- 01 de octubre de 2024
Sebastián Marset llegaba a entrenar en un exótico Lamborghini a pesar de sus limitadas habilidades en la cancha
En un campo de fútbol en Paraguay, un mediocampista llamado Sebastián Marset se preparaba para lanzar un penalti decisivo. El Estadio Erico Galeano, lleno de aficionados del Deportivo Capiatá, contuvo la respiración mientras Marset, con el número 10 en la espalda, corría hacia el balón. Sin embargo, su disparo se elevó metro y medio por encima del travesaño, desatando una ola de decepción entre los presentes. Lo que nadie sospechaba en ese momento era que Marset no era solo un futbolista mediocre, sino uno de los narcotraficantes más poderosos de Latinoamérica.
Kevin Sieff, periodista de The Washington Post, publicó este jueves una detallada cronología y perfil del futbolista profesional que en realidad es un poderoso capo del narcotráfico.
Sebastián Marset, de 33 años, logró ocultar su verdadero rostro detrás de una máscara de jugador de fútbol profesional. Desde su llegada al Deportivo Capiatá, su estilo de vida ostentoso, caracterizado por un Lamborghini y costosos accesorios, levantó sospechas entre sus compañeros y entrenadores. Sin embargo, pocos imaginaban que Marset utilizaba su fortuna ilícita para comprar y patrocinar equipos de fútbol en América Latina y Europa, utilizando estos clubes como una herramienta para lavar millones en ganancias del narcotráfico.
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Investigaciones realizadas por autoridades de Paraguay, Uruguay, Bolivia y Estados Unidos, revelaron que Marset, conocido como "El Rey del Sur", estaba detrás de una red de tráfico de cocaína que abastecía a Europa Occidental. Este capo de la droga movía cocaína y dinero a través de Sudamérica en una flota de jets privados, y amasó una fortuna que superaba los mil millones de dólares. Los investigadores descubrieron que utilizaba equipos de fútbol para legitimar sus ganancias, falsificando contratos de jugadores y otras transacciones relacionadas con el deporte.
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Marset, quien comenzó su carrera criminal a los 28 años, se destacó por su habilidad para evadir a las autoridades. Sus conexiones con políticos y figuras influyentes en América Latina le permitieron operar con relativa impunidad. Entre sus aliados se encontraban senadores paraguayos y altos funcionarios uruguayos, quienes facilitaron su liberación de prisión en diversas ocasiones. Su red de contactos y su capacidad para sobornar a autoridades le permitieron continuar su negocio ilícito mientras perseguía su sueño de ser futbolista.
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El vínculo entre el narcotráfico y el fútbol no es nuevo en América Latina. Figuras como Pablo Escobar y Tirso Martínez utilizaron sus fortunas delictivas para financiar equipos de fútbol, pero Marset fue más allá, integrándose a las alineaciones titulares de los equipos que patrocinaba. Esta doble vida le permitió disfrutar de los lujos de su imperio narco mientras jugaba en ligas profesionales, aunque sus habilidades en el campo dejaban mucho que desear.
A medida que las autoridades aumentaban la presión sobre Marset, este continuaba burlándose de sus perseguidores. En un mensaje de video desde un yate en Dubái, Marset afirmó: "Soy demasiado inteligente para ustedes", mostrando su desprecio hacia las autoridades. A pesar de los esfuerzos internacionales por capturarlo, Marset sigue prófugo, dejando un rastro de violencia y corrupción a su paso.
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