- 21 de noviembre de 2025
Los ciberdelincuentes ofrecen supuestos trabajos sencillos para atraer a sus víctimas y luego exigir inversiones para liberarlas.

La estafa del “like” está dejando de ser un engaño marginal para convertirse en una maquinaria internacional altamente sofisticada. Lo que empezó como pequeñas ofertas de “microtareas” para ganar dinero desde el celular se ha transformado en uno de los fraudes digitales más lucrativos en México y toda Latinoamérica
Telegram, por su estructura y anonimato, se ha convertido en el epicentro de esta operación que mezcla manipulación emocional, ingeniería social y promesas de dinero fácil.

Cómo empieza el fraude: el anzuelo del “trabajo fácil”
La puerta de entrada es casi siempre la misma: un mensaje inesperado, generalmente por Telegram, aunque también circula por WhatsApp, Instagram y Facebook. Los estafadores lanzan miles de contactos al día hasta que alguien responde.
La oferta suena inofensiva: ganar pequeñas cantidades realizando acciones simples como dar “me gusta”, seguir cuentas o compartir publicaciones. Y aquí aparece el detalle que vuelve tan peligroso el método: al inicio, pagan de verdad.
Ese primer depósito cumple una función psicológica clave: refuerza la idea de que se trata de un trabajo legítimo. A partir de ahí empieza la construcción de confianza. La víctima cree haber encontrado un ingreso extra real y repite las tareas sin cuestionarlas.
Cuando ese vínculo está afianzado, llega el siguiente paso. El usuario recibe una invitación a un “nivel avanzado” o un “grupo especial”, donde supuestamente podrá acceder a ganancias más altas. Todo parece profesional: lenguaje formal, capturas de pantalla de supuestos pagos, testimonios reales… o manipulados con IA.
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La fase crítica: el día que la víctima hace su primera transferencia
El salto mortal ocurre cuando el usuario realiza el primer pago para “activar una tarea premium” o “liberar ganancias acumuladas”.
Ahí se rompe el hechizo. La transferencia cae en plataformas fantasma, los operadores desaparecen, los grupos se cierran y la víctima queda bloqueada. En algunos casos, la estafa no termina ahí: con los datos bancarios y personales obtenidos, los delincuentes han abierto cuentas, pedido créditos y realizado operaciones financieras ilegales.
Telegram facilita el desplazamiento de estos grupos:
pueden borrar canales en segundos,
clonar perfiles,
y mover a las víctimas entre chats sin dejar huella.

La psicología detrás del engaño: una confianza fabricada
El éxito del fraude no reside en la tecnología, sino en la manipulación emocional. Los estafadores no piden dinero al inicio porque saben que eso provoca desconfianza. Generan primero una relación positiva, con pequeños premios inmediatos, para bajar las defensas de la víctima.
Ese mecanismo se conoce como fraude de confianza progresiva, hoy uno de los métodos más rentables de la ciberdelincuencia. La víctima siente que controla la situación, cuando en realidad está siguiendo un guion calculado para llevarla a la trampa económica.
Cómo protegerse del fraude del “like”
Las autoridades coinciden en un punto: nadie paga por dar likes. Y cualquier oferta que prometa ganancias por seguir cuentas, ver videos o recomendar enlaces debe considerarse sospechosa desde el primer contacto.
Recomendaciones clave:
- Desconfiar de “trabajos” sin contrato, empresa verificable ni domicilio fiscal.
- Nunca enviar dinero para “subir de nivel” o “garantizar ganancias futuras”.
- No compartir datos personales, bancarios o copias de documentos.
- Evitar recibir o enviar transferencias desde canales informales.
- Revisar siempre si el número o usuario aparece reportado por otros afectados.
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