Una toma de protesta marcada por la violencia, las reformas impopulares y un movimiento social que definió el sexenio del expresidente priista.

Una de las tomas de poder más polémicas en el siglo XXI.
Una de las tomas de poder más polémicas en el siglo XXI. Créditos: RRSS

El 1 de diciembre de 2012, Enrique Peña Nieto asumió la presidencia de México en medio de un clima tenso y de protesta que se gestó meses antes de su llegada al poder. Aquel día, que quedó grabado en la memoria colectiva, cientos de manifestantes se reunieron frente a la Cámara de Diputados para rechazar su mandato. 

A pesar de las manifestaciones que auguraban lo que sería un sexenio lleno de desafíos y divisiones, Peña Nieto se convirtió en el presidente número 57 de México, bajo la sombra de una victoria que, para muchos, fue la culminación de una imposición política.

La elección de Enrique Peña Nieto fue una de las más polémicas en la historia moderna de México. Proveniente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que había gobernado el país por más de 70 años hasta el 2000, Peña Nieto llegaba al poder con una imagen cuidadosamente construida, pero también con un historial sombrío. 

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Durante su mandato como gobernador del Estado de México (2005-2011), su administración fue criticada por los altos niveles de violencia y abusos policiales. A pesar de ello, su candidatura a la presidencia fue impulsada por una intensa campaña mediática que lo presentó como un "candidato de telenovela", joven, carismático y, sobre todo, fotogénico.

El movimiento estudiantil #YoSoy132 emergió como respuesta al sesgo informativo de los medios y al descontento con el regreso del PRI al poder. Este movimiento jugó un papel clave en la resistencia a la toma de protesta de Peña Nieto y fue la semilla de una ola de protestas que marcaría los primeros años de su mandato. 

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X Las protestas fueron imperantes desde antes y durante el sexenio de Peña Nieto. 

El 1 de diciembre de 2012: un día de caos

El día de la toma de posesión de Peña Nieto, las calles aledañas a la Cámara de Diputados en San Lázaro se llenaron de manifestantes. Estudiantes, maestros y miembros de la sociedad civil intentaron derribar las vallas de seguridad que rodeaban el recinto. Afuera, las protestas se tornaron violentas, con enfrentamientos entre manifestantes y policías que arrojaron como saldo decenas de heridos.

Dentro del Congreso, la tensión no era menor. A medida que Peña Nieto se disponía a asumir el cargo, legisladores de izquierda lo recibieron con gritos de "¡Asesino!". Carteles con mensajes como "Estado fallido con Calderón, Estado vendido con Peña" y "Presidente de la violencia" inundaron el recinto. Sin embargo, también había quienes lo apoyaban, como los legisladores de su propio partido, el PRI, quienes portaban letreros que decían "Nos une México". Este contraste reflejaba la profunda división que prevalecía en el país.

La resistencia social y las reformas estructurales

Uno de los puntos más polémicos del mandato de Peña Nieto fue el paquete de reformas estructurales que impulsó durante su sexenio, especialmente la reforma educativa y la reforma energética. Ambas generaron una enorme resistencia social. La reforma educativa, que introducía evaluaciones obligatorias para los maestros, fue rechazada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que organizó multitudinarias protestas y plantones en la Ciudad de México.

LAOMS
LAOMS De San Lázaro, las fuertes manifestaciones se pasaron al Centro Histórico. 

A la par, la reforma energética, que permitía la inversión privada en el sector de hidrocarburos, desató el descontento de sectores de izquierda y activistas que veían en ella una traición a la soberanía nacional. A pesar de las marchas y movilizaciones, Peña Nieto logró que ambas reformas fueran aprobadas, pero no sin costo político. Las calles de la CDMX se convirtieron en escenario de protestas que, en algunos casos, derivaron en enfrentamientos violentos entre manifestantes y fuerzas de seguridad.

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Ayotzinapa: la herida que nunca cerró

Sin duda, uno de los momentos más trágicos y que marcó el sexenio de Enrique Peña Nieto fue la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, ocurrida el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero. Lo que comenzó como una protesta estudiantil terminó en una noche de horror, en la que fuerzas del crimen organizado, en complicidad con autoridades locales, interceptaron a los jóvenes y los hicieron desaparecer.

El caso Ayotzinapa sacudió a México y al mundo, y puso de manifiesto la profunda crisis de derechos humanos y la violencia que arruinaba al país. Las movilizaciones para exigir justicia fueron masivas, no solo en México, sino también a nivel internacional. El gobierno de Peña Nieto fue duramente criticado por su manejo del caso, y la "verdad histórica" que presentó la Procuraduría General de la República fue rechazada por los familiares de las víctimas y organizaciones de derechos humanos.

El grito de "¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!" resonaba en cada manifestación, mientras la sociedad mexicana demandaba respuestas. El caso Ayotzinapa se convirtió en un símbolo de la impunidad y la corrupción que dominaba en las instituciones mexicanas, y terminó por deteriorar aún más la imagen del gobierno de Peña Nieto.

Reformas y crisis: el legado de Peña Nieto

A lo largo de su mandato, Enrique Peña Nieto intentó posicionarse como un líder reformista, impulsando cambios constitucionales en áreas clave como la educación, la energía y las telecomunicaciones. Sin embargo, su sexenio también estuvo marcado por escándalos de corrupción, como el caso de la "Casa Blanca", una lujosa propiedad que presuntamente fue adquirida a través de un conflicto de intereses.

A pesar de las críticas, Peña Nieto logró que muchas de sus reformas fueran aprobadas. La reforma energética, en particular, fue presentada como un logro histórico, ya que abría el sector de los hidrocarburos a la inversión privada, algo impensable durante décadas. No obstante, sus beneficios económicos no se reflejaron de inmediato en la vida diaria de los mexicanos, lo que aumentó el descontento popular.

Por otro lado, la violencia en el país no cesó durante su mandato. La estrategia de seguridad implementada por su antecesor, Felipe Calderón, basada en el combate frontal al narcotráfico, continuó bajo su administración, lo que resultó en cifras alarmantes de homicidios y desapariciones.

Desinformémonos 
Desinformémonos  El 1 de diciembre de 2012 la ciudad de volvió un campo de batalla. 

Un sexenio de luces y sombras 

El legado de Enrique Peña Nieto es complejo y polarizante. Para algunos, fue un presidente que impulsó reformas necesarias para modernizar el país. Para otros, su sexenio fue sinónimo de corrupción, impunidad y una profunda desconexión con las demandas de la sociedad. Las protestas que marcaron su toma de posesión y su mandato reflejan el descontento de un amplio sector de la población que nunca vio en él a un líder legítimo.

A pesar de los intentos por proyectar una imagen de estabilidad y progreso, el sexenio de Peña Nieto estuvo plagado de crisis políticas y sociales que lo colocaron constantemente en el ojo del huracán. Desde las manifestaciones en contra de sus reformas, pasando por el escándalo de la Casa Blanca, hasta la tragedia de Ayotzinapa, su presidencia quedará en la historia como una de las más controvertidas del México contemporáneo.

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