APRENDÍA A USAR ARMAS LARGAS
"Mi arma se compone de cargador": hallan cuaderno con apuntes en Rancho Izaguirre de Teuchitlán
El lenguaje formal y sistemático de los escritos confirma que los reclutas de Teuchitlán recibían formación en el uso de armamento.
En el Rancho Izaguirre continúan los hallazgos de pertenencias de las víctimas del campo de exterminio de Teuchitlán. Recientemente, se descubrió un cuaderno con apuntes que detallaba las partes de las que se compone un arma.
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Como se ha confirmado por las indagatorias, el predio en Jalisco funcionaba como un centro de entrenamiento de sicarios, presuntamente controlado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
El cuaderno también cuenta con apuntes sobre el desarme de un fusil AR-15, arma de uso común en operaciones militares y criminales.
En sus páginas se lee: "Solicito autorización para realizar el desarme parcial de mi AR-15", seguido de una descripción técnica detallada de sus componentes.
El lenguaje formal y sistemático de los escritos confirma que los reclutas recibían formación en el uso de armamento. Según el colectivo Guerreros Buscadores, estos documentos eran parte del material didáctico usado en el rancho para entrenar a los jóvenes en el manejo de armas largas.
El testimonio de un exrecluta, Luis "N", entrevistado por el youtuber Gusgri, coincide con estos hallazgos. En la conversación, el joven reveló que debían pedir permiso en todo momento.
"Teníamos que pedir autorización hasta para tomar agua, usar el baño o recoger una escoba".
Este sistema de control buscaba someter psicológicamente a los nuevos integrantes y hacerlos dependientes de la organización criminal.
La "escuelita del terror"
Testimonios indican que el Rancho Izaguirre operaba como un centro de reclutamiento forzado. Los jóvenes, principalmente de otros estados, eran captados con falsas ofertas laborales en redes sociales y citados en la Central de autobuses de Guadalajara, donde eran trasladados al rancho. Al llegar, les quitaban sus pertenencias y les asignaban un apodo que reemplazaba sus nombres reales.
El entrenamiento era exhaustivo. Dormían hacinados en un galpón cubierto con láminas y practicaban ejercicios extremos: correr con llantas, combatir bajo alambres de púa y realizar recorridos en un laberinto que debían memorizar. Quienes superaban esta etapa, llamada "el kinder", eran enviados a otras regiones para combatir.
La segunda fase, conocida como "la escuelita del terror", se ubicaba a varias horas de distancia y su entrenamiento era aún más brutal. Se usaban proyectiles congelados capaces de penetrar la piel y los instructores, exmilitares mexicanos y colombianos, eran violentos.
Sobrevivientes relataron que algunos llegaban ebrios y castigaban con extrema crueldad a los reclutas. Los errores eran castigados con la muerte.
"Si alguien cometía un error, lo mataban ahí mismo. No había margen", aseguró Indira Navarro, líder del colectivo Guerreros Buscadores, en entrevistas con medios nacionales.
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El hallazgo de estos documentos y testimonios confirma que el Rancho Izaguirre operaba como un centro de adoctrinamiento y ejecución para el crimen organizado. Para más noticias, no dudes en seguirnos en Google News y en nuestro canal de WhatsApp para recibir la mejor información. Te invitamos a suscribirte gratis a nuestro Newsletter.
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