Esto no significa que sean malos, las vitaminas sintéticas ofrecen una alta concentración y pureza de estos requerimientos a un costo relativamente bajo y de manera estandarizada, lo que facilita su almacenamiento e ingesta.
En algunas ocasiones, son estos niveles de concentración de vitaminas los que pueden provocar algunas reacciones negativas; por ejemplo el complejo de vitamina B o C en tabletas, suele causar malestar estomacal para quienes padecen de gastritis, el uso de colorantes artificiales como el rojo y el amarillo pueden provocar alergias.
¿Entonces cómo puedo asegurar el consumo de estas vitaminas?
La respuesta es: a través de tu alimentación.
El ritmo de vida de los últimos años nos ha orillado a incrementar el consumo de alimentos altamente procesados, ricos en grasas, sodio (sal), azúcares, etc., pero pobres en nutrientes; eso sí, al reverso podemos encontrar una leyenda que nos indica que han sido fortificados con vitaminas y minerales.
En un entorno en el que es más barato comprar un litro de refresco que uno de leche, es importante balancear nuestra alimentación y volver a los consejos de los abuelos para mantener una vida saludable.
El consumo de leguminosas como el frijol, la lenteja y los garbanzos y granos enteros como la avena, aportan grandes cantidades de vitamina B a nuestro organismo; es importante señalar que para mantener los niveles adecuados de esta vitamina, es necesario su consumo frecuente y procurar no sobre cocerlos.
Un ejemplo es utilizar harina de avena en lugar de harina refinada para nuestros hot cakes: licúa durante un par de minutos 2 tazas de avena seca hasta obtener una mezcla fina que podrás utilizar para preparar un delicioso y nutritivo desayuno, sólo agrega un plátano, un huevo y ¾ de taza de leche y tendrás unos hot cakes saludabes.
Como puedes ver, no es necesario gastar en "harinas orgánicas" para comenzar a mejorar tu alimentación de manera natural.