Las personas del signo de Escorpio se caracteriza por su extraordinaria vitalidad. A veces ésta no se manifiesta de manera evidente, sino que como una extraordinaria capacidad de supervivencia en las condiciones físicas y psicológicas más difíciles. Andrés Manuel y Lilly Téllez con ambos nativos de Escorpio, Razón por la cual son políticos muy aguerridos.
Escorpión es un signo que tiende a a tomar múltiples riesgos de todo orden. Su profunda insatisfacción por todo lo que está establecido, sea como verdad o como regla de conducta, lo hace ser despiadadamente crítico a menudo demoledor y destructivo. Estas características son comunes tanto en la carrera política de AMLO como en la de Lilly Téllez.
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Su tipo de inteligencia de Escorpio es muy aguda y polemista, y lo lleva a descubrir el defecto oculto, la falla fundamental de un sistema, o de un orden de cosas. Es, pues, en cierto sentido, un racionalista. Así mismo tiene una constante meditación con la muerte y la oscuridad, algo que los puede hacer espirituales y empáticos, o bien cínicos e insensibles.
En su modo desequilibrado Escorpio tiende a ser obsesivo con el poder y manipulador. Celoso y territorial. Así mismo mentiroso e hipócrita. Estos son aspectos negativos de la energía escorpio sin consciencia de sí misma A pesar de su gran capacidad de concentración intelectual, el orden intuitivo preside su discurso y decisiones
Un rasgo turbador que tiene es su capacidad de seducción de la gente, y cierta tendencia a manipularla, situándose a la vez dentro y fuera del juego, capaz de tomar distancia debido a su capacidad de análisis, y a cierto reflejo de huida, o de repliegue, hacia su más profunda intimidad.
En caso de estar comprometido en una pelea desplegará sus vastas dotes de estratega y su enorme astucia. Esto, unido a su tenacidad y su resistencia, hacen del Escorpio un enemigo temible, que no retrocede ante las últimas consecuencias de sus actos.
Con frecuencia cuestionan los principios de disciplina, a los que les es difícil plegarse, y a menudo tienden a realizar la justicia por sus propias manos, ignorando el sentido de orden institucional.