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MUXED

La importancia de una visión de futuro

No basta con tener claro el diagnóstico, identificar males y sus causas, lo que falla y lo que falta en la educación de nuestro país. Es necesario que conectemos entre nosotros y tracemos juntos una visión que nos oriente y nos sintonice con el futuro que queremos.

OPINIÓN

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Créditos: Proed

Quiero invitarte a realizar un pequeño ejercicio. Piensa en artículos, notas y otras publicaciones que recientemente hayas leído, escuchado, escrito o difundido respecto a la educación en nuestro país. Ahora, en una hoja cuenta por un lado aquellos que se hayan centrado en señalar todo lo que falta y está mal en nuestro sistema educativo, que es mucho; del otro lado anota los que plantean propuestas, comparten experiencias o trazan algún tipo de visión de futuro deseable.

Es probable que encuentres lo mismo que yo: muchos diagnósticos de lo que está mal y lo que falta por hacerse, así como críticas a lo que se está haciendo. Sin demeritar la importancia de hacer una lectura profunda de la realidad y de mirar críticamente lo que falla y lo que falta, en este artículo sostengo que son igual o incluso más necesarias las voces que vislumbren futuros, que propongan caminos y compartan experiencias exitosas que nos avancen hacia la educación que queremos en nuestro país.

Tenemos muy claro el diagnóstico, y día a día dedicamos muchas horas de mentes lúcidas y bien articuladas, a seguir entendiendo qué es lo que no funciona, y por qué, en nuestro sistema educativo, desde las políticas hasta las aulas. Particularmente este sexenio, que inició sin un proyecto educativo claro y que ha ido proponiendo e implementando acciones sobre la marcha y ante una pandemia que vino a evidenciar y profundizar las carencias, desigualdades e insuficiencias de nuestro sistema y nuestras escuelas.

¿Pero qué significa pensar la educación desde una visión de futuro? ¿No basta desear que los problemas detectados dejen de serlo? No necesariamente. Sin duda es necesario conocer la situación actual e identificar lo que queremos que cambie. 

Y es que una visión de futuro no es posible construirla de manera aislada. Se requiere principalmente la capacidad de diálogo, la inclusión y el reconocimiento del valor de todas las perspectivas involucradas. Una visión de futuro es necesariamente una construcción colectiva; una intención compartida. Implica una forma de pensar distinta a la que generó el presente que queremos cambiar. 

Para un proceso así de intercambio y construcción colectiva, Otto Scharmer en su Teoría U para la transformación social desde el futuro emergente, apunta que lo que primero que se requiere es un nuevo tipo de liderazgo, una “conciencia y atención profundas”. Es decir que si queremos crear una visión de futuro de la educación en nuestro país, debemos comenzar dando pasos hacia dentro, hacia una transformación personal que nos permita luego generar y hacer realidad una visión compartida.

Comienza por un cambio en nuestra atención; en cómo escuchamos la realidad, cómo escuchamos al otro, a la otra. Scharmer distingue cuatro ámbitos de atención-acción: 

  • Descarga: Ya sé de qué hablas, confirmo mis creencias. 
  • Datos: Puedo escuchar e integrar nuevos datos a lo que sé y conozco. 
  • Empática: Puedo entender cómo se ve la realidad desde los ojos de otra persona. 
  • Generativa: Una ya no es la misma persona que al comienzo; hay una conexión profunda con la mejor posibilidad futura; una sincronización de intenciones. 

Para poder situarnos en este último ámbito de atención, continúa Scharmer, necesitamos disponer de una mente abierta (curiosidad intelectual) para escuchar más allá de nuestros patrones mentales y valoraciones del pasado; un corazón abierto (empatía) para observar la realidad más allá de nuestros prejuicios y aislamientos, y una voluntad abierta (audacia) para dejar ir el pasado y las creencias limitantes.
 
Por fortuna, desde hace varios años he podido constatar que, en el ámbito de la educación, es más lo que nos une que lo que nos divide, a quienes hemos hecho de éste nuestra vocación. He participado en diversos espacios de diálogo entre colegas de la academia, la estructura educativa, la docencia y el sector social y hemos sido capaces de escucharnos unas a otros con auténtica curiosidad y de empatizar con otras realidades, por encima de diferencias políticas o ideológicas. La red MUxED es un ejemplo de estos espacios. 

Foto: @Proed

Recientemente tuve la experiencia de ser parte del Consejo Ciudadano de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) y precisamente tuvimos la tarea de elaborar un Plan de Gran Visión Educativa de carácter orientador. Más allá de la natural dificultad de coordinar disponibilidades de tiempo diversas, en la distancia, nos costó mucho trabajo salirnos del diagnóstico de lo que falla y falta. Pero poco a poco pudimos escucharnos unos a otras y conectar con ese futuro que queremos y creemos posible. 

Sin duda una visión de futuro no quiere decir que éste se presentará de esa manera por el solo hecho de pensarlo. Pero si podemos crear una visión de futuro, juntos, en y con nuestras diferencias, escuchando todas las voces y decididamente mirando hacia lo que en colectivo queremos ver realizarse en la educación en nuestro país, entonces no tengo duda que podremos organizarnos para que sea realidad, desde las políticas hasta las aulas.

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M. Mercedes del Valle Medina* Integrante de MUxED, licenciada en pedagogía, maestra en administración y políticas públicas, especialidad en pensamiento complejo. Estudiosa y entusiasta de prácticas y tecnologías sociales para la participación. Desde 2010 es directora de desarrollo educativo en Proeducación, IAP. Fue Consejera en el Consejo Nacional de Participación Social en Educación de 2016 a 2018 y Consejera Ciudadana de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación de marzo de 2020 a marzo de 2023.  Twitter: @mercmerk
 

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