Los críticos y enemigos del Papa Francisco cada vez son más visibles. Y están dentro del mismo Vaticano.
Lo ocurrido con la cirugía que le fue practicada a principios de julio -colon- y que lo tuvo convaleciente poco más de una semana, así como la intercepción de una sospechosa carta que contenía tres balas dirigida al Papa, desató por anticipado los rumores sobre el estado de su salud y el que sería su eventual relevo cuando deje de ser la cabeza de la Iglesia Católica.
A eso habría que añadir los, por lo menos, dos bandos existentes en el Vaticano: el de los reformistas, encabezado por el propio Papa Francisco, en su intención por acercar a la Iglesia Católica a los fieles que se han alejado de la práctica de su fe, así como a sectores que claman por una mayor inclusión en temas como el respeto a los derechos de las mujeres en temas como el derecho a decidir sobre su cuerpo, los matrimonios entre personas del mismo sexo y un tema particularmente polémico al interior de la Iglesia, el de permitir que hombres casados pudieran ser ordenados como sacerdotes; y en el otro extremo, el de los conservadores, quienes se apegan a lo que dicta la Congregación para la Doctrina de la Fe, y que se resisten a los ánimos de cambio que impulsa el Papa.
Uno de los reveses más evidentes que se ha llevado Francisco, a pesar de que él fue promotor de la iniciativa y de que contaba con el apoyo de un sector de la Iglesia, ocurrió cuando impulsó que hombres casados en la región de las Amazonas pudieran ser ordenados como sacerdotes.
En lo que se interpretó como un golpe más político que apegado a sus convicciones y agenda, Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa no europeo en la historia de la Iglesia Católica, dio marcha atrás. Eso ocurrió en febrero de 2020 cuando todo parecía encaminado a ser aprobado apenas cuatro meses antes.
Otro duro golpe para Francisco ocurrió cuando la Congregación para la Doctrina de la Fe, el órgano colegiado del Vaticano encargado para "vigilar" la correcta aplicación de la doctrina católica, y que fue creada por el fallecido papa Juan Pablo II en 1988, determinó el 15 de marzo pasado que "no pueden bendecirse las uniones entre personas homosexuales".
"No es lícito que los sacerdotes bendigan a las parejas del mismo sexo que pidan algún tipo de reconocimiento religioso de su unión", señaló el Vaticano.
Francisco, según la Congregación para la Doctrina de la Fe, "asintió" el señalamiento, aunque no significa que esté de acuerdo.
Los dos cardenales que han manifestado más oposición a las ideas reformistas del Papa Francisco son el italiano Camillo Ruini y el estadounidense Leo Burke.
Camillo Ruini encabezó durante 16 años la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), y manifestó su simpatía por uno de los personajes antagónicos al Papa Francisco, Matteo Salvini, exministro del Interior italiano considerado de ultraderecha, según información del diario La Nación, de Argentina.
Ese gesto fue considerado como una afrenta al Papa Francisco, según testimonios recogidos por la periodista argentina Elisabetta Piqué.
"Con esta entrevista pensada y calculada hasta en las comas, el cardenal (Ruini) que le susurra a Salvini se propone como convergencia de todos los que por ahora van por su cuenta en contra del Obispo de Roma", le dijo a la periodista argentina el sacerdote Paolo Farinella, en una entrevista para La Nación.
Según información del diario italiano La Stampa, a Ruini, cuando se le menciona que tanto Juan Pablo II como Francisco, abogan por los pobres, parece sentirse incómodo con la comparación, y parece deslindar al fallecido pontífice polaco con el actual Papa argentino.
"Es erróneo contrastar a los dos Papas: Juan Pablo II también mucho en la 'opción preferencial por los pobres'. Acusar al Papa Francisco de marxismo significa no conocer el marxismo, o no conocer al Papa actual, o más probablemente no conocer ni al marxismo ni al Papa", dijo en un tono al menos incómodo, según consignó el medio italiano en mayo de 2020.
Las diferencias de Ruini con el Papa Francisco, continúan. Así como las del estadounidense Burke.
Leo Burke es un cardenal que se desempeñó como prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.
En una de sus más recientes críticas al Papa Francisco, Burke manifestó abiertamente su rechazo a los intentos del Sumo Pontífice para "eliminar la misa tradicional en latín", según ACI Prensa.
"¿Puede el Romano Pontífice jurídicamente abolir (la misa en forma extraordinaria)? La plenitud del poder (plenitudo potestatis del Romano Pontífice es el poder necesario para defender y promover la doctrina y la disciplina de la Iglesia", cuestionó el Cardenal, según publicó en su página web.
Burke, en un caso polémico, fue vinculado con Steve Bannon, un personaje muy cercano al expresidente Donald Trump, y quien señaló que realizaría una película en el que expondría la homosexualidad en el Vaticano.
La información fue originalmente publicada en el sitio provida canadiense LifeSiteNews, y el artículo, que después fue borrado, daba a entender que Burke, a través de sus vínculos con Benjamin Harnwell, del Instituto Dignitatis Humanae, se habría reunido con Bannon, identificado como un personaje de ultraderecha en Estados Unidos, para realizar una película basada en el libro "Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano", según la misma ACI Prensa.
De inmediato, Burke intentó deslindarse del vínculo con la cinta e incluso se desvinculó de la asociación.
"He urgido al Instituto (Dignitatis Humanae) a volver a su propósito original y no lo ha hecho, haciendo evidente su participación con la última iniciativa del Sr. Bannon. Por ello, y de manera efectiva, inmediatamente, doy por concluida mi relación con el Dinitatis Humanae Institute", dijo Burke.
Esos son los dos principales opositores del Papa: un cardenal italiano cercano al exministro del Interior de Italia, de ideología de ultraderecha, y un cardenal estadounidense que no niega haber sostenido reuniones con uno de los hombres que ayudaron a Donald Trump a llegar a la presidencia de Estados Unidos.