- 14 de julio de 2025
En México, el estrés financiero se ha vuelto una epidemia silenciosa que desencadena insomnio, irritabilidad y depresión

El dinero no compra la felicidad, pero su ausencia desata tormentas mentales. Tener deudas no es solo un problema de cifras: es una carga emocional que puede alterar el sueño, quebrar relaciones y hundir la productividad.
Arturo Morales Castro, investigador de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM, advierte: "Insomnio, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, ansiedad, depresión e irritabilidad son algunas de las manifestaciones de un problema generalizado de salud conocido como estrés financiero".

¿Qué es el estrés financiero y por qué va en aumento?
Es el malestar persistente que se origina cuando los ingresos no alcanzan, las deudas se acumulan y las decisiones financieras se posponen.
Puede surgir al no poder pagar servicios básicos, al depender del crédito para sobrevivir o al vivir con miedo constante a perder el empleo. En palabras de Morales Castro, "es cada vez más frecuente escuchar en nuestro entorno que el dinero no alcanza: ´no llego a la quincena o necesito buscar otro ingreso´", un signo claro de que algo está fallando en la economía familiar.
Deudas, ansiedad y el deterioro de la salud emocional
Los números preocupan. Según la CONDUSEF, más del 40% de los mexicanos que enfrentan dificultades económicas experimentan ansiedad o depresión. Además, el 19% destina al menos la mitad de su ingreso mensual al pago de deudas. La presión constante por pagar genera un círculo vicioso de desesperanza: se pide un préstamo para cubrir otro, se difieren pagos, se deteriora la salud mental.
En casos extremos, como señala un informe de la American Psychological Association, la ansiedad crónica por cuestiones financieras puede derivar en conductas de riesgo como el abuso de sustancias, atracones de comida o abandono total del autocuidado. El problema se agrava en mujeres, jóvenes y personas de bajos ingresos, quienes padecen mayor vulnerabilidad ante este tipo de presiones.
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El impacto invisible en la vida cotidiana
La preocupación económica no se queda en casa: se filtra en cada aspecto de la rutina. La ansiedad financiera reduce la concentración, merma el rendimiento laboral y dispara el ausentismo. También afecta la convivencia: las peleas de pareja por dinero son cada vez más comunes. "Las tensiones financieras pueden dañar las relaciones familiares y personales debido a la constante preocupación y discusiones sobre dinero", advirtió Morales Castro.
En el ámbito estudiantil, un estudio publicado por Springer Link documenta que el estrés económico puede generar depresión, ansiedad y hasta alcoholismo en jóvenes que no pueden pagar sus estudios o viven al límite para mantenerse en la universidad.

¿Cómo salir del hoyo? Acciones concretas contra el estrés financiero
La solución no está en ignorar el problema. La organización Mental Health First Aid International propone empezar por reconocerlo y buscar apoyo. Estas son algunas medidas clave:
- Presupuesto realista. Anotar todos los ingresos y egresos para detectar fugas de dinero y tomar el control.
- Eliminar deudas caras. Pagar primero las que generan más intereses, como las tarjetas de crédito.
- Ahorrar, aunque sea poco. Un fondo de emergencia reduce la angustia ante imprevistos.
- Buscar asesoría confiable. No caer en empresas que prometen soluciones mágicas a cambio de cuotas sospechosas.
- Retrasar compras grandes. Evitar decisiones impulsivas hasta tener estabilidad financiera.
Hay quienes gastan para aparentar. Otros, porque no tienen de otra. Pero en ambos casos, las consecuencias pesan. Morales Castro lo resume así: "Cuando la situación monetaria empeora, existe el riesgo de adquirir endeudamientos impagables al intentar resolver problemas menores mediante créditos de alto costo".
La ansiedad de deber no es un asunto menor: es una bomba de tiempo que amenaza el equilibrio emocional y físico de millones de personas. La única salida real está en enfrentarla con información, planeación y, sobre todo, con voluntad de cambiar los hábitos financieros.
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