Madre narra cómo enfrentó al feminicida serial de Iztacalco: "Sabía que mi hija estaba muerta"

La voz de Casandra se quiebra al recordar el momento en que su vida cambió para siempre. El 16 de abril de 2024, ella enfrentó a Miguel "N", el feminicida de Iztacalco, en el escenario más cruel que una madre puede imaginar: encontró a su hija María José, de tan solo 16 años, asesinada en su propia cama.

Aquel día, Casandra no solo perdió a su hija, sino que también fue víctima de un ataque brutal que la dejó al borde de la muerte. Con ocho puñaladas en su cuerpo, luchó por su vida durante 27 días en un hospital, tiempo en el que el rostro del agresor no dejaba de perseguirla en su cabeza.

El feminicida en casa

"Sabía que mi hija estaba muerta desde que lo vi ahí, encima de ella", comienza Casandra, con voz entrecortada. Al llegar a su hogar aquella tarde, lo primero que llamó su atención fue la puerta del cuarto de su hija, entreabierta. Dentro, escuchó ruidos que le hicieron pensar que María José estaba en su habitación. Sin embargo, al asomarse, la imagen que vio le arrancó el alma: su hija yacía en la cama, semidesnuda, mientras el asesino la sujetaba con violencia.

Casandra no dudó ni un segundo en confrontarlo, pero su valentía tuvo un costo inmediato. Miguel "N" se abalanzó sobre ella con un cuchillo en mano, atacándola en varias ocasiones. Las primeras puñaladas le alcanzaron el cuello, el pecho y el abdomen. "Grité pidiendo ayuda", recuerda Casandra, quien luchaba por su vida mientras intentaba pedir auxilio a sus vecinos.

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Un milagro entre el horror

A pesar de la brutalidad del ataque, Casandra no perdió la conciencia. Con su instinto de supervivencia intacto, intentó abrir una ventana para escapar. Pero Miguel "N" la jalo de nuevo, arrancando la cortina. "Me seguía acuchillando. Pensé en arrojarme por la ventana, porque no se detenía", relata. 

Finalmente, cuando parecía que no había salida, el feminicida trató de terminar con su vida asfixiándola. Fue entonces cuando Casandra, al borde de perder el conocimiento, logró identificar al hombre que no solo había asesinado a su hija, sino que estaba a punto de acabar con ella.

"Me gritaba ´muérete, perra´, mientras intentaba ahorcarme", narra. "Lo único que podía hacer era pedirle que se fuera", pero él estaba decidido. Sabía que si se quedaba quieta, moría. En un último intento de resistir, Casandra siguió luchando, pero la pérdida de sangre y las heridas la llevaron a colapsar. Lo último que recuerda antes de desmayarse es la llegada de los vecinos y la policía, a quienes, con sus últimas fuerzas, logró identificar al agresor.

El ataque dejó a Casandra con heridas profundas, no solo físicas, sino emocionales. Las cicatrices de su cuerpo son solo una pequeña parte de la tragedia que la persigue. Con dolor y rabia, Casandra responsabiliza a las autoridades por la muerte de María José. Según su testimonio, si la Fiscalía hubiera actuado a tiempo ante las denuncias previas en contra de Miguel "N", el feminicidio de su hija podría haberse evitado.

Un caso que sacudió a México

El caso de Miguel "N" no solo conmocionó a la colonia Iztacalco, sino a todo el país. Con al menos dos feminicidios confirmados y tres desapariciones vinculadas a su nombre, el llamado "químico feminicida" se convirtió en el rostro de la violencia extrema que viven las mujeres en México. En redes sociales, los rumores y las especulaciones acerca de otros posibles casos relacionados con él siguen circulando, aunque las autoridades aún no lo han confirmado oficialmente.

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Miguel "N", un hombre que trabajaba como químico en una empresa local, había logrado ocultar su naturaleza violenta tras una fachada de normalidad. Incluso quienes lo conocían de cerca, no sabían que algo andaba mal. Por lo tanto, nunca hubo una intervención seria por parte de las autoridades hasta que fue demasiado tarde.

Hoy, Casandra enfrenta una batalla diaria no solo para recuperar su salud, sino para exigir que la muerte de su hija no quede impune. A pesar de que aún no se ha recuperado completamente de las heridas que la mantuvieron hospitalizada durante casi un mes, su determinación para buscar justicia es inquebrantable. 

El camino hacia la justicia no ha sido fácil. Casandra ha tenido que lidiar con la burocracia, la indiferencia de algunas autoridades y el dolor constante de haber perdido a su hija de la manera más brutal. Sin embargo, su espíritu de lucha sigue intacto.

El caso de Casandra y su hija María José es un recordatorio doloroso de la grave situación que enfrentan las mujeres en México. Los feminicidios siguen en aumento, y cada día más madres, hermanas y amigas pierden a sus seres queridos en manos de agresores que, en muchos casos, podrían haber sido detenidos a tiempo.

Casandra sabe que el camino hacia la justicia es largo, pero también sabe que no está sola. En cada paso, lleva consigo la fuerza y el espíritu de su hija, quien, desde donde esté, la guía y la impulsa a seguir luchando.

Con información de N+. 

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