- 10 de julio de 2025
Cuatro integrantes de la familia Pelcastre Magallanes lograron escapar tras permanecer cinco días privados de la libertad en Tijuana.

La familia Pelcastre Magallanes desapareció el 4 de julio sin dejar rastro en Tijuana. Cinco días más tarde, la noche del miércoles 9, padre, madre y sus dos hijos lograron hacer lo que parecía imposible: escapar de sus secuestradores.
Caminando entre la oscuridad y el miedo, llegaron hasta una iglesia cristiana en la colonia Las Torres Parte Baja, donde pidieron auxilio. "Nos iban a matar", dijo uno de ellos a la policía que llegó tras la llamada de emergencia.

El secuestro: amenazas, golpes y un tráiler robado
Todo comenzó la tarde del viernes 4 de julio, cuando hombres armados irrumpieron en la yarda donde vivía y trabajaba la familia, en la bajada del bulevar Terán Terán. Buscaban un supuesto cargamento de droga. El padre, Christian Daniel, les respondió que no sabía de qué hablaban. La negativa fue suficiente para que se los llevaran por la fuerza.
El grupo secuestrador también se llevó un tráiler y una pipa, que luego fueron reportados como robados. Uno de los vehículos fue localizado al día siguiente, abandonado, pero no había señales de las víctimas.
La familia fue mantenida cautiva en condiciones extremas. Uno de los hijos relató que fueron llevados a un "hoyo" junto a un canal de aguas negras.
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Estaban amarrados con cinchos de plástico, sin poder ver el exterior ni tener idea de dónde estaban. Todos presentaban señales de violencia: fracturas, laceraciones, golpes en rostro y cráneo. Fueron golpeados desde el inicio y encerrados sin comunicación, sin peticiones de rescate, sin contacto con nadie.

La huida: correr sin rumbo, pero con esperanza
A las 20:00 horas del miércoles, aprovecharon un descuido de los captores para escapar. Heridos, aún con las ataduras en las muñecas, corrieron hasta encontrar una iglesia con el nombre esperanzador de "Misión de Dios". Vecinos y feligreses les ofrecieron resguardo, comida y llamaron al 911. Agentes municipales confirmaron que se trataba de los desaparecidos buscados por las autoridades desde hacía días.
Durante todo ese tiempo, Daniela, hija mayor del matrimonio, denunció la desaparición en redes sociales. Fue la primera en alertar del caso públicamente, desesperada por la falta de respuesta y por los signos de violencia que encontró en el domicilio. "Por favor, me urge encontrar a mi familia. Estoy desesperada", escribió. Sus publicaciones jugaron un papel clave en mantener el caso visible.
Ningún miembro de la familia recibió llamadas de los secuestradores ni se pidió rescate. La motivación del crimen aún es un misterio. La Fiscalía General del Estado de Baja California mantiene abiertas las investigaciones, pero hasta el momento no hay detenidos, ni información sobre material de videovigilancia.
Por ahora, la familia se encuentra bajo resguardo institucional y fue trasladada a un hospital para atención médica. Lo que sigue es una investigación que esclarezca quiénes están detrás de este secuestro sin exigencias, sin contacto y con una amenaza de quitarles la vida.
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