- 07 de diciembre de 2025
Maritza Espino fue asesinada por su esposo después de denunciar violencia; ahora sus dos hijas están desaparecidas y él es el principal sospechoso.

La historia de Maritza Espino, una joven madre de 28 años, ha conmocionado a Uruapan. Lo que comenzó con la desaparición de sus hijas, Sofía Camila, de seis años, y Maritza Natalia, de cuatro, derivó en la confirmación de un crimen atroz: Maritza fue hallada sin vida dentro de un tambo abandonado en un canal cercano al Río Grande de la Ciénega.
La desaparición de las menores activó alertas Amber a nivel nacional, movilizó a colectivos de búsqueda y dejó a una familia sumida en la incertidumbre absoluta. La preocupación crece con cada día que pasa sin respuestas claras de la Fiscalía de Michoacán, que ha confirmado que el principal sospechoso es Luis Felipe D. G., pareja de Maritza y padre de ambas niñas.
Denunció agresiones, pero nunca recibió ayuda
Quienes conocían a Maritza sabían que su relación estaba marcada por episodios constantes de agresiones físicas, insultos y control económico. Su familia relata que durante meses intentó separarse de Luis Felipe, pero cada intento estaba acompañado de represalias.
Ella buscó ayuda institucional. Tramitó medidas de protección. Denunció amenazas y golpes. Sin embargo, según su hermana, Diana, ninguna autoridad le brindó acompañamiento efectivo, ni se concretaron las medidas que podrían haber prevenido lo que hoy se investiga como feminicidio.

El 18 de noviembre, Maritza tomó la decisión final: le comunicó a Luis Felipe que quería divorciarse. Desde ese momento la violencia escaló. La familia cuenta que él comenzó a controlar a las niñas como forma de presión. Incluso habría acudido a la escuela para sacarlas sin autorización, obligando a Maritza a regresar al domicilio donde vivían.
El episodio más estremecedor ocurrió en una videollamada: Luis Felipe, con un arma en la mano, apuntó a la cabeza de la hija mayor, mientras exigía que Maritza volviera con él. Temiendo por la vida de las menores, regresó. Ese fue el punto de quiebre. El 24 de noviembre, la familia perdió contacto con las tres.
Cinco días después, hallaron a Maritza. A las niñas, no
El 29 de noviembre, agentes municipales localizaron un tambo de plástico arrojado en una zona de vegetación en la colonia 18 de Marzo. Dentro estaba el cuerpo de Maritza. Los peritajes mostraron lesiones de proyectil de arma de fuego, lo que confirmaba un crimen violento y directo.
La ausencia de las niñas en la escena desató un operativo de emergencia que hasta hoy no ha arrojado resultados. Para colectivos de mujeres y organizaciones de búsqueda, la desaparición de las menores agrava un caso que ya de por sí exhibe los fallos en los mecanismos de protección a víctimas de violencia familiar.

Felipe huyó con sus hijas; temen por sus vidas
Aunque la Fiscalía Estatal reconoce públicamente que Luis Felipe es investigado por feminicidio y desaparición, la familia acusa que no existe una búsqueda real para detenerlo. Aseguran que desde hace días no reciben actualizaciones claras ni avances sobre el paradero de las niñas.
Además, hay un elemento que enciende todas las alertas: Luis Felipe tiene ciudadanía estadounidense, y según los testimonios, él mismo aseguró que podría llevarse a las pequeñas a Estados Unidos. Esta posibilidad mantiene a la familia en un estado de angustia permanente, temiendo que cada hora que pasa complique aún más la localización de las menores.
La casa donde vivía la familia está asegurada por la Policía Municipal. Peritos trabajan en la recolección de indicios que permitirían reconstruir las horas previas al asesinato. Todo apunta a que Maritza habría permanecido en ese lugar antes de ser asesinada.

El fiscal de Michoacán, Carlos Torres Piña, señaló que agentes de unidades especializadas en feminicidio, desaparición y la Fiscalía Regional de Uruapan trabajan en el caso desde el día del hallazgo.
Sin embargo, no ha revelado detalles sobre la identidad del presunto responsable, "por el debido proceso". Para las familias, este silencio institucional contrasta con la urgencia del caso, donde cada minuto podría ser clave para salvar a las niñas. A once días de la desaparición, Sofía Camila y Maritza Natalia siguen sin ser localizadas.
Una ciudad que exige justicia
Las redes sociales se han convertido en la herramienta principal de difusión. La familia de Maritza ha compartido fichas, fotografías, llantos y súplicas. Temen que las niñas sean víctimas de otro delito, que estén en otro estado o incluso en otro país.
Colectivos feministas, grupos de madres buscadoras y habitantes de Uruapan han anunciado una marcha para este domingo 7 de diciembre en Morelia. Buscan justicia para Maritza y visibilizar la urgencia de encontrar a sus hijas.
Mientras tanto, las calles de Uruapan cargan con una mezcla de rabia, dolor y esperanza. Cada volante pegado, cada ficha compartida y cada brigada ciudadana revela un mismo deseo: que Sofía Camila y Maritza Natalia regresen a casa.
Una tragedia que pudo evitarse
El caso de Maritza es otra muestra del peligro que enfrentan miles de mujeres que denuncian violencia sin recibir protección efectiva. Ella pidió ayuda. Señaló a su agresor. Avisó que temía por la vida de sus hijas. Nadie actuó a tiempo.
Hoy, su familia no solo enfrenta el duelo por su feminicidio, sino la angustia de buscar a dos niñas que desaparecieron con el mismo hombre que la asesinó. Y Uruapan, como tantas ciudades en México, vuelve a preguntarse: ¿cuántas alertas más se necesitan para que una mujer sea protegida?
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