- 29 de mayo de 2025
Mauricio Estrada, padre de la menor, presentó múltiples amparos para impedir que Lucía volviera con su madre. Ericka enfrentó acusaciones infundadas pero finalmente logró reunirse con su hija.

Durante nueve meses, Ericka Contreras vivió una pesadilla legal y emocional tras ser separada de su hija Lucía, víctima de violencia vicaria por parte de su padre, Mauricio Estrada. A pesar de enfrentar acusaciones falsas y un sistema que obstaculizó la restitución, la madre no se rindió. Su lucha, que incluyó campañas públicas, denuncias y apoyo político, por fin le ha regresado de Lucía.
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El 8 de agosto de 2024 marcó el inicio del conflicto cuando Mauricio Estrada, expareja de Ericka y padre de Lucía, se negó a devolver a la menor tras convivir con ella. Dos días después, Ericka lo denunció por sustracción, violencia familiar y lesiones. Aunque las autoridades determinaron que la niña debía regresar con su madre y ordenaron la restitución con el uso de fuerza pública para el 28 de agosto, no se logró cumplir: el padre había cambiado de domicilio.
Como medida urgente, la Fiscalía General del Estado (FGE) emitió una Alerta Amber para localizar a Lucía. Sin embargo, lejos de facilitar la restitución, Mauricio inició una estrategia legal para impedir el reencuentro.
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Una denuncia fabricada
El 15 de julio de 2024, Mauricio denunció a Ericka por un supuesto delito sexual, afirmando que ella protegía a un presunto agresor. La acusación, sin sustento, sirvió de base para que solicitara el amparo 1460/2024 en el Juzgado Primero de Distrito en Yucatán. El juez Fernando Novelo concedió el resguardo de la menor al padre, aunque la guarda y custodia legalmente seguía siendo de Ericka.
Esta maniobra permitió que Lucía permaneciera alejada de su madre por meses, a pesar de que en abril de 2025 la FGE cerró la investigación contra Ericka y determinó que no había elementos para ejercer acción penal.
Mauricio no se detuvo con una sola acción legal. En total, presentó nueve amparos contra la FGE de Yucatán, todos con el mismo objetivo: evitar que Lucía regresara con su madre. Cada vez que parecía que el caso avanzaba, Estrada interponía nuevas quejas o apelaciones, alargando el proceso indefinidamente.
"Por más que intento mantenerme fuerte, hay días en que la impotencia me desborda. Cuando parece que vamos a avanzar, él mete otro recurso y volvemos al principio", relató Ericka.

Aun cuando las autoridades judiciales no le daban la razón a Estrada, los tiempos procesales seguían favoreciéndolo. El sistema permitía que los recursos presentados retrasaran las resoluciones, sin importar el bienestar de la niña ni el derecho de su madre.
Debido a la lentitud del proceso, Ericka se vio obligada a aceptar encuentros supervisados con Lucía en el Centro de Convivencia Familiar de Yucatán (Cecofay). Esta medida, aunque legalmente innecesaria dada la resolución a su favor, fue la única manera de mantener contacto con su hija.
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Una lucha que trascendió lo judicial
Frustrada por la inacción institucional, Ericka llevó su caso al plano público y político. El 11 de diciembre de 2024, ofreció una conferencia de prensa junto a legisladoras de Morena, luego de reunirse con la diputada Anais Burgos Hernández, presidenta de la Comisión de Igualdad de Género en la Cámara de Diputados. Allí expuso su caso como ejemplo de violencia vicaria y pidió una reforma judicial con perspectiva de género.
Posteriormente, en febrero de 2025, se reunió con la titular de la Secretaría de las Mujeres, Citlali Hernández Mora, quien le expresó su respaldo y se comprometió a dar seguimiento a su caso.

El 27 de mayo, Ericka lanzó la campaña "Lucía regresa a casa con mamá", una iniciativa ciudadana que atrajo la atención pública y presionó a las autoridades para actuar. A través de redes sociales, entrevistas y movilizaciones, su caso se volvió visible a nivel nacional.
Esa visibilidad fue clave para acelerar el proceso y lograr que, finalmente, Lucía pudiera volver con su madre, aunque los procedimientos legales aún no concluyen del todo.
Hoy, Ericka y Lucía están juntas. Aunque el camino fue largo y lleno de obstáculos, el regreso de la menor con su madre representa un triunfo frente a la violencia vicaria y la indiferencia institucional.
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