- 13 de septiembre de 2024
El 19 de septiembre de 1985 más de 800 talleres se destruyeron con decenas de costureras en su interior. Las trabajadoras quedaron atrapadas debido a que eran encerradas para cumplir con su jornada laboral o para evitar robos. En estos talleres los patrones también contrataban a niñas de 12 a 15 años; los horarios eran de más de 10 horas y sus sueldos no representaban ni el diez por ciento del costo total de la prenda que elaboraban. Cuando el sismo azotó esta zona textil, según testimonios, los dueños de las fábricas estaban más preocupados por rescatar sus maquinarias y cajas fuertes, en lugar de a sus empleadas.

Aquel 19 de septiembre de 1985 las mujeres costureras de la zona textil de San Antonio Abad iniciaron sus labores como diariamente lo hacían, sin imaginar que terminarían sacando de entre los escombros a sus compañeras mientras militares les prohibían el paso para evitar robos de maquinaria o cajas fuertes.
Ese día se destruyeron más de 800 talleres, la mayoría de ellos clandestinos, donde miles de mujeres trabajaban sin ningún derecho. Incluso se contrataba a menores de edad para pagarles el salario mínimo.
Varias de ellas eran encerradas por sus patrones para que concluyeran por completo su jornada laboral y también "para evitar robos".

Muchas de las mujeres quedaron bajo los escombros, más de 40 mil sin empleo y sin derecho a una indemnización.
El sismo de 1985 representó para este sector una cambio de raíz, pues desde entonces la exigencia por sus derechos laborales no ha cesado.
"Estaban más preocupados por su maquinaria y sus cajas fuertes"
Conchita, una costurera de esta zona de Tlalpan, fue entrevistada por la revista Comunera y el periódico El Zenzontle.
La mujer reveló que en ese entonces trabajaba en la fábrica Probex haciendo trajes. A las 7:19 (hora en que inició el sismo) Conchita se encontraba a bordo de una combi en Nueva Sta. María, ya que vivía en Azcapotzalco.
La combi comenzó a moverse de un lado para otro. Entonces el conductor les dijo que no la podía controlar, que debían bajar. Preocupada porque llegaría tarde a su trabajo corrió hacia la estación del Metro Normal, pero no funcionaba.
En la travesía que tuvo que recorrer para poder llegar a la zona textil, Conchita se encontraba con edificios derrumbados, gritos, olor a gas y mucho humo.
Ya en San Antonio Abad buscó con la vista los talleres que conocía, pero ya no estaban. Algunos tenían 11 pisos, todos quedaron "hechos sandwichitos".

Contó que todo el día 19 y parte del 20 estuvo en el lugar intentando rescatar a decenas de mujeres que quedaron atrapadas en los escombros, sin embargo, militares comenzaron a impedirles esta labor.
"Ahí estuvimos todo el día y la noche sacando gente y llegó el ejército hasta el otro día el 20 de septiembre en la tarde. Acordonaron, traían metralletas y ordenando que nos fuéramos. Decían que nosotros queríamos robar. Pero no, donde yo trabajaba no se perdió nada, el edificio no cayó, lo chistoso es que el ejército no nos dejaba pasar, pero a los dueños les dio chance de sacar la maquinaria. Ahí estuvimos quince días, porque ya andaba organizando y los viernes me formaba ante la empresa a que nos pagaran las 3 semanas que estuvo parado todo. El patrón no sé quién era, nunca lo conocí ni supe su nacionalidad. Quien manejaba todo era el contador", narró Conchita.
Esta versión también fue narrada por Evangelina Corona, quien se conviritó en 'heroína' para las costureras.
Llegó el Ejército y acordonó la zona. "Nosotras dijimos: Necesitamos que nos ayuden. Hay muchas adentro. Ayúdennos por favor. Las palas". "No, sólo estamos para acordonar", les respondieron.
En entrevista con Elena Poniatowska, Evangelina recordó que ella, junto a otras compañeras, encontraron en esta zona textil a muchas mujeres llorando, algunas semivestidas y los rollos de tela que habían quedado en las calles luego del sismo. Al fondo, los gritos de auxilio de sus compañeras que aún no eran rescatadas de los escombros.
"Entramos a la oficina en Fray Servando, entre Bolívar y Lázaro Cárdenas, y allí nos dimos cuenta de que a los patrones, los gritos de auxilio de nuestras compañeras no les afectaba como a nosotros, no los oían como nosotras los oíamos. Ellos estaban más preocupados por sacar su maquinaria, su materia prima y sus cajas fuertes que por los seres humanos. Antes que rescatar a las trabajadoras, querían rescatar los bienes materiales. Fue cuando me sentí totalmente decepcionada de mi patrón Samuel Bisú Serur, el dueño de las fábricas Dimension Weld. Incluso, fue déspota: se quitó el reloj y lo ofreció como liquidación".
Desde entonces Evangelina tuvo clara una misión: lucharía por los derechos de ella y sus compañeras.

Fue así como la mujer lidereó a varias de sus compañeras para constituir el Sindicato de Costureras 19 de Septiembre. Incluso se enfrentó al entonces presidente de la República Mexicana, Miguel de la Madrid, quien terminó por aceptar que las mujeres de los 800 talleres en San Antonio Abad vivían explotación laboral.
A 36 años del sismo del 85
Luego de años de trabajo del Sindicato de Costureras 19 de Septiembre, ahora Asociación Civil de Costureras y Costureros 19 de septiembre, se creó el Centro de Capacitación Laboral y Educación Integral para este sector laboral.
Sin embargo, de acuerdo con Daniel Ramírez, otro costurero que fue testigo de la tragedia, las condiciones actuales no han mejorado.
En entrevista con El Universal, Daniel asegura que las y los trabajadores no cuentan con seguro social, les pagan "lo mínimo" y tampoco tienen derecho a exigir, pues serían remplazados de forma inmediata.
Cada año, en punto de las 7:19 horas se organiza una misa en honor de las víctimas de aquel día.

Hasta el momento se desconoce la cifra exacta de costureras fallecidas el 19 de septiembre de 1985; sin embargo, Conchita y Daniel detallan que junto a sus compañeras contabilizaron al menos 300 ataudes de madera acomodados en las calles de Tlalpan.
Muchas otras quedaron atrapadas, tal fue el caso de un grupo de mujeres que permanecieron en un elevador. Un mes después del sismo finalmente fueron encontradas, "todas estaban muertas, se habían ahogado".
La historia de las costureras conmovió a todo el país. Sin embargo, a 36 años de la tragedia sus condiciones laborales no han mejorado.
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