, principalmente en los municipios indígenas de Simojovel y San Pedro Chenalhó. Su voz crítica lo convirtió en una figura de esperanza para muchos, pero también en blanco de amenazas.

En septiembre de este año, durante una peregrinación por la paz en Tuxtla Gutiérrez, Pérez Pérez declaró que "la violencia en Chiapas se ha desbordado" y llamó a los ciudadanos y a las autoridades a tomar acciones concretas para frenar la creciente inseguridad. "Ya no se aguanta", afirmó, enfatizando que la Iglesia debía ser un faro de esperanza en tiempos de crisis.

En 2015, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió una medida cautelar para proteger la vida del sacerdote, reconociendo el riesgo que corría debido a su trabajo en la defensa de los derechos humanos. A pesar de ello, en 2022, la Fiscalía General de Chiapas emitió una orden de aprehensión en su contra, acusándolo de estar involucrado en la desaparición forzada de 21 hombres en el municipio de Pantelhó en 2021.

El 26 de julio de ese año, un grupo armado conocido como "El Machete" secuestró a 21 personas en Pantelhó, y aunque algunos culparon al sacerdote por no haber intervenido, él siempre negó tener relación alguna con los hechos. "Es contradictorio que el gobierno me quiera proteger y, al mismo tiempo, me acuse de estos delitos", declaró Pérez Pérez en una entrevista en septiembre, evidenciando la complejidad de su situación.

La creciente violencia en Chiapas y el legado de Pérez Pérez

El asesinato del padre Marcelo ocurre en un contexto de creciente violencia en Chiapas, donde los enfrentamientos entre grupos criminales, paramilitares y las fuerzas del orden se han intensificado en los últimos años. La región ha sido testigo de secuestros, desapariciones forzadas y asesinatos, dejando a muchas comunidades indígenas sumidas en el miedo y la incertidumbre.

Durante su tiempo en Simojovel, lideró protestas contra el tráfico de drogas y el abuso del alcohol, movilizando a miles de personas en la región para exigir un cambio. También abogó por los derechos de los pueblos indígenas, denunciando la explotación y la marginación que estas comunidades han sufrido históricamente.

En Pantelhó, aunque su papel fue cuestionado tras la desaparición de los 21 hombres, muchos lo consideran un defensor de los derechos humanos y un hombre que buscaba la paz en medio de un entorno sumamente violento. Sus seguidores lo ven como una víctima de las circunstancias, atrapado entre su labor pastoral y las tensiones políticas y criminales que asolan a la región.

El impacto en la comunidad y la respuesta de las autoridades

El asesinato de Pérez Pérez ha generado una profunda tristeza entre los fieles de San Cristóbal de las Casas y otras comunidades donde el sacerdote trabajó. Las campanas de la iglesia de Guadalupe, de la cual era párroco, comenzaron a sonar poco después del atentado, mientras decenas de mujeres se reunieron en el lugar del asesinato para rezar y ofrecer sus respetos.

El obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Rodrigo Aguilar Martínez, confirmó la noticia del asesinato en un mensaje dirigido a la comunidad religiosa. "Con dolor les informo que el padre Marcelo ha sido asesinado tras salir de la misa. Su cuerpo será velado en la parroquia de Guadalupe", señaló el obispo, pidiendo a la comunidad mantener la fe y la esperanza a pesar de la tragedia.

Por su parte, el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón Cadenas, condenó el ataque y prometió que los responsables serán llevados ante la justicia. "Condeno y lamento profundamente el cobarde asesinato del padre Marcelo Pérez. Vamos a colaborar con las autoridades para que su muerte no quede impune", expresó el gobernador a través de sus redes sociales.

La Fiscalía General de Chiapas ha señalado que continuará con las investigaciones para esclarecer los hechos y garantizar que se haga justicia. Sin embargo, en un estado donde la impunidad ha sido la norma y la violencia sigue en aumento, muchos se preguntan si realmente se logrará dar con los responsables.

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