- 12 de noviembre de 2024
La periodista Laura Sánchez Ley publicó una serie de revelaciones en las que se afirma que el CJNG secuestró a un infiltrado de la DEA.
Documentos en la Corte de Texas revelan que tres integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) secuestraron a un infiltrado de la DEA en Estados Unidos, por quien pidieron un rescate de casi medio millón de dólares.
El nombre del ciudadano estadounidense se mantuvo en secreto y solo era identificado dentro de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos como E.Q., un hombre que se había convertido en fuente confidencial de la DEA al haber logrado infiltrarse en el poderoso Cártel Jalisco Nueva Generación.
De acuerdo con los documentos obtenidos por el diario Milenio y la periodista Laura Sánchez Ley de la Corte del Distrito Sur de Texas, el 3 de mayo de 2019, E.Q. llamó a un agente de la DEA, Marc de la Cerda, para informarle que en esos días planeaba reunirse con algunas personas del cártel para organizar una transacción de drogas.
La información que el agente obtendría de dicho encuentro sería útil para continuar armando expedientes contra los lugartenientes del CJNG en el país vecino.
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Finalmente, se acordó la reunión para el 4 de mayo de ese año. El infiltrado se encontraría con miembros del cártel en los apartamentos Winston Chase, ubicados en el 9410 de la calle Edgebrook Drive, en Houston, Texas, un conjunto de edificaciones de ladrillos rojos que podrían confundirse con un hotel de paso, un lugar discreto que tiene al frente un amplio terreno de pastizales secos y, por detrás, una arboleda sin casas cercanas.
Sánchez Ley mencionó que E.Q. recuerda haber llegado al complejo a la hora acordada y, al estar afuera del lugar, vio cómo desde una camioneta Tahoe un hombre lo observaba: eran los traficantes del CJNG con los que había pactado reunirse.
Dicha camioneta era conducida por un mexicano que, según sabría después, se llamaba Homero Gallegos. Aquel hombre de 50 años le pidió que subiera a la camioneta para hablar de la supuesta transacción de droga. Cuando E.Q. obedeció y una vez dentro, Gallegos le apuntó con un arma de fuego. Otros dos hombres, que aparecieron desde los asientos traseros, lo sometieron e informaron lo obvio: era un secuestro.
La periodista señaló que el agente también fue sometido con una pistola de descargas eléctricas y golpeado en la cabeza y en la espalda. No sabía a dónde lo llevaban, pero logró identificar que lo trasladaron a una casa de seguridad.
Lo ataron y durante varios días lo amenazaron con una pistola en la cabeza, advirtiéndole que lo matarían si su familia no pagaba un rescate.
Los documentos obtenidos por Milenio de la corte estadounidense revelaron que los métodos de recaudación del CJNG, que se encuentra en constante disputa con otros cárteles en México, han trascendido fronteras, ya que se animaron a secuestrar a uno de sus contactos (y además ciudadano estadounidense) para exigir un rescate de 400 mil dólares, un poco más de ocho millones de pesos al tipo de cambio actual.
La negociación con los secuestradores
Desde noviembre de 2023 se está llevando a cabo un juicio en la Corte de Texas que ha dejado una fuerte impresión en quienes lo han presenciado.
"El poder (del CJNG) proviene de la voluntad, casi del afán, de cometer actos atroces, incluido el asesinato, el secuestro. El uso de descargas eléctricas para torturar ejemplifica el nivel de brutalidad asociado con una de las organizaciones criminales transnacionales más peligrosas del mundo", diría el fiscal federal Alamdar S. Hamdani.
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El diario obtuvo los acuerdos de culpabilidad de los tres acusados, los cuales revelan cómo el CJNG ha logrado traspasar fronteras, exponiendo a sus miembros a ser juzgados en Estados Unidos. Según la declaración rendida por el agente De la Cerda, quien estaba en coordinación con E.Q., se enteró del secuestro del infiltrado cuando el hermano de éste lo llamó, asustado. Le informó que su hermano no aparecía.
Más tarde, recibió otra llamada del mismo hermano: habían recibido comunicación desde un número de México con información alarmante. "El hombre que llamó dijo que su hermano había sido secuestrado y que debían pagar 400 mil dólares para liberarlo (...) que necesitan el dinero para el mediodía siguiente".
De la Cerda avisó a la DEA y comenzaron a planear la liberación. Le dieron instrucciones al hermano de E.Q. para demostrar que actuaría conforme a las exigencias: le entregaron varios fajos de billetes y tomaron fotografías de los dólares envueltos en plástico.
El hermano del informante envió las imágenes a los secuestradores y les aseguró que había reunido el dinero; a cambio, pidió una prueba de vida.
En respuesta, los secuestradores enviaron una fotografía de E.Q. y ordenaron al hermano que llevara el dinero a una dirección: el 8719 de Fondren Road, en Houston. La DEA rápidamente organizó un operativo en la zona y vio ingresar al área de los departamentos a un Chevrolet Malibu.
El vehículo les resultó sospechoso, y no se equivocaron, pues al mismo tiempo el hermano recibió una llamada de un hombre desconocido que le informó sobre la llegada de un Malibu blanco, a cuyos ocupantes entregó el dinero.
En una acción conjunta, agentes de policía de Houston detuvieron al conductor del Malibu blanco e identificaron al hombre como Pedro Luis Guerra, de nacionalidad mexicana. Mientras era detenido, su teléfono celular comenzó a sonar. Un oficial de policía, Juventino Castro, contestó el dispositivo, se identificó como oficial y la persona que llamaba colgó de inmediato.
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El hermano de E.Q. recibió una llamada informándole que el secuestrado había sido liberado en el restaurante Michoacana, en el 22402 North Highway 45. El agente De la Cerda confirmó que el infiltrado estaba efectivamente en el estacionamiento de ese lugar.
Aunque los informes no detallaron cómo se realizaron las aprehensiones, los documentos revelaron que Homero Gallegos, conductor de la Tahoe, y su cómplice Noé Hernández fueron detenidos y encarcelados. Por su parte, Pedro Luis Guerra llegó a un acuerdo de cooperación con la Fiscalía para evitar ser juzgado.
Representantes de la DEA aseguraron durante el juicio que el secuestro fue ordenado por narcotraficantes de alto nivel del CJNG. Fueron miembros de esta organización quienes llamaron a los familiares de la víctima y exigieron 400 mil dólares por su liberación, sin saber que trabajaba para la DEA.
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