- 13 de septiembre de 2024
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), tres de cada diez mujeres entre 12 y 29 años en México han sido víctimas de algún tipo de violencia digital, como la publicación no autorizada de fotos, videos o información personal.
El "deepfake" es un término que ha cobrado relevancia en México y en todo el mundo debido a su creciente utilización para fines perjudiciales. La palabra se deriva de "deep" (aprendizaje profundo) y "fake" (falso), y se aplica a contenido multimedia, como videos, fotos y audios, que aparentan ser reales, pero en realidad son completamente falsos. La técnica detrás de los deepfakes implica el uso de herramientas de redes neuronales, una forma de inteligencia artificial, para modificar la voz o el rostro de una persona y reemplazarlos por los de otra.
Uno de los aspectos más preocupantes de esta tecnología es su uso para violar la privacidad de las mujeres. El Frente Nacional para la Sororidad, liderado por la activista Olimpia Coral, ha brindado apoyo a cinco mujeres que han sido víctimas de la difusión de contenido íntimo alterado o falso a través de la tecnología. A pesar de la existencia de legislación para abordar estos problemas, Olimpia Coral afirma que "ninguna legislación es suficiente" y se plantea la pregunta de si la tecnología ha superado la capacidad de regulación.
Imagina subir una foto a Instagram de tus últimas vacaciones en la playa, en la que llevas un bikini. Más tarde, encuentras esa misma imagen en otra red social o en sitios de contenido para adultos, pero con la diferencia de que en esta versión no llevas ropa. No has dado tu autorización para esto y sabes que no es real, pero experimentas las consecuencias de la violencia digital, que pueden incluir ansiedad, vergüenza e incluso extorsión para eliminar esas imágenes.
Este tipo de violencia digital ha sido denominado "fake porn" o "deep fake porn". Implica la alteración o creación de contenido aparentemente sexual sin el consentimiento de las mujeres, a menudo utilizando inteligencia artificial para modificar las imágenes. Numerosas mujeres han denunciado ser víctimas de esta práctica, incluida la cantante española Rosalía.
A pesar de que esta problemática no es nueva, México no está exento de experimentarla. A pesar de la legislación existente para sancionar la violencia digital, la tecnología ha avanzado lo suficiente como para superar las normas actuales.
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El Frente Nacional para la Sororidad ha identificado al menos cinco casos en México de mujeres que han sufrido la violación de su intimidad debido a la difusión de contenido íntimo alterado o falso a través de la tecnología. El primer caso se remonta a 2015, cuando las fotos de una joven fueron modificadas para crear avatares utilizados en un videojuego, en el que se representaba violencia sexual. En otro caso, una foto de una mujer fue alterada para simular una escena sexual. Recientemente, se han presentado dos casos en los que las imágenes fueron modificadas utilizando inteligencia artificial.
Las víctimas de este tipo de violencia digital enfrentan consecuencias devastadoras, desde estrés y ansiedad hasta efectos físicos como sarpullidos en la piel o pérdida de cabello. A pesar de que la Ley Olimpia, una serie de reformas destinadas a combatir la violencia digital, ha sido aprobada en casi todos los estados de México, Olimpia Coral señala que la legislación aún no es suficiente para abordar estos problemas.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), tres de cada diez mujeres entre 12 y 29 años en México han sido víctimas de algún tipo de violencia digital, como la publicación no autorizada de fotos, videos o información personal. A pesar de las denuncias, el 63% de los casos no ha recibido una investigación efectiva por falta de pruebas y de técnicas de investigación actualizadas.
A nivel legislativo, aún quedan asuntos pendientes para hacer que la Ley Olimpia sea más efectiva, como la definición de penas proporcionales y la mejora de la recopilación de pruebas. Olimpia Coral insiste en la necesidad de una mayor inversión y recursos para llevar a cabo procesos jurídicos efectivos.
Un desafío importante en la regulación de esta problemática es responsabilizar a las empresas que proveen plataformas para la difusión de contenido y a aquellas que desarrollan herramientas de inteligencia artificial para crear deepfakes. A pesar de los intentos de cooperación, la respuesta de estas empresas ha sido lenta, lo que ha dificultado la recopilación de pruebas en investigaciones criminales.
Las redes sociales y las empresas tecnológicas, como Twitter y Meta, que incluye a Facebook, WhatsApp e Instagram, han intentado abordar este problema a través de herramientas como "Nunca sin mi consentimiento", que verifica la publicación no autorizada de imágenes sexuales. Sin embargo, Olimpia Coral señala que el algoritmo digital carece de reglas claras y sanciones sólidas hacia las empresas y los usuarios responsables de la publicación de contenido falso o alterado. A pesar de estos desafíos, la solución no reside en demonizar la tecnología, sino en brindar educación digital a las generaciones más jóvenes para crear un entorno digital ético, seguro y responsable.
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