El texto propone enseñar a través del error como una estrategia que permite sentar las bases para la innovación y el desarrollo de habilidades científicas y tecnológicas indispensables para el mundo de hoy y del futuro.

El miedo al error paraliza y evita la innovación.
El miedo al error paraliza y evita la innovación. Créditos: Pixabay

Seguramente cada uno de nosotros actualizamos de manera rutinaria y constante alguna aplicación en nuestros dispositivos móviles o computadoras; esto es algo que se ha vuelto habitual y ya no le prestamos mayor atención porque sabemos que así es la tecnología. 

En mi caso, todavía hace algunos años me molestaba pues consideraba, y no sin razón, que toda actualización se debía a un plan mercadológico para aumentar las ventas. Sin embargo, hay otra cara de la moneda, y cuando la descubrí me pareció interesante y digna de analizar desde una visión educativa; esto se refiere a que cualquier desarrollo tecnológico, ya sea software o hardware, como una aplicación nueva o el último modelo de celular; son productos que aparecen en versiones perfectibles, en constante prueba y actualización.

Esta visión de la tecnología es diferente a la que tenemos en el área educativa en donde valoramos los "productos terminados" es decir, todo aquello que haya sido probado y aprobado, donde además promovemos lo "perfecto" y evitamos que nuestros estudiantes entreguen como tarea o evaluación final un boceto, una idea o una primera versión en construcción. 

Por otra parte, a estas alturas, sabemos por distintos estudios, como el Campus Skills Report 2022 realizado por Coursera en varios países que para el 2025 dejarán de existir 85 millones de empleos, pero que al mismo tiempo aparecerán 97 millones nuevos en donde se requerirá de una combinación de habilidades eminentemente humanas como la creatividad, toma de decisiones, colaboración y autoaprendizaje, con las competencias tecnológicas, como  el pensamiento lógico computacional o la automatización.

¿Cómo formar a nuestros estudiantes para empleos que aún no existen con tecnologías que están en constante cambio? ¿Cómo promover las habilidades STEM (acrónimo en inglés que significa Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) cuando tenemos grandes rezagos académicos acrecentados por la pandemia? ¿Se puede formar en habilidades tecnológicas cuando no se tiene la infraestructura mínima? Estas y muchas otras preguntas nos vienen a la mente cuando hablamos de este tema, pero lo que sí sabemos es que tenemos que hacer algo ya, porque el futuro se construye hoy.

Uno de los muchos caminos que existen para esto es traer y adaptar a la educación esta visión tecnológica de versiones y actualización continua, me explico. Cuando sabemos que nuestras propuestas, tecnológicas o no, son versiones que empiezan por lo más sencillo y que requieren actualizaciones conforme las probamos, implica que estamos abiertos a cometer errores, que los errores son un efecto natural y deseable ya que gracias a eso aprendemos y mejoramos. 

Al estar abiertos al error y más aún promoverlo entre nuestros estudiantes, mágicamente les quitamos un peso de encima ya que no tienen que ser perfectos; eso los libera y permite que fluyan las ideas por más locas que sean, y desarrollan la creatividad y la seguridad en sí mismos. Los únicos que no se equivocan son los que no hacen nada, por ello, el miedo al error paraliza y evita la innovación.

Si cambiamos la visión y enseñamos que cometer errores es natural y deseable siempre y cuando analicemos el por qué los cometimos y busquemos formas de no volver a cometer los mismos errores, sino cometer otros, estaremos construyendo las bases de la innovación. Eso les permitirá a nuestros estudiantes generar nuevas ideas, ponerlas en práctica y modificarlas cuantas veces sea necesario. 

Al eliminar el miedo a equivocarnos provocamos que se pueda reflexionar y profundizar sobre una idea, propuesta o solución una y otra vez, que se trabaje en la versión 1, 1.1, 1.2. y así sucesivamente, lo que fomenta la persistencia y la constancia, así como la tolerancia a la frustración.

Es imprescindible promover el aprendizaje a través del error, la innovación, la creatividad y el uso de la tecnología como herramientas para la resolución de problemas reales de nuestro entorno con el fin de que todas y todos nuestros estudiantes se conviertan en creadores y no solo consumidores de tecnología. No basta con que algunos lo logren como excepción a la regla o parte del margen de error en las estadísticas nacionales.

Foto: Pixabay

Actualmente existen muchas propuestas educativas optativas que se ofrecen como talleres fuera del horario escolar, en estas, ubicadas en su mayoría en zonas urbanas es común encontrar que sólo aproximadamente el 20 por ciento de los inscritos son niñas y adolescentes. Por ello es importante centrarnos en promover de manera curricular estas habilidades y evitar así las brechas de género y económicas que existen si estas opciones se brindan solo de manera extracurricular.

Sin importar a lo que nuestros estudiantes se dediquen en un futuro-arte, historia, filosofía, deportes o negocios- la tecnología y la ciencia estarán presentes; por ello es relevante que eliminemos el miedo a estudiar estas áreas permitiendo el aprendizaje a través del error y evitemos así contar con niñas y adolescentes especializadas en STEM que solo sean excepciones estadísticas en lugar de resultado de una estrategia educativa.

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