El ataque a un grupo de 33 migrantes ha generado indignación y controversia, el mismo día que Sheinbaum asume la presidencia de México. La respuesta militar desata críticas sobre la militarización de la política migratoria en la frontera sur.

¿Qué pasó con los migrantes asesinados por el Ejército en Chiapas?
¿Qué pasó con los migrantes asesinados por el Ejército en Chiapas? Créditos: X

Una tragedia que ocurrió al sur de México, seis migrantes fueron asesinados por el Ejército mexicano en un ataque registrado en Chiapas, el pasado 1 de octubre. Este incidente, ocurrido en la carretera Villa Comaltitlán-Huixtla, involucra a 33 migrantes del Medio Oriente que viajaban en dos camionetas. Lo que inicialmente fue justificado por las autoridades militares como una respuesta a disparos, ha desatado una ola de críticas.

El pasado martes, el Ejército mexicano fue protagonista de un trágico episodio en Chiapas, una de las entidades con mayor tránsito de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos. Un convoy militar abrió fuego contra un grupo de 33 migrantes de diversas nacionalidades, en su mayoría originarios de países árabes, que viajaban en dos camionetas. 

La agresión resultó en la muerte de seis personas y dejó heridas a otras doce. Aunque los hechos han sido catalogados por las autoridades como "un error" derivado de un malentendido, las consecuencias son terribles.

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El incidente: versiones contradictorias

De acuerdo con el informe de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), alrededor de las 20:50 horas del martes, una patrulla militar realizaba un reconocimiento terrestre en el tramo carretero Villa Comaltitlán-Huixtla, cuando detectaron una camioneta tipo pickup que se desplazaba a gran velocidad.

Los militares intentaron detener el vehículo, que evadió el control, lo que levantó sospechas. Detrás de la pickup, viajaban dos camionetas de redilas, vehículos típicamente utilizados por grupos delincuenciales en esa región del sur de México, según las autoridades.

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X La patrulla militar realizaba reconocimiento terrestre. 

El personal militar alegó haber escuchado detonaciones, lo que provocó que dos elementos accionaran sus armas. Una de las camionetas de redilas se detuvo, y en ella se encontraban los 33 migrantes. El saldo fue fatal, cuatro personas murieron en el lugar, mientras que otras dos fallecieron en el hospital al que fueron trasladadas junto con los 12 heridos.

Entre los migrantes atacados había ciudadanos de Egipto, Nepal, Cuba, India, Pakistán y otros países de Medio Oriente. De las 33 personas que iban a bordo, 17 salieron ilesas y fueron puestas a disposición del Instituto Nacional de Migración (INM). Sin embargo, la tragedia ya había ocurrido. Seis vidas se perdieron y muchas más quedaron marcadas por el trauma.

¿Un error militar?

La Sedena reconoció que los dos elementos militares involucrados en el tiroteo fueron separados de sus funciones mientras se llevan a cabo las investigaciones correspondientes. La Fiscalía General de la República (FGR) ha sido notificada para investigar los hechos y deslindar responsabilidades. 

Sin embargo, este caso ha desatado una serie de cuestionamientos sobre la creciente militarización de la política migratoria en México, particularmente en la frontera sur, donde el control de las fuerzas armadas ha sido cada vez más notorio.

En su informe, la Sedena justificó la respuesta militar al argumentar que los soldados creyeron que estaban enfrentando a un grupo delictivo. La presencia de las camionetas de redilas, sumada a los supuestos disparos que escucharon los soldados, fue suficiente para que estos accionaran sus armas. 

RR.SS
RR.SS La SEDENA justificó la respuesta militar.

Las víctimas: migrantes en busca de un mejor futuro

Las seis víctimas mortales del ataque eran migrantes que, al igual que miles de personas que transitan por México, buscaban llegar a la frontera norte con la esperanza de un futuro mejor. Entre las nacionalidades de los fallecidos se encuentran tres personas de Egipto, una de Honduras y otra de Perú. Las autoridades aún no han confirmado la identidad de la sexta víctima, lo que resalta la desorganización que rodea este trágico evento.

