EL LIMBO FORENSE
Francisca, Julio y José: los desaparecidos que permanecen olvidados en el Semefo
Cientos de cuerpos permanecen sin identificar en los Semefo del país, mientras familiares enfrentan el abandono institucional y una larga espera sin respuestas.
En el tedio burocrático y la desidia institucional que rodea la identificación de cuerpos en México, historias como las de Francisca, Julio y José resuenan cómo un claro ejemplo de lo que algunas instituciones pueden lograr al no manejar una buena organización. Madres buscadoras, con su dolor en el corazón, recorren incansablemente morgues y oficinas gubernamentales, mientras la lentitud y el desorden en los Servicios Médicos Forenses (Semefos) alargan una pesadilla que pareciera no tener fin.
Estos tres casos revelan una brutal realidad, esa a la que se enfrentan miles de familias, sobre todo en la que la incertidumbre de no saber el paradero de sus seres queridos que podrían permanecer olvidados en una cámara fría o enterrados en una fosa común.
En México, la acumulación de cuerpos no identificados en los Semefos y panteones forenses es una crisis que trasciende lo imaginable. Según algunas investigaciones recientes, más de 800 cuerpos y restos óseos permanecen sin identificar en estos lugares, resultado de un sistema forense saturado y una burocracia incapaz de responder eficazmente.
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La situación, además de reflejar la negligencia institucional, representa un obstáculo doloroso para las familias de las personas desaparecidas, quienes buscan desesperadamente una resolución, la cual se le ha negado a muchos pese a la gran insistencia de algunas organizaciones.
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La historia de Francisca: la madre que encontró a su hija en el Semefo
María Dolores Patrón Pat, líder del Colectivo Madres Buscadoras de Quintana Roo, protagonizó una de las historias más desgarradoras. Durante más de cuatro años buscó incansablemente a su hija Francisca Mariner Flores Patrón, quien fue privada de su libertad mientras estaba en su hogar con su bebé. Su lucha incluyó marchas y protestas que visibilizaron su caso, pero el desenlace fue amargo: Francisca había estado todo este tiempo en el Semefo de la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo, sin que nadie informara a su madre.
Entre lágrimas, María Dolores expresó: "Hoy encontré a mi hija Francisca. Hoy está en casa, donde siempre debió estar. No en las condiciones que yo deseaba, pero al menos ahora podrá descansar en paz". Su caso pone sobre la mesa, una grave falla en los protocolos de identificación forense y notificación a familiares.
Julio César: el joven cuya identidad fue olvidada en un aula de medicina
La búsqueda de Laura Cabañas por su hijo Julio César terminó con una impactante revelación: el cuerpo del joven, desaparecido en 2021, había sido donado sin consentimiento a la Escuela de Medicina del Instituto Politécnico Nacional (IPN). A pesar de haber proporcionado muestras de ADN y datos identificativos, la falta de coordinación entre dependencias permitió que el cuerpo permaneciera sin identificar durante tres años.
El hallazgo del cuerpo, en condiciones que Laura describió como "irreconocibles", reflejó una cadena de negligencias. "Me entregaron a mi hijo terriblemente masacrado. No se vale, no es justo", declaró con indignación. Además de la violencia que sufrió antes de morir, el cuerpo de Julio fue sometido a reactivos químicos en la institución académica, aumentando el dolor de su familia.
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José Alejandro: ocho meses de espera en la morgue
En Zacatecas, Virginia de la Cruz vivió un calvario similar. Durante ocho meses buscó incansablemente a su hijo José Alejandro, quien había desaparecido en noviembre de 2023. Pese a que la Semefo contaba con ADN, datos y fotografías del joven, nunca notificaron a Virginia sobre su presencia en sus instalaciones.
"Mi hijo llegó el mismo mes que desapareció, pero nadie me dijo nada. ¿Por qué nos tratan así?", expresó Virginia ante el Congreso local. Su denuncia puso en evidencia la falta de empatía y diligencia en las instituciones encargadas de estos procesos.
Los casos de Francisca, Julio y José son solo una muestra de la profunda crisis que enfrenta el sistema forense en México. La sobresaturación en los Semefos, la falta de personal capacitado y la carencia de protocolos claros son problemas que perpetúan la incertidumbre y el dolor en miles de familias.
Los colectivos de búsqueda continúan exigiendo que se implementen cambios estructurales que prioricen la identificación y notificación oportuna de los cuerpos. Mientras tanto, historias como estas recuerdan que detrás de cada número hay un rostro, una vida y una familia rota que merece justicia.
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