- 13 de septiembre de 2024
Contrario a lo que pudiera pensarse, el kiwi no es originario de Nueva Zelanda, por lo menos no la fruta, su origen se sitúa en China y su nombre original era yang tao. No fue sino hasta principios del siglo XX que llega a Oceanía de donde, por su semejanza con el ave nacional de ese país, adopta su nombre.

Además de ser una delicia, un solo kiwi posee más del 110 por ciento de vitamina C y antioxidantes necesarios en un día, estos te ayudan a mantener el sistema inmune alerta para protegernos contra enfermedades crónico-degenerativas como el cáncer.

Mejora los procesos de coagulación y la salud de los huesos gracias a su aporte de vitamina K.

También son una fuente de potasio superior al plátano y de ácido fólico, necesarios para prevenir malformaciones del feto durante el embarazo y la formación de glóbulos rojos.

¿Sabías que puedes comerlos con todo y cáscara?

Al igual que muchas frutas, la concentración de vitaminas se concentra en las capas superiores de la fruta; sólo tienes que lavarlos con un cepillo para retirar la pelusa que los cubre y aprovecharás mejor sus beneficios.

Al ser rico en agua y fibra soluble e insoluble, es un excelente aliado contra el estreñimiento y ayuda al tránsito intestinal.

Consumir uno o dos kiwis al día vuelve más fluida la sangre y reduce la agregación plaquetaria causada por el colesterol.

Si lo comes como postre, después de una comida pesada, la actinidina contenida en el kiwi ayuda a digerir las proteínas, evita la acidez y la formación de gases.

Se han registrado casos de alergia al kiwi; entre los síntomas más comunes están la urticaria e inflamación de las mucosas de la boca.

Las personas con tendencia a la formación de cálculos renales deberán evitarlo debido a que esta fruta contiene oxalato de calcio.