Por otro lado, los 12 migrantes heridos fueron trasladados al Hospital General de Huixtla, donde se les brindó atención médica. Cuatro de ellos continúan hospitalizados con un diagnóstico reservado, mientras que los otros ya han sido dados de alta. Estos sobrevivientes han quedado marcados por una experiencia que refleja los peligros de migrar en un contexto de violencia y militarización. 

Durante su discurso de investidura, Sheinbaum aseguró que en México no hay violaciones a los derechos humanos y que la militarización de la Guardia Nacional no representa una amenaza para las libertades de los ciudadanos. Sin embargo, los hechos en Chiapas parecen contradecir sus afirmaciones.

Sheinbaum ha defendido la consolidación de la Guardia Nacional bajo el control de la Sedena y ha señalado que no se trata de una militarización del país. En su discurso inaugural, declaró que "no hay Estado de excepción" en México y que la prioridad de su gobierno será garantizar un verdadero Estado de derecho. Sin embargo, este incidente ha puesto en duda esas promesas.

Un crimen de Estado: las implicaciones de un modelo militarizado

El ataque en Chiapas ha reavivado el debate sobre la militarización de la política migratoria en México. Según un informe reciente, un crimen de Estado se comete cada cinco días en el país desde hace 17 años, un patrón de violencia que ha continuado bajo diferentes administraciones. 

La estrategia de seguridad implementada por los últimos tres presidentes, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, ha sido criticada por su enfoque militarizado, que, en lugar de proteger a la población, la ha puesto en mayor riesgo.

Se ha señalado que el modelo de seguridad que se ha implementado en México ha fallado en su objetivo de garantizar la seguridad de los ciudadanos. El despliegue militar ha generado más vulnerabilidad, y los hechos en Chiapas son una muestra más de los riesgos que enfrenta el país al depender de las fuerzas armadas para tareas de seguridad pública.

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La voz de la Iglesia y organizaciones de derechos humanos

La Conferencia del Episcopado Mexicano ha sido una de las voces más críticas respecto a la militarización de la política migratoria en México. En un comunicado emitido tras el ataque, los obispos señalaron que la tragedia en Chiapas no es un hecho aislado, sino el resultado directo de una estrategia de contención que utiliza la fuerza militar para frenar el flujo migratorio.

El episcopado ha exigido una investigación seria y transparente de los hechos, además de la implementación de medidas de no repetición. En su opinión, el uso desproporcionado de la fuerza por parte del Ejército en este caso es inaceptable, y han llamado al gobierno a reconsiderar el papel de las fuerzas armadas en la frontera sur.

Organismos internacionales como la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (ONUDH) también han expresado su preocupación por el ataque y han subrayado la necesidad de garantizar rutas seguras para los migrantes. El riesgo al que están expuestos durante su travesía es enorme, y episodios como el de Chiapas evidencian la falta de mecanismos adecuados para protegerlos.

La militarización y sus consecuencias

El ataque en Chiapas ha desatado una ola de indignación y ha puesto sobre la mesa la necesidad de revisar el papel de las fuerzas armadas en la seguridad pública. A pesar de las promesas del nuevo gobierno, los hechos demuestran que el modelo militarizado de seguridad sigue generando graves violaciones a los derechos humanos.

La política migratoria de México, que en los últimos años ha estado marcada por una mayor militarización en la frontera sur, ha sido duramente criticada por organizaciones de derechos humanos. Para muchos, la tragedia en Chiapas es el resultado directo de una estrategia que prioriza la contención y la fuerza sobre el respeto a los derechos fundamentales de los migrantes.

La historia de estos 33 migrantes, en su mayoría del Medio Oriente, es un recordatorio doloroso de los riesgos que enfrentan quienes se ven obligados a huir de sus países en busca de una vida mejor. Mientras que para algunos este episodio será un punto de inflexión en la política migratoria de México, para otros no es más que un triste capítulo en una larga historia de violencia y desprotección.

El ataque a los migrantes en Chiapas ha evidenciado las graves fallas de una política migratoria que depende en exceso del uso de la fuerza. La militarización de la frontera sur no solo ha aumentado los riesgos para los migrantes, sino que también ha provocado tragedias como la ocurrida el pasado 1 de octubre. 

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