El Juez Primero Penal de Monterrey, Nuevo León, dictó de forma oficial una condena de 71 años, siete meses y 27 días de prisión para Diego Santoy, mejor conocido como 'El Asesino de Cumbres', quien fue juzgado por el doble homicidio calificado de dos menores de edad, así como el intento de homicidio de su expareja, ambos eventos ocurridos en el año 2006.
A 15 años de que Diego Santoy asesinara a Erik y María Fernanda, ambos hermanos menores de su expareja, Éricka, en la colonia Cumbres, de Monterrey, el caso tuvo una resolución, luego de que en 2010 se le fijara una condena de 138 años de prisión, pero en 2012 se pidió una reducción, la cual fue ratificada hasta este 2021.
En marzo de 2006, y tras dos años de noviazgo, Éricka decidió terminar su relación con Diego Santoy; este no se quedó con los brazos cruzados y cometió un infanticidio. Una madrugada, el aludido se trasladó al hogar de su exnovia mientras los padres de ella no estaban, en la colonia Cumbres, donde se saltó la barda, accedió al interior y cortó la línea telefónica.
Diego entró a la habitación de su expareja para, supuestamente, dialogar con ella. Ambos comenzaron a discutir, lo que puso en alerta a los pequeños Erik y María Fernanda; pero fue el primero quien acudió al cuarto de su hermana mayor. Diego, sin motivo alguno, acuchilló al menor.
Todo este alboroto despertó a la nana de los menores, quien se dirigió al cuarto de Éricka, pero fue interceptada por Santoy, quien a punta de pistola la metió al sanitario, la amarró de pies y manos, para luego dejarla encerrada.
Santoy ahorcó a la pequeña María Fernanda con una de las sogas de un cortinero de la casa y propinó una golpiza a Éricka. El llamado 'asesino de Cumbres' también fue acusado de privar de la libertad a Catalina Bautista, otra de las empleadas del lugar, a quien metió a la cajuela de su coche antes de emprender la huida.
Cuando fue detenido, Diego acusó a su expareja de pactar con él para asesinar a sus hermanos menores, lo cual causó revictimización; en el proceso judicial se demostró la inocencia de la Éricka.