- 28 de octubre de 2025
El líder sindical Noé Pérez Urquidi, dirigente de la CATEM en Oaxaca, fue asesinado a balazos en el estacionamiento de un centro comercial en Salina Cruz.

El asesinato de Noé Pérez Urquidi, dirigente de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), vuelve a encender las alertas sobre la violencia dirigida contra líderes sindicales en el país. Pérez Urquidi fue atacado a balazos el lunes en el estacionamiento del centro comercial Plaza Pabellón, en Salina Cruz, Oaxaca.
La Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO) confirmó los hechos y anunció "el inicio de las investigaciones correspondientes respecto a la agresión en que una persona perdió la vida, víctima identificada como N.P.U. (líder sindical), hechos ocurridos en Salina Cruz".

Un ataque directo en plena zona comercial
De acuerdo con reportes locales, Pérez Urquidi había acudido a una reunión en un restaurante del centro comercial y, al retirarse, fue interceptado por sujetos armados que le dispararon en repetidas ocasiones. Testigos informaron que su acompañante salió ileso, lo que refuerza la hipótesis de que se trató de un ataque directo.
Elementos de la Fiscalía estatal desplegaron un equipo interdisciplinario para llevar a cabo las primeras diligencias y establecer líneas de investigación. Hasta el momento, no se han reportado detenidos.
Luto sindical en Oaxaca
El Sindicato 04 de Abril, al que pertenecía Pérez Urquidi, publicó un mensaje en redes sociales para despedirlo: "Hoy perdimos un gran amigo y un gran líder". En vida, Noé Pérez Urquidi era reconocido por su papel en la defensa de los derechos laborales dentro de la CATEM, organización con presencia nacional que agrupa a miles de trabajadores en distintos sectores.
Su asesinato deja un vacío en el movimiento sindical del Istmo de Tehuantepec, donde la disputa por contratos colectivos y el control de obras estratégicas ha generado tensiones en los últimos años.

Violencia política y sindical en distintas regiones del país
El homicidio de Pérez Urquidi no es un hecho aislado. En los últimos meses, varios líderes sindicales y políticos locales han sido víctimas de ataques armados en distintas partes de México.
El pasado 27 de junio, Humberto Piza Pérez, dirigente de la sección 19 del Sindicato Único de Servidores Públicos del Estado de Guerrero (SUSPEG), fue asesinado a balazos en Acapulco. En agosto, el secretario general de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) en Cancún, Mario Machuca Sánchez, también fue ejecutado. Tres presuntos autores materiales fueron detenidos posteriormente en la Ciudad de México.
A esta lista se suman asesinatos recientes de figuras políticas locales: en Michoacán, Roberto Ramírez Zárate, síndico morenista del ayuntamiento de Penjamillo, fue asesinado a balazos el domingo pasado mientras conducía por la carretera Numarana-Penjamillo. En Guerrero, el operador político Antonio Bravo Salgado, cercano a la senadora Beatriz Mojica Morga, fue hallado muerto en su domicilio tras un presunto asalto.
Impunidad y riesgo para quienes ejercen liderazgo
La repetición de estos crímenes revela un patrón de violencia contra quienes ocupan cargos sindicales, políticos o comunitarios, muchas veces en contextos donde confluyen intereses económicos, obras públicas y crimen organizado.
La impunidad sigue siendo la constante. Pese a los comunicados oficiales, las investigaciones suelen quedar inconclusas o fragmentadas entre autoridades locales y federales.
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