Alan, un joven de 19 años de edad, abordó una unidad del transporte público como cualquier pasajero. Unos minutos más tarde, se levantó de su asiento y empezó a amenazar a una mujer para que le entregara su celular, como esta puso resistencia, él la golpeó en repetidas ocasiones.
Como la mujer comenzó a gritar, no sólo llamó la atención del resto de los pasajeros y el chofer, sino también de otros transeúntes y hasta de unos policías. Alan descendió del autobús, corrió unas calles y hasta buscó pasar desapercibido con un cambio de ropa.
Todo fue en vano. Los policías dieron con él, lo sometieron para meterlo en un vehículo de la policía y así trasladarlo a una estación de vigilancia. Justo en ese momento, sentado en el asiento trasero de la unidad, Alan hizo lo que pocos ladrones al verse acorralado: llorar y pedir por su mamá.
Este curioso hecho tuvo lugar en la ciudad de Surco, Perú. Cuando la agredida reconoció a Alan, este empezó a lagrimear y a solicitar el auxilio de su mamá. Petición que los policías no aceptaron e igualmente fue trasladado a la comisaría.
La propietaria del celular aseguró que Alan portaba una camisa roja y tipo polo cuando la agredió, pero al descender de la unidad y salir corriendo, se la quitó para quedar en una camisa negra. Los uniformados encontraron el celular robado al interior de sus prendas.