- 11 de septiembre de 2024
A pesar de que el proceso de vacunación contra el COVID-19 es de manera voluntaria en Filipinas, el presidente Rodrigo Duterte ha decidido aplicar mano dura a todas aquellas personas que no quieran inmunizarse y hasta amenazó con meterlos a prisión. En la nación del sudeste asiático se suelen violar las garantías individuales.

En Filipinas, un archipiélago del sudeste asiático y que cuenta con más de 100 millones de habitantes, la vacuna contra el COVID-19 será de carácter obligatorio o, de lo contrario, las personas no inmunizadas podrían ser arrestadas y terminar en prisión.
Esa fue la advertencia que hizo el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, quien de forma explícita le dijo a los ciudadanos: "ustedes eligen, vacuna o cárcel", a pesar de que el proceso de inmunización se hace de forma voluntaria y por parte de las autoridades sanitarias locales.
Inclusive, amenazó a las personas que rehúsan vacunarse o son antivacunas con inmunizarlas con ivermectina, un fármaco que suele emplearse para tratar a pacientes con COVID-19 y cuyo uso aún es puesto en duda por la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).

El mandatario dijo que está molesto, debido a que los filipinos no le hacen caso al gobierno y no acudirían a vacunarse contra el virus Sars-Cov-2, "Hay una crisis en este país", reconoció Duterte, debido a que se han registrado 23 mil 749 fallecidos y 1.3 millones de casos desde el inicio de la pandemia.
El ritmo de vacunación en el archipiélago asiático es lento: al 20 de junio, 2.1 millones de filipinos tenían un esquema completo; la meta para finales de 2021 es que 70 millones de habitantes lo tengan, para tratar de alcanzar la llamada inmunidad de rebaño.

No es la primera vez que Duterte propone o realiza acciones que estarían en contra de las garantías individuales, ya en el año 2017, ordenó "tirar a matar" a todas las personas que fueran sospechosas de colaborar con terroristas islámicos en la isla de Marawi.
Apenas a comienzos de 2021, Duterte se metió en otro embrollo a causa de sus dichos, pues opinó que la presidencia "no es un trabajo para mujeres", lo cual hizo que fuera catalogado como machista por parte de organizaciones feministas locales y foráneas.

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