Todos los Incendios de Mauricio Calderón: un coming of age sobre las ganas de quemarlo todo

Cuando se es joven, uno busca quemarlo todo. La identidad, el amor, las primeras experiencias sexuales, los problemas familiares, todo enciende esa pequeña llama que, poco a poco, se convierte en un incendio que termina por consumirnos. "Todos los Incendios", ópera prima del director Mauricio Calderón Rico, nos lleva por un sendero ardiente donde el fuego no solo ilumina, sino que también devora y transforma al personaje principal, Bruno (Sebastián Rojano).

A través de los ojos de Bruno, un adolescente atrapado en su propio infierno personal, somos testigos de cómo el fuego puede convertirse en un símbolo multifacético que refleja las turbulencias de la juventud, las cicatrices del luto y el anhelo de encontrar un lugar en el mundo. Cada fósforo que se enciende para consumirse a sí mismo no es más que el reflejo de todas esas ganas de experimentarlo todo que son sinónimo de la adolescencia. "Todos los Incendios" es un viaje poético y visceral donde el fuego no solo quema, sino que también ilumina el camino hacia la redención y la autoaceptación.

Bruno, un adolescente pirómano que pasa por un luto, escapa de casa el día que su madre formaliza una nueva relación. Ignorando a su mejor amigo, intenta reafirmar su masculinidad con una chica pirómana que vive en otra ciudad. Lo que en un principio comienza como un arrebato de locura pronto se convierte en un viaje de autodescubrimiento que lo lleva a alcanzar cierta madurez tras provocar (metafórica y literalmente hablando) un terrible incendio.

Todos los Incendios toca fibras sensibles como la identidad sexual y la masculinidad arraigada en una cultura machista. La película aborda la lucha interna de Bruno, atrapado entre las expectativas sociales y sus propios deseos, en un entorno que no siempre permite la expresión genuina de uno mismo. Además, la trama expone cómo el duelo y la pérdida pueden desencadenar comportamientos extremos, mientras que la búsqueda de aceptación y amor se convierte en una necesidad imperiosa. La narrativa no solo presenta la piromanía como un acto de rebeldía, sino también como una metáfora de la transformación, donde el fuego tiene el poder de consumir, destruir pero también de crear y dar vida.

Entrevista con Mauricio Calderón, director de Todos los Incendios

• ¿Qué te insprió para crear el personajde Bruno y cómo se relaciona con tu experiencia personal?

No es una historia 100% autobiográfica, pero siento que yo quise dotar al personaje de mi propia experiencia y cómo fue crecer sobre todo en otra época, ir descubriéndome a mí mismo. Yo estaba como en este mundo un poquito más heteronormado que en el que está Bruno y también sobre todo la parte del duelo que es algo yo yo sentí mucho más de cerca,  que mi madre tuviera una nueva relación.  Todo eso fue lo que fui alimentando de vivencias propias, y sin embargo lo del fuego a pesar de qué siempre me ha gustado mucho y aprecio su belleza, su color,  yo más bien siempre como que le tuve respeto,  le tuve cierto miedo, entonces  escribir el personaje desde otro punto de vista, otras cosas que suceden en la película, son anécdotas que me contaron amigos, que le sucedieron a ellos, y así fue como me fui relacionando con el personaje.

• El fuego es un símbolo multifacético en la película. ¿Puedes hablar más sobre cómo utilizaste este elemento para representar tanto el deseo como la renovación?

Bueno es el elemento principal que siempre tuve en mente cuando empecé a escribir el guion y es como la metáfora del cambio que sufre el personaje a través de toda la película,  empieza siendo uno,  termina siendo otro.  Es como si se estuviera fogueando durante toda la película empieza madurar, empieza muy inmaduro hace cosas muy tontas durante toda la película, y al final ya empieza tener un eje en su vida, me gusta usar la palabra aceptación, porque se habla de aceptar su identidad y también aceptar que hay gente que no va a regresar ya su vida hay otra gente que se está despidiendo. Es una palabra que engloba el espíritud de la película, la aceptación.

• ¿Cómo influenciaron las obras de Jean Michel Basquiat la manera en que desarrollaste la trama y los personajes de la película?

Sí soy muy fand el arte, he pensado que la mente del adolescente es así, llena de caos, sin un orden y sí me base en algunas de sus declaraciones, de sus pinturas. Al hacer una película vas tomando elementos con los que has crecido y si definitivamente Basquiat fue una de ellas.

Pero estéticamente no queríamos la película perfecta, sino crear una atmósfera que nos llevara a los años en los se encuentran, se supone que la película toma lugar en el 2008, y  por eso s una estética como un poquito más sucia, hay algunas escenas con la imagen de la handycam, es lo que usamos, lo que le da ese valor especial, esa nostalgia..

• La película trata temas de luto, identidad y aceptación sexual. ¿Qué desafíos encontraste al abordar estos temas y cómo te aseguraste de tratarlos con la profundidad y sensibilidad necesarias?

La película al estar situada en aquellos años pues se acerca un poquito más a los que gente como yo vivimos, yo siento que ahorita los jóvenes están un poquito menos atrapados en una etiqueta, pero hace 15 años era un poquito más cerrado. La historia y los personajes tenían que estar en un mundo donde era coherente que todavía investigaran qué significa la palabra Queen, cosa que ahorita me extrañaría que un joven de 15 seis años no supiera qué es. Eso además que nos sirve para meterle humor a la cinta,  no es una película oscura, al final es una una historia luminosa a pesar de de todo el fuego y de lo que pudiera pasar el personaje, es una historia entretenida hasta cierto punto.

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