Es a la cultura totonaca, que se desarrolló desde el año 300 hasta el 950 d.C. en las zonas de lo que hoy son los estados de Veracruz, Puebla y Oaxaca, a quienes debemos el cultivo de lo que ellos llamaron Xanath, que significa flor negra.
Numerosas tradiciones en las que participaba todo el pueblo giraban en torno a la vainilla. Ella representaba la relación armónica del hombre con la naturaleza, era considerada un regalo y una encarnación de los mismos dioses.
Desde antes de la llegada de los españoles a territorio mexicano, la vainilla era empleada como analgésico para disminuir los dolores musculares y golpes; puedes agregar un poco de esencia de vainilla a la pomada o ungüento que uses con este fin y disfrutar de sus beneficios.
No solo le da el sabor a la mayoría de los pasteles y galletas, la vainilla también tiene propiedades medicinales y terapéuticas apreciadas desde la época prehispánica incluso como tónico revitalizante y hasta afrodisiaco.
La vainilla posee un compuesto llamado eugenol que le otorga propiedades antisépticas y analgésicas que pueden ayudar a la salud y cicatrización de la piel. Su acción antibacteriana puede contribuir a mejorar y prevenir casos de acné aplicándola de manera indirecta.
Mezclada con agua caliente, la vaina o la esencia de vainilla, pueden ayudar a disminuir la inflamación y dolor de garganta asociados al resfriado común y en casos de afecciones respiratorias.
El aroma de esta planta tiene la capacidad de disminuir las náuseas y vómito. Registros históricos asocian su uso para combatir la diarrea evitar la inflamación, flatulencias y dolores estomacales asociados a la infecciones y procesos irritativos como la gastritis.
Algunos estudios revelan que el aroma de la vainilla, así como la presencia de un compuesto llamado hidroxibenzaldehido, se asocian al aroma de la lecha materna; es por ello que se utiliza en la aromaterapia para ayudar a reducir algunos casos de ansiedad, irritabilidad y nerviosismo.
Estudios publicados por el Journal of the Science of Food and Agriculture afirman que la vainilla es fuente de antioxidantes, así como de vitaminas B2 y B3 que ayudan a regular el sistema nervioso, contribuye a la salud de la piel y mucosas, así como a la correcta absorción del hierro en el organismo y combate el estrés oxidativo de las células.
Por si fuera poco, el consumo de vainilla activa la producción de testosterona y estrógenos, hormonas relacionadas con la salud reproductiva y la lívido masculina y femenina. Esto aunado al efecto relajante de su aroma puede contribuir al supuesto efecto afrodisiaco que se le atribuye.
Como en todos los productos naturales, se debe tener especial cuidado con los aceites esenciales concentrados; no se recomienda el consumo de estos durante el embarazo ni en menores de 12 años.