- 16 de diciembre de 2024
El exlíder del Cártel del Golfo y fundador de Los Zetas es deportado tras cumplir una condena en Estados Unidos; nuevos cargos lo esperan en el penal del Altiplano.
Este lunes, México fue testigo del regreso de uno de los capos más sangrientos de su historia reciente. Osiel Cárdenas Guillén, conocido como "El Mata Amigos" y exlíder del Cártel del Golfo, fue deportado por las autoridades estadounidenses tras cumplir 25 años de prisión en aquel país. A sus 57 años, Cárdenas Guillén enfrentará múltiples cargos que podrían mantenerlo tras las rejas por el resto de su vida.
La entrega del capo se llevó a cabo en el cruce fronterizo entre San Diego y Tijuana, bajo estrictas medidas de seguridad. Desde ahí, fue trasladado de inmediato al penal de máxima seguridad del Altiplano, donde las autoridades confirmaron que se le imputarán delitos como homicidio, delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita. Su regreso ha desatado múltiples reacciones.
El arquitecto de una era sangrienta
Osiel Cárdenas Guillén no solo lideró al Cártel del Golfo durante los años 90; lo transformó. Su decisión más controvertida y trascendental fue la creación de Los Zetas, un grupo armado compuesto por exmilitares de élite que introdujo tácticas de guerra al narcotráfico. Esta estrategia no solo consolidó el poder del cártel, sino que también inauguró una etapa de extrema violencia en el país.
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Bajo el mando de Los Zetas, el Cártel del Golfo no se limitó al tráfico de drogas. Incursionaron en actividades como el secuestro, la extorsión y el control territorial mediante el terror. Las decapitaciones, las torturas y los ataques a civiles inocentes se convirtieron en prácticas comunes, dejando un legado de horror que marcó a comunidades enteras.
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El peso de la justicia que lo espera
La historia de Osiel Cárdenas está lejos de concluir. En México, enfrenta al menos tres órdenes de aprehensión activas y siete procesos judiciales. Los delitos que se le atribuyen abarcan:
- Homicidios y desapariciones forzadas.
- Delincuencia organizada y lavado de dinero.
- Posesión de armas de uso exclusivo del Ejército.
- Sobornos a funcionarios públicos.
La Fiscalía General de la República (FGR) estima que las penas por estos crímenes podrían superar los 700 años de prisión. Sin embargo, más allá de las condenas, el caso de Cárdenas Guillén representa un desafío para el sistema judicial mexicano, al exponer las debilidades estructurales que permitieron el ascenso y dominio de figuras como él.
Un líder con impacto internacional
El regreso de Cárdenas Guillén también tiene implicaciones en el ámbito internacional. Durante su liderazgo, el Cártel del Golfo consolidó redes de distribución de drogas que abarcaron desde Sudamérica hasta Estados Unidos y Europa. Aunque su captura en 2003 y posterior extradición a Estados Unidos debilitaron a la organización, su legado perdura.
Se ha mencionado que la deportación de un líder con tanto conocimiento sobre las estructuras criminales podría generar tensiones en el panorama del narcotráfico mexicano. Las facciones que alguna vez estuvieron bajo su mando, incluidos los remanentes del Cártel del Golfo y Los Zetas, podrían reactivarse ante la posibilidad de obtener información estratégica o incluso liderazgo.
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El desafío para las autoridades mexicanas
En respuesta a su llegada, el gobierno mexicano ha reforzado la seguridad en el penal del Altiplano y en las regiones donde el Cártel del Golfo aún mantiene presencia. Según la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), la deportación de Osiel Cárdenas envía un mensaje claro sobre el compromiso del Estado con la justicia.
"No importa cuánto tiempo pase ni dónde se encuentren, los responsables de crímenes atroces enfrentarán las consecuencias de sus actos", declaró un portavoz de la SSPC. Sin embargo, organizaciones civiles y analistas de seguridad han expresado preocupaciones sobre posibles represalias o movimientos desestabilizadores dentro del crimen organizado.
Para muchos, el nombre de Osiel Cárdenas Guillén es sinónimo de una época oscura en la historia de México. Su capacidad para mezclar tácticas militares con estrategias delictivas redefinió el panorama del narcotráfico. Pero esta "innovación" tuvo un costo altísimo: miles de vidas perdidas y un país que aún lucha por superar los estragos de la violencia.
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