Herpes Zóster por estrés: identifica los síntomas que debes vigilar

Este es un virus que se esconde en tu cuerpo, latente, esperando el momento justo para atacar cuando menos lo esperas. Esa es la realidad del herpes zóster, una infección que, bajo condiciones de estrés, puede despertar y causar un dolor insoportable, erupciones y complicaciones graves que podrían cambiar tu vida de una manera inesperada. 

El cuerpo humano alberga numerosos virus que pueden permanecer inactivos durante años, solo para reactivarse en el momento más inesperado. Uno de estos virus es el herpes zóster, comúnmente conocido como culebrilla. Esta infección viral es provocada por el mismo virus que causa la varicela en la infancia, el virus de la varicela-zóster (VVZ). 

Después de recuperarse de la varicela, el virus no desaparece por completo; en lugar de eso, se instala en los tejidos nerviosos, aguardando una eventual reactivación. Lo que hace que este virus sea particularmente alarmante es su capacidad para activarse a causa de factores como el estrés, lo que puede desencadenar una serie de síntomas dolorosos y complicaciones que pueden ser debilitantes.

Te puede interesar: Síntomas del Mpox, el virus que se ha convertido en alerta mundial y que ya llegó a México

¿Qué es el herpes zóster?

El herpes zóster es una infección viral caracterizada por la aparición de un sarpullido doloroso, generalmente en una franja en un solo lado del cuerpo. Las erupciones son tan dolorosas que incluso el roce más leve de la ropa puede ser insoportable. Según los expertos de la Clínica Mayo, el herpes se origina a partir de la varicela, que permanece en el cuerpo después de que la enfermeda haya sanado.

Este virus puede permanecer inactivo durante décadas, pero bajo ciertas condiciones, especialmente en situaciones de estrés, puede reactivarse, provocando una nueva serie de síntomas. Tomemos en cuenta que en los últimos años la población ha llegado a un punto en el que llevan su cuerpo al extremo sin importar la situación. 

Causas y factores de riesgo

El estrés es uno de los principales desencadenantes del herpes zóster. El virus, que reside inactivo en los nervios, puede aprovechar los momentos de debilidad del sistema inmunológico para atacar. El estrés, el cansancio extremo, y las tensiones físicas o emocionales no controladas pueden debilitar el sistema inmune, creando el ambiente ideal para que el virus del herpes zóster despierte.

Las personas mayores de 50 años, aquellos con sistemas inmunológicos comprometidos, o quienes experimentan estrés crónico, están en mayor riesgo de sufrir un brote de herpes zóster. Sin embargo, la enfermedad no discrimina por edad, y puede afectar a cualquier persona que haya tenido varicela en el pasado.

Síntomas del herpes zóster

El síntoma más característico es un sarpullido doloroso que suele aparecer en una franja en un solo lado del torso, aunque también puede manifestarse en otras partes del cuerpo, como la cara, los ojos o incluso el cerebro. Antes de que aparezca el sarpullido, la persona puede experimentar una sensación de ardor, picazón o sensibilidad extrema en la piel, acompañada de fiebre, dolor de cabeza y malestar general.

Cuando las erupciones finalmente aparecen, suelen presentarse como ampollas llenas de líquido que eventualmente se rompen y forman costras. Este proceso puede durar de tres a cinco semanas, y el dolor puede ser tan intenso que afecta significativamente la calidad de vida. Sin embargo, no solo causa molestias cutáneas, la infección puede provocar complicaciones serias, especialmente si afecta áreas sensibles como los ojos o el sistema nervioso.

Te puede interesar: PROFECO alerta a padres no dar estos helados y paletas a sus hijos

Complicaciones del herpes zóster

El herpes zóster puede tener consecuencias graves si no se trata adecuadamente. Algunas de las complicaciones más comunes incluyen:

• Neuralgia posherpética: Esta es la complicación más frecuente del herpes zóster. Una vez que las erupciones han sanado, algunas personas continúan experimentando un dolor intenso en las áreas donde se presentaron las erupciones. Este dolor puede durar meses o incluso años, y en algunos casos, puede ser tan severo que interfiere con las actividades diarias.
• Problemas de visión: Si el herpes zóster afecta el área de los ojos, puede causar una serie de problemas oculares graves, como glaucoma, cataratas, visión doble o cicatrización de la córnea. En los casos más extremos, el virus puede llevar a la pérdida permanente de la visión.
• Problemas de equilibrio: Cuando el herpes zóster afecta el oído, puede causar problemas de equilibrio, mareos y, en casos graves, pérdida auditiva.
• Parálisis facial: Si el virus afecta los nervios faciales, puede causar debilidad o parálisis en un lado de la cara, una condición que puede ser temporal o permanente.
• Infecciones secundarias: Las ampollas causadas por el herpes zóster pueden infectarse si no se cuidan adecuadamente, lo que puede llevar a infecciones bacterianas graves que requieren tratamiento médico inmediato.

El vínculo entre el estrés y el herpes zóster

El estrés es un factor importante en la reactivación del herpes zóster. Cuando el cuerpo experimenta estrés, el sistema inmunológico se debilita, lo que permite que el virus de la varicela-zóster, que se encuentra inactivo en el sistema nervioso, se reactive y cause un brote. El estrés puede ser emocional, físico o incluso mental, y en cualquier caso, puede desencadenar un episodio de herpes zóster.

Mantener un estilo de vida saludable, gestionar el estrés de manera efectiva y buscar apoyo emocional cuando sea necesario son pasos importantes para reducir el riesgo de reactivación del herpes zóster. Además, las personas en riesgo, especialmente aquellas mayores de 50 años, deben considerar la vacunación como una medida preventiva para reducir la probabilidad de desarrollar la enfermedad.

Diagnóstico y tratamiento del herpes zóster

El diagnóstico generalmente se basa en los síntomas y la apariencia de las erupciones. En algunos casos, los médicos pueden realizar pruebas adicionales, como un análisis de fluidos de las ampollas, para confirmar la presencia del virus de la varicela-zóster.

El tratamiento se centra en aliviar los síntomas y prevenir complicaciones. Los medicamentos antivirales, como el aciclovir, famciclovir y valaciclovir, son efectivos para reducir la gravedad y la duración de un brote si se administran dentro de las primeras 72 horas desde la aparición de los síntomas. Además, los analgésicos, tanto de venta libre como recetados, pueden ayudar a controlar el dolor.

Es crucial tratar el herpes zóster de manera oportuna para evitar complicaciones a largo plazo, como la neuralgia posherpética. Además, se recomienda cubrir las áreas afectadas, evitar tocar o rascar las ampollas y mantener una buena higiene para reducir el riesgo de infecciones secundarias.

Prevención del herpes zóster

La prevención del herpes zóster es posible mediante la vacunación. La vacuna contra el herpes zóster, disponible para personas mayores de 50 años, puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar la enfermedad y las complicaciones asociadas. Incluso si alguien ya ha tenido un episodio de herpes zóster, la vacunación puede prevenir futuros brotes y disminuir la gravedad del dolor asociado.

Además de la vacunación, es importante adoptar hábitos saludables que fortalezcan el sistema inmunológico, como una dieta equilibrada, ejercicio regular, descanso adecuado y técnicas de manejo del estrés.

La conciencia sobre los síntomas del herpes zóster, la importancia de un diagnóstico temprano y la vacunación son claves para prevenir sus efectos. Con el conocimiento y las herramientas adecuadas, se puede mantener este virus bajo control y minimizar su impacto en la vida diaria.

¡Ya puedes seguirnos en WhatsApp Channels y te invitamos a nuestro nuevo Newsletter completamente gratis!