- 24 de enero de 2025
Esta es una de las novelas y películas más icónicas de Stephen King, además está basada en una historia real.
The Green Mile, o Milagros Inesperados (como se conoció en México y América Latina), es una de las pocas novelas de Stephen King que no son exactamente de terror. Claro, es una historia bastante oscura, pero llena de magia y esperanza, que nos presenta la nobleza que puede existir en la persona más intimidante o, incluso, aparentemente peligrosa.
El libro nos relata la historia de John Coffey, un hombre que espera su turno para ser ejecutado después de ser acusado de viol*r y asesinar a dos jóvenes (evidentemente un crimen que no cometió), lo que hace que los oficiales de la prisión lo vean como un monstruo. Pero, mientras espera su turno en el corredor de la muerte, Coffey tiene una habilidad especial que poco a poco va cambiando la vida de las personas a su alrededor.
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El gigante puede absorber las enfermedades de las personas con solo tocarlas, y es ese regalo lo que termina de convencer a sus cuidadores de que lo que pasó con él fue una injusticia.
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The Green Mile es una historia bastante conmovedora, pero, en el fondo, habla de uno de los temas que han existido a lo largo de la historia de la humanidad: miles de personas afroamericanas vivieron y, tristemente, seguirán viviendo, por el simple hecho de tener el tono de su piel oscuro, constantes críticas que incluso pueden arruinarles la vida.
El libro de Stephen King y la adaptación de Frank Darabont (con Tom Hanks y Michael Clarke Duncan) se inspiran en la historia de un joven de 14 años que fue condenado a muerte por un asesinato que no cometió.
Detrás de John Coffey (que, en realidad, King no quiso retratar el caso de un joven inocente en la silla eléctrica) se encuentra George Stinney Jr., quien, con 14 años, se convirtió en el ciudadano más joven ejecutado con dicho método, esto después de haber sido acusado del asesinato de dos jóvenes de tez blanca.
Este caso sucedió en 1944, cuando Mary Emma Thames y Betty June Binnicker, de 8 a 11 años, fueron encontradas sin vida. Ellas presentaban señales de violencia y de que se había usado una pesada viga de madera para golpearlas y acabar con sus vidas. Este caso ya era brutal, y la policía quería dar con el culpable lo más rápido posible, lo que llevó a la "investigación" que apuntó hacia George.
De acuerdo con Annie Ruffner, la hermana de George Stinney, ella y su hermano se encontraban en el campo cuidando a la vaca de la familia cuando dos pequeñas se les acercaron para preguntarles dónde podrían encontrar flores para recolectar. Ellos respondieron que no sabían, y entonces ambas siguieron su camino, sin saber que eso los convertiría en las últimas personas que los vieron con vida, y a George en el principal sospechoso.
Al enterarse de ese encuentro, la policía fue a arrestar a George sin haber investigado nada. Lo encarcelaron sin avisarle a sus padres ni permitirle tener acceso a un abogado para defender su caso o explicarle qué estaba pasando.
George Stinney Jr. fue llevado a un cuarto de interrogación sin un representante legal o tutor presente. Ahí fue cuestionado durante horas y, finalmente, la policía dijo que habían obtenido una confesión. Tristemente, lo obligaron a admitir que él había intentado hacerles daño a las dos jóvenes.
George fue encerrado en una celda y llevado a juicio el 24 de abril de ese año. El jurado estaba formado por 10 hombres blancos, quienes declararon culpable al joven después de escuchar los testimonios de la policía, que no presentó ninguna prueba en su contra.
Este juicio duró solo 4 horas y, después de 10 minutos de deliberación, George fue encontrado culpable y condenado a muerte en la silla eléctrica, en una ejecución que se realizó 3 meses después del juicio.
De acuerdo con la información disponible del caso, George era tan bajo que tuvieron que colocar libros debajo de él para que tuviera la altura suficiente para poder colocar el gorro con los cables de la silla en su cabeza.
Décadas más tarde, se descubrió que la viga con la que mataron a las dos víctimas era demasiado pesada para que George la levantara. Además, no había registros de ninguna confesión ni otras pruebas que lo acusaran, lo que demostró que ese día de 1944 mataron a un joven inocente y que George había sido víctima del racismo de la policía.
Por su parte, Carmen Tevis Mullen fue la juez que, en 2014, declaró que el juicio de George había sido una injusticia. Steve McKenzie, el abogado que solicitó reabrir el caso de Stinney, declaró para un documental de la CNN que el ejecutado "era un blanco fácil y la policía lo usó como chivo expiatorio para encontrar una forma rápida de imputar a alguien".
"Eso ocurrió en Carolina del Sur en 1944, con un joven negro acusado, dos jóvenes víctimas blancas y un jurado integrado por hombres blancos: Stinney nunca tuvo una oportunidad... sus verdugos tuvieron que apilar varios libros en el asiento de la silla para que su cabeza llegara a los electrodos. Cuando encendieron el interruptor, el cuerpo de Stinney convulsionó, por lo que la máscara, que le quedaba demasiado grande, se soltó y así su rostro quedó expuesto a más o menos 40 testigos, entre ellos el padre de las niñas asesinadas", mencionó la juez Mullen.
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La otra historia reflejada en la película
La historia de George Stinney es sumamente triste debido a la injusticia que sufrió el joven de 14 años. Sin embargo, a muchos espectadores podría habérseles escapado la referencia, pero esta película también podría ser la particular visión de Stephen King sobre Jesucristo.
En la película, John Coffey, un hombre negro de aspecto físico imponente condenado a muerte por el supuesto asesinato de dos jóvenes de tez blanca, es custodiado por Paul Edgecomb (interpretado por Tom Hanks), quien, a pesar de la intimidante presencia de Coffey, empieza a notar que él es un hombre amable e incluso tímido.
A medida que avanza la cinta, Paul presencia cómo John es capaz de hacer milagros, llegando a curar su propia infección urinaria solo con tocarlo, o incluso resucitando a un ratón muerto que era la mascota de otro preso. Aunque a priori pudiera parecer el enésimo ejemplo en ficción de un arquetipo mesiánico, hay dos factores clave que delatan que el personaje de John Coffey también es una referencia a Jesucristo.
Para empezar, las siglas de John Coffey son JC, como Jesucristo (Jesus Christ, en inglés). Por otro lado, en la película se muestra que John puede sentir el sufrimiento ajeno por vía telepática. Aquí, el hombre usa sus poderes milagrosos para que en el mundo haya menos dolor, ya que él mismo es capaz de sentir el de los demás.
Nunca queda del todo claro si John Coffey es un ángel o una posible reencarnación del propio Jesucristo, pero el personaje de Tom Hanks lo describe como "un milagro de Dios". Todo este tema puede pasar desapercibido durante la primera vez que vemos la película, pero con revisitas posteriores todo cobra más sentido.
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