HAY DIVERSAS TEORÍAS
¿Traición o venganza? Estas serían las razones por las que asesinaron a "El Panu"
El asesinato de “El Panu” destapó hipótesis de traición interna, venganza familiar y reacomodos criminales en Los Chapitos tras la guerra en Sinaloa.
El asesinato de Óscar Noé Medina González, alias “El Panu”, ocurrido en pleno corazón de la Zona Rosa de la Ciudad de México, dejó más preguntas que respuestas. La ejecución no sólo eliminó a una de las figuras clave del aparato de seguridad de Los Chapitos, sino que reveló señales inquietantes de traición, filtraciones internas y posibles venganzas que trascienden el ámbito criminal para adentrarse en conflictos familiares.
“El Panu” no era un operador menor. Era el más reciente jefe de seguridad de la facción encabezada por Iván Archivaldo Guzmán Salazar y uno de los hombres más cercanos al núcleo de poder de Los Chapitos.
Su presencia en la capital, lejos de su bastión en Sinaloa, parecía responder a una estrategia de bajo perfil. Sin embargo, esa aparente calma terminó en un ataque minuciosamente planeado que mostró un conocimiento preciso de sus movimientos.
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Un asesinato sin margen de error
Las investigaciones apuntan a que el agresor sabía exactamente dónde encontrar a su objetivo. No hubo persecución, seguimiento ni vigilancia previa. La camioneta en la que “El Panu” se desplazó con su familia no mostró señales de rastreo, y tampoco se detectaron observadores en el exterior del restaurante mientras se encontraba cenando.
El sicario llegó solo al establecimiento Luaú, ingresó sin titubeos y disparó de inmediato. Los peritajes revelaron catorce lesiones provocadas por doce disparos, todos certeros, dirigidos a zonas vitales. La ejecución fue rápida, directa y sin errores, lo que sugiere experiencia, entrenamiento y, sobre todo, información privilegiada.
El perfil del agresor y la calma como firma
Las cámaras de seguridad captaron a un hombre con gorra y cubrebocas, vestido de forma discreta, que actuó con absoluta serenidad. Tras el ataque, salió caminando del restaurante, sin correr ni llamar la atención de clientes o transeúntes.
Durante su huida, fue visto hablando por teléfono mientras avanzaba por calles concurridas de la colonia Juárez. Esa conducta reforzó la hipótesis de que mantenía comunicación con alguien más y que el ataque no fue improvisado, sino coordinado desde fuera.
El recorrido posterior al crimen fue clave para las autoridades. El agresor cruzó Paseo de la Reforma con actitud relajada y se internó en el centro comercial Reforma 222. Dentro del inmueble se movió como cualquier cliente, subió escaleras y entró a un baño, donde permaneció varios minutos antes de salir sin contratiempos.
Sobre este punto, el periodista Carlos Jiménez difundió el mensaje que marcó una de las principales líneas de investigación:
“TRAICIONARON al PANU Así andaba el sicario que cazó y mató al jefe de seguridad de Los Chapitos. Andaba solo, y se fue caminando solo hasta meterse a un baño de Reforma 222. Alguien le avisó donde estaba su objetivo.@SSC_CDMX y @FiscaliaCDMX lo buscan”.
La ausencia de vigilancia y la llegada directa al punto exacto donde se encontraba “El Panu” apuntan a una filtración desde su entorno más cercano.
El peso de la venganza familiar
Más allá de la traición interna, otra hipótesis ha cobrado fuerza en Sinaloa: la de una venganza relacionada con el asesinato de su sobrino, Alan Zamudio.
El 17 de septiembre de 2024, el cuerpo de Alan Jesús Zamudio, de 28 años, fue localizado bajo un puente del libramiento Benito Juárez “La Costerita”, en el sur de Culiacán. Su asesinato ocurrió apenas ocho días después del inicio de la guerra entre Los Chapitos y La Mayiza.
El joven, cantante y creador de contenido, formaba parte de una generación de músicos e influencers que comenzaban a ganar notoriedad en redes sociales. Su muerte, violenta y pública, dejó al descubierto tensiones familiares que se mezclaron con la lógica implacable del narcotráfico.
Audios, lealtad y una acusación que persiste
Tras el asesinato de Alan Zamudio, circularon audios atribuidos a su madre, en los que se narraba que el joven decidió permanecer en Culiacán pese a las amenazas, motivado por su lealtad hacia su tío “El Panu”, a quien consideraba como una figura paterna.
En uno de los fragmentos más difundidos, se escucha:
“Mi hijo dijo: ‘Yo no me muevo de mi casa porque quiero mucho a mi tío’. Su tío es el Panu. Él es su tío, su tío político. Y ojalá él escuche este audio y sepa que mi hijo tiene más lealtad que él”.
En los mismos audios, la madre cuestiona la protección familiar dentro del entorno criminal y denuncia la falta de respuesta de las autoridades tras reportar la desaparición de su hijo.
La versión que conecta ambos asesinatos
De acuerdo con versiones recogidas en Sinaloa y difundidas por el periodista José Luis Montenegro en su podcast Narcomundo, “El Panu” habría ordenado el asesinato de su propio sobrino como represalia, debido a que el padre de Alan pertenecía a la facción rival de La Mayiza.
Aunque esta versión no ha sido confirmada oficialmente, ha ganado fuerza en el contexto de la guerra interna que atraviesa el Cártel de Sinaloa desde septiembre de 2024. De ser cierta, el asesinato de “El Panu” podría interpretarse como una devolución de la afrenta, una venganza ejecutada con la misma frialdad con la que se toman decisiones dentro del crimen organizado.
¿Traición o negociación estratégica?
El periodista especializado en seguridad Óscar Balderas aportó una lectura más amplia del contexto en el que se dio la ejecución:
“La detención del suegro y cuñado de Iván Archivaldo, además de la traición/asesinato contra ‘Panu’, no pueden ser casualidad. O Los Chapitos están siendo traicionados a mansalva, o están entregando a su gente a cambio de una negociación”.
Balderas también subrayó que el crimen no parece responder a una operación de inteligencia convencional:
“No habría sido el resultado de una operación de inteligencia oficial, sino de una traición o filtración desde el círculo más cercano del propio ‘Panu’”.
Estas afirmaciones refuerzan la idea de que el grupo atraviesa un proceso de desgaste interno, donde las lealtades se fragmentan y la sobrevivencia se negocia pieza por pieza.
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Filtraciones y sos
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pechas institucionales
La manera en que “El Panu” se desplazaba por la Ciudad de México ha reforzado la hipótesis de una posible filtración institucional. Pese a ser identificado como un objetivo prioritario por autoridades mexicanas y estadounidenses, no contaba con un esquema de seguridad visible y frecuentaba zonas céntricas sin mayores precauciones, lo que sugiere que se sentía protegido o fuera del radar.
En el pódcast Narcosistema, la periodista Anabel Hernández expuso la hipótesis de que el homicidio de “El Panu”, fue posible gracias a una presunta filtración interna dentro de la propia SSC-CDMX. Según esta versión, un funcionario habría proporcionado la ubicación exacta del operador de Los Chapitos mientras cenaba en el restaurante oriental “Luau”, a cambio de un soborno cercano a los 200 mil dólares.
Hernández sostiene que “El Panu” se movía sin escolta armada propia debido a una supuesta protección policial, lo que habría generado una falsa sensación de seguridad. Asimismo, la periodista atribuye la autoría intelectual del crimen a Fausto Isidro Meza Flores, “El Chapo Isidro”, en el contexto de la disputa criminal en Sinaloa. Hasta ahora, las autoridades no han confirmado estas versiones ni reportado detenciones relacionadas con una posible filtración.
Un golpe directo al círculo de Iván Archivaldo
La relación entre “El Panu” e Iván Archivaldo Guzmán iba más allá de lo operativo. Diversos testimonios periodísticos lo describen como su amigo cercano, compadre y principal brazo logístico. Era quien intervenía para contener excesos, coordinar células armadas y mantener el equilibrio interno.
Especialistas en narcotráfico mexicano refieren que Óscar Noé Medina González funcionaba como una figura de control y estrategia dentro del grupo. Su asesinato no sólo elimina a un jefe de seguridad, sino que deja expuesto el núcleo más vulnerable de Los Chapitos.
La muerte de “El Panu” parece ser algo más que un ajuste de cuentas. Es una señal de fractura, de traición o de venganza largamente gestada. Ya sea como castigo interno, revancha familiar o resultado de negociaciones oscuras, su asesinato marca un antes y un después en la guerra que consume al Cártel de Sinaloa.
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