- 18 de julio de 2025
Una pareja estadounidense llega a un rancho mexicano buscando inspiración y termina atrapada entre estafas, crimen organizado y un delirio folclórico.

En tiempos donde la Ciudad de México es escenario de tensiones culturales, marchas anti-gringos y disputas diplomáticas entre Estados Unidos y México, Buen Salvaje aparece como una sátira feroz que parece escrita para este momento... aunque no lo fue.
La película, dirigida por Santiago Mohar Volkow, se filmó hace más de cuatro años, pero su mirada incómoda, punzante y divertida sobre la fantasía gringa de "reconectar con el arte" en tierra mexicana no podría ser más actual.
En entrevista con Quinto Poder, el director nos contó que cuando escribieron y filmaron la película, la gentrificación no era el tema candente que es hoy. "Nosotros hicimos esto hace 4 años y medio, hace casi cinco", explicó Mohar.
"Entonces ahora que se está estrenando en cines, pues es una coincidencia, ¿no? Realmente que haya estrenado al mismo tiempo que se hayan dado estas manifestaciones, se haya explotado el tema de esta manera. En ese momento no estaba sucediendo todavía lo que estamos viendo hoy en día".

Una crítica incómoda sobre el turismo cultural y la idea del México "auténtico"
La película no nació como una crítica directa a la gentrificación, sino como un retrato de las ideas preconcebidas que existen entre México y Estados Unidos.
"Más que pensar en la gentrificación como tal... era una película sobre los malentendidos o las ideas preconcebidas que existen entre México y Estados Unidos... la idea de México a la que muchos gringos vienen en oposición al lugar real y la manera en que los mexicanos nos podemos aprovechar de esas ideas... y viceversa".
Buen Salvaje narra la historia de una pareja estadounidense, Maggie (Naian González) y Jesse (Andrew Leland), que llega a un rancho mexicano en busca de inspiración artística y con la esperanza de salvar su matrimonio.
Una vez ahí, conocen a Melitón (Manuel García-Rulfo), un estafador local que se aprovecha de su ignorancia para sacarles dinero, y a Don Chelo (Darío Yazbek), el líder de un grupo de narcos con quienes enfrentarán diversas situaciones absurdas que los llevarán al límite.
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El actor Andrew Leland Rogers comparte que la cinta se adelantó a una tensión que ya se sentía venir. "Hace 4 años y medio no era lo que es hoy, no había llegado a este punto de... que ya están marchando, grafiteando, también agrediendo a gringos o gente que parece gringos en la calle".
Aunque no lo vivieron como un fenómeno aún visible, Rogers y Mohar construyeron al personaje a partir de las conversaciones que tenían con amigos estadounidenses que se habían mudado a México. "Las cosas que dicen, las experiencias que han vivido, pues fueron parte de la formación del personaje".

Juan Rulfo, el rancho familiar y la sátira literaria en clave visual
Uno de los elementos más destacados del filme es la manera en que inserta guiños literarios —como fragmentos de Diles que no me maten o Pedro Páramo de Juan Rulfo— dentro de un contexto absurdo y cómico. Mohar explica: "La película está llena de referencias culturales, intertextuales, que pues las usábamos un poco de forma cómica al colocarlas en contextos diferentes".
Lo curioso es que muchas coincidencias siguieron apareciendo aunque no fueron planeadas: "Estábamos en el rancho de su familia haciendo la película con su sobrino nieto, que es Manuel García Rulfo, que en ese momento él no sabía que iba a interpretar 3 años después a Pedro Páramo en Netflix", recordó el director.
"Esa es otra de las coincidencias que la película ha tenido con los años y cómo se le han ido agregando capas de significado".
Más que una crítica directa, Buen Salvaje es una fábula incómoda. Su final, como advierte Mohar, parece una profecía del regreso del Estados Unidos agresivo, controlador:
"No quiero arruinar la película para nadie, pero el final... termina siendo muy parecido a lo que está haciendo ahora Estados Unidos, ¿no? Como que... regresó este Estados Unidos bully, abusivo, el mismo de siempre, lo cual te quiere decir que realmente nunca se había ido ese espíritu".
"La película creo que se adelantó un poco a esos hechos, y yo creo que puede ser bien recibida porque rara vez tenemos la oportunidad de de ver a a los Estados Unidos desde una perspectiva que no sea la que ellos quieren, ¿no?", finalizó.
En un cine nacional acostumbrado a lo amable y digerible, Buen Salvaje se atreve a incomodar a todos por igual. Su sátira no perdona ni a gringos ni a mexicanos. Es desigual, sí. Es rabiosa, también. Pero sobre todo es una película necesaria.
